viernes, 15 de enero de 2016

5 formas de dosificarte en Internet sin caer en la prohibición

Por: Berto Pena

Cada vez hay más webs que visitar, más notificaciones que nos alertan, más suscripciones que revisar, más feeds que leer, más menciones que responder, más enlaces que pulsar… más de todo. Pero esa saturación es el camino más directo a la desorientación, a menos eficacia, a peores resultados.

La saturación está más de moda que nunca. Está de moda apuntarse, descargarse, probar, entrar, responder y revisar todo lo que se me ponga por delante y algo más. Está de moda tener mil aplicaciones en el móvil aunque no utilice ni la mitad. También instalar nuevas a golpe de “tap” cuando no sé qué hacer con las manos y tengo un rato muerto.

La saturación nos ha conquistado. Mucho más en el 2016 que en el 2008, cuando empecé a preocuparme por estos temas. El mensaje que impera hoy es que controlarse es de idiotas. Que decir “no” es de gente aburrida. Que fijar límites es para los que no saben adaptarse al ritmo de vida de hoy. Que parar y pensar para elegir mejor es cosa de los raritos de la autoayuda (?).

«¿Por qué voy a prohibirme cosas cuando en mi mano tengo la llave para probar todo?», pensamos en el fondo.

El nuevo “enfermo de la ineficacia” es el que no sabe lo que quiere. Que vive sin marcar límites probando o instalando todo.

Hoy, más que nunca, necesitamos fijar ciertos límites. Lo que no implica caer en la prohibición. Tampoco en ser menos profesional o divertirte menos o no estar a la vanguardia. Sino ser más libre y centrarte en lo importante.

Limitar es dosificar y conseguir

Cuando uno habla de “fijar límites”, instintivamente pensamos en algo negativo: en prohibición. Y no es así. Cuando en Internet (o en otras áreas) estableces unas líneas de actividad, no pierdes; ganas un montón de cosas que cada vez necesitas más:

  • Más Energía + Atención para invertir en tus verdaderas prioridades. (Esas que tú sabes.)
  • Más Tiempo para hacer cosas nuevas. O para dedicarlo a proyectos que tiran más de ti.
  • Más capacidad de concentración en momentos en los que lo necesitas.
  • Más facilidad para analizar, interpretar y ver oportunidades.
  • Menos prisas y agobios, al intentar abarcar menos cosas.
  • Más sensanción de libertad personal. Tú estás al mando y llevas el control.
  • Más Tiempo para estar con las personas que más quieres. (Las aplicaciones y redes sociales pasan, los tuyos no.)

Todo esto es genial y pinta bien. Pero ¿por qué no vamos al terreno práctico? Aterricemos en la vida real, que es donde se aplican estas cosas…

5 rincones por los que empezar

Empieza tomando papel y lápiz. Haz una lista de las 10 aplicaciones, servicios, redes sociales y webs que más actividad concentran, o en las que te mueves más. (Pon especial hincapié en lo que respecta al teléfono móvil.)

Después sigue con estos pasos:

#1 Recorta las notificaciones. A lo bestia.
En el ordenador, tablet, móvil, reloj… Las notificaciones no son avisos, son invitaciones a perder el contacto con lo que haces, y a no atender a quien está contigo. ¿En serio crees que las necesitas todas? Podrías vivir sin el 99% de ellas. En 10 minutos habrás logrado desactivar ese brutal bombardeo que hace que las personas vivan en un constante videojuego.

#2 Establece momentos fijos para cada cosa
En lugar de declarar la “barra libre” de actividades digitales, ¿por qué no fijar momentos específicos en tu agenda? Por ejemplo: «después de mis dos primeras tareas clave del día reviso mi Correo; tras la pausa del café reviso cinco minutos mi Twitter; antes de la hora de comer Facebook e Instagram, etc.» No te perderás nada, pero lo harás de forma controlada, y en las horas que mejor te vienen.

#3 Ponte en “modo avión” más a menudo
Cuando de verdad necesites concentrarte, desconecta. Pero hazlo en serio. Nada de meterse en la mar hasta la cintura, no te limites a un par de cosas. Sé radical y cierra TODAS las puertas digitales que tengas. Ponerte a trabajar en “modo avión” es uno de los mayores regalos que te puedes hacer hoy. Hazlo, como mínimo, una hora completa al día. Todos los días.

#4 Haz revisión: desinstala y elimina
¿Cuántas aplicaciones tienes? ¿Las utilizas de verdad? ¿Cuántas necesitas? ¿Y redes sociales, servicios digitales, newsletters, suscripciones a blogs, etc.? Como en casa o el trastero, también hay que hacer limpieza digital cada cierto tiempo, y aligerar la ingente cantidad de iconos que pueblan nuestras pantallas. Crea una tarea en tu aplicación de tareas que se repita cada 3-4 meses: “limpiar aplicaciones”.

#5 Antes de instalar o crear una cuenta…
Cuenta. Cuenta hasta 20 ó 30 si puedes antes de hacer “tap” o clic. «¿Seguro que necesito esto? ¿Lo estoy instalando porque lo quiero, o me doy de alta porque lo hacen otros? ¿De verdad me va a aportar?» Piensa que si no suma, estará ahí para restar; que posiblemente ya tienes bastante “grasa digital”; y que tu Tiempo + Energía + Atención son cada vez más limitados. Tú eliges.

Las mejores cosas de la vida no ocurren
en una pantalla, sino frente a ti.

Los límites que te marcas en Internet y en otras áreas donde te mueves no son prohibiciones. Son reglas para sacar lo mejor de ahí sin perder otras cosas. Y son, en el fondo, un sinónimo de prioridades. Y tus prioridades te hacen más libre.


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