viernes, 29 de octubre de 2021

Todos los tipos de recordatorios de GTD

Por: José Miguel Bolívar

En este post voy a hacer una relación de todos los tipos de recordatorios de GTD.

Porque, en esencia, GTD es simplemente eso, una colección organizada de recordatorios visibles de distintos tipos.

Son muchas las personas que confunden saber GTD con conocer, o incluso dominar, la jerga GTD: proyectos, contextos, áreas de enfoque y responsabilidad, etc.

Pero, en muchos casos, ese dominio de la jerga oculta un profundo desconocimiento de la metodología.

Si a esas mismas personas les hablaras de GTD sin usar los términos de GTD, probablemente estarían perdidas, sin saber de qué les estás hablando.

Lo que quiero decirte es que evites perderte en la terminología y te centres en comprender la esencia: tu GTD únicamente contiene recordatorios.

Cuando entiendas bien esto, la práctica de GTD te resultará súper-sencilla.

Y hasta que eso no ocurra, estarás siempre a un paso del fundamentalismo y la sobrecomplicación.

Recordatorios de GTD para ganar estabilidad

Empezando por el principio, cualquier captura que haces es un recordatorio de algo que te ha llamado la atención en un momento dado y que tiene un valor potencial para ti.

Dicho de otra manera: tus capturas son recordatorios.

Asimismo, una bandeja de entrada llena es un recordatorio de que tienes una serie de decisiones pendientes de tomar.

Por eso es tan importante vaciar completamente las bandejas al aclararlas, ya que una bandeja vacía no es un recordatorio de nada.

Veamos ahora las seis categorías organizativas básicas de GTD®. ¡Ojo con no confundir herramienta con categoría organizativa!

El Calendario es la categoría que contiene los recordatorios de lo que necesitas saber o hacer en una fecha o momento concretos.

La categoría Siguientes Acciones contiene recordatorios de actividades físicas y visibles que necesitas hacer tú lo antes posible.

Si organizas tus Siguientes Acciones por Contexto, cada contexto contiene recordatorios de Siguientes Acciones que necesitas hacer cuando se den unas determinadas circunstancias.

La categoría Agenda contiene recordatorios de lo que necesitas tratar con otras personas, una a una o en grupo, la próxima vez que hables o te reúnas con ella o con ellas.

En la categoría Proyectos tienes recordatorios de los resultados que quieres conseguir, requieren más de un paso, puedes alcanzar en menos de un año y sobre los que ya estás haciendo algo al respecto.

Y, por último, en categoría Algún día / Tal vez tienes recordatorios de decisiones que pospusiste en su día para reevaluarlas más adelante.

Estos son los tipos de recordatorios que necesitas dominar para ganar estabilidad.

Recordatorios de GTD para ganar claridad

La utilidad de los recordatorios de este grupo y del siguiente varía en función de dónde estés en el camino para dominar GTD.

Me refiero a que, si quieres que estos tipos de recordatorios te sirvan para algo más que para presumir, necesitas haber integrado los hábitos de Reflexionar y Ejecutar.

Por ejemplo, las áreas de enfoque y responsabilidad son recordatorios de aspectos de tu vida que son importantes para ti y en los que quieres mantener ciertos estándares.

Las revisiones de orientación son recordatorios de elementos que quieres revisar regularmente, por ejemplo, la situación de determinados aspectos de tu vida y/o tu trabajo, o con determinadas personas.

Los mapas de orientación y, en concreto, los checklists, son un universo prácticamente ilimitado de recordatorios de múltiples tipos.

Por ejemplo, pueden ser recordatorios de cosas que quieres o necesitas hacer con una frecuencia determinada, cada vez que ocurra algo o cuando llegue un momento concreto.

También pueden ser recordatorios de cómo se hace algo o de lo que puedes querer o necesitar en determinadas circunstancias recurrentes o puntuales.

Estos son los tipos de recordatorios que te permitirán ganar claridad.

Recordatorios de GTD para ganar coherencia

A este grupo pertenecen los llamados Horizontes Superiores que, como ya sabes, son sólo para Reflexionar.

Por ejemplo, las metas y objetivos son recordatorios de lo que te gustaría conseguir —o de dónde te gustaría estar— personal y profesionalmente en el próximo par de años.

La visión es un recordatorio del estado ideal final (o de los estados ideales finales) al que (o a los que) te gustaría llegar en uno o más aspectos de tu vida.

Y, por último, el propósito, que es un recordatorio de lo que es realmente significativo para ti porque te hace feliz o, si lo prefieres, porque te hace sentir una sensación de profundo bienestar.

Estos son los tipos de recordatorios que te permiten ganar coherencia a la hora de integrar todos los aspectos de tu vida, personal y profesional, a corto, medio y largo plazo.

Conclusión

Nuestro cerebro es una chapuza gestionando recordatorios, por eso la buena práctica es sacarlos todos de la cabeza y mantenerlos en una mente externa de confianza.

Para que esa mente externa sea fiable y funcional, además de mantenerla completa y actualizada, necesita estar bien organizada.

Y estar bien organizada significa que a cada espacio le corresponde un único significado, sin mezclar.

La mayor o menor variedad de recordatorios distintos que contenga tu sistema suele ser simplemente un reflejo de tu vida.

Cuanto más rica, compleja y llena de matices sea tu vida, más tipos de recordatorios contendrá probablemente tu GTD.

Afortunadamente GTD te proporciona una estructura de utilidad demostrada para que puedas mantener fácilmente todos tus recordatorios, de todos los tipos, en un único sitio fiable para ti.

Con la ventaja adicional de que, en lugar de estar viendo todos esos recordatorios todo el tiempo, podrás ver en cada momento únicamente aquellos que tengan sentido.

Espero que te haya resultado útil el post y me encantará conocer tu opinión en los comentarios. ¿Has echado en falta algún tipo de recordatorio?

La entrada Todos los tipos de recordatorios de GTD se publicó primero en Óptima Infinito.


domingo, 24 de octubre de 2021

Cómo monetizar una audiencia online

Por: Franck Scipion

Me encuentro muchos negocios que tienen una audiencia creada y no saben qué venderle. Mi estupefacción es máxima. Lo más difícil de cualquier negocio es crear una audiencia. El resto no es pan comido pero es más sencillo. Cuando tienes una comunidad que te sigue, que se siente parte del proyecto, es natural que algunos ... Leer más

La entrada Cómo monetizar una audiencia online se publicó primero en Lifestyle al Cuadrado.


viernes, 22 de octubre de 2021

Buenas y malas prácticas al usar alarmas

Por: José Miguel Bolívar

En este post voy a escribir sobre las buenas y malas prácticas al usar alarmas como recordatorios.

Las alarmas pueden tener un efecto muy distinto sobre tu efectividad, convirtiéndose en un aliado fantástico —cuando las usas bien— o en tu peor enemigo —cuando las usas mal—.

Porque, como ocurre en la mayoría de los casos, las alarmas ni son buenas ni son malas por sí mismas. Ya sabes que las cosas son como tú haces que sean.

Así que empezaremos definiendo a qué se llama alarmas en el campo de la efectividad personal e identificando de qué tipos pueden ser.

Después veremos cuáles son las malas prácticas al usar alarmas y por qué lo son, para continuar con cuáles son las buenas prácticas alternativas recomendadas y qué ventajas ofrecen en comparación.

Finalmente, aprenderemos cuál es la buena práctica al usar alarmas y los beneficios de aplicarla.

Definición y tipos de alarmas

En el mundo de la efectividad personal, una alarma es un recordatorio asociado a un instante temporal.

Desde el punto de vista físico, el recordatorio puede ser visual, acústico o ambas cosas a la vez.

Desde el punto de vista de su significado, el recordatorio puede recordarte algo que tienes que hacer o que ha llegado el momento de algo, es decir, puede recordarte un «qué» o un «cuándo».

Por otra parte, cuando hablamos de efectividad es importante diferenciar entre alarma y notificación.

Todas las alarmas llevan asociadas una notificación, pero no todas las notificaciones son alarmas.

A efectos de este post, cuando diga «notificaciones» me estaré refiriendo únicamente a las que no son «alarmas».

Vamos a ver ahora algunos ejemplos y voy a utilizar el mismo tipo de notificación en todos ellos —un pop-up—, para que queden aún más claras las diferencias.

Si el pop-up te avisa de que:

  • Ha llegado un nuevo email → es una notificación.
  • La videoconferencia empieza en 15′ — es una alarma que te recuerda «cuándo» empieza algo que tú ya sabes que va a tener lugar.
  • Hoy tienes que entregar un documento → es una alarma que te recuerda «qué» tienes que hacer hoy.

Al usar alarmas hay una mala práctica y una pésima práctica. Veamos la primera.

La mala práctica al usar alarmas

La mala práctica es usar alarmas que te recuerden que tienes que hacer algo en un momento o circunstancia reales.

Imagina que necesitas llevar algo contigo al salir de casa, por ejemplo, una botella de vino para unos amigos que te han invitado a cenar.

En este caso, ponerte una alarma en el móvil sería una mala práctica porque no cumple con los requisitos de un buen recordatorio, que son:

  1. Liberar a tu mente del trabajo de acordarse y recordarte las cosas y;
  2. Recordarte las cosas únicamente en el momento adecuado, ni antes ni después.

Ten en cuenta que la probabilidad de que la alarma se active en el preciso instante en el que vas a salir por la puerta es nula. O se activará antes o lo hará después.

Si se activa antes, tu mente se verá obligada a acordarse y recordarte que tienes que llevar la botella de vino todo el tiempo, desde que se active la alarma hasta que salgas por la puerta.

Si se activa después significará que te has ido de casa sin la botella de vino. En consecuencia, o te tocará volver a por ella (trabajo extra innecesario) o tus amigos se quedarán sin el vino (la alarma no ha cumplido su propósito).

La buena práctica recomendada en este caso es ponerte un recordatorio visible que únicamente aparezca en el momento adecuado, es decir, cuando vayas a salir por la puerta.

Dicho de otra forma, si quieres acordarte, ponlo en la puerta.

La pésima práctica al usar alarmas

La pésima práctica es usar alarmas que te recuerden que tienes que hacer algo en un momento o circunstancia falsos, es decir, que te has inventado tú.

Imagina que tienes que preparar un documento y «decides» que lo vas a hacer mañana a las 10:00, así que te pones una alarma a esa hora.

Esto es una pésima práctica porque, además de incumplir los requisitos de un buen recordatorio, va a romper tu concentración y a generarte un estrés innecesario.

Al igual que antes, la probabilidad de que la alarma se active en el momento idóneo para hacer ese documento es nula.

Tú no tienes una bola de cristal para adivinar el futuro. Por tanto, decidir de antemano a qué hora concreta vas a hacer el documento es un acto de ingenuidad o de soberbia.

Cuando se active la alarma te «pillará» —con toda seguridad— haciendo cualquier otra cosa, lo que significa que te va a interrumpir. Primer atentado contra tu efectividad.

Además de cargarse tu concentración, esa alarma inoportuna va a añadir una dosis extra de estrés al que ya tengas en ese momento. Segundo atentado contra tu efectividad.

Y, si para empeorarlo todo, le das a la opción de «posponer» que ofrecen muchas alarmas, estarás asegurando que el círculo vicioso se vuelva a repetir al menos otra vez.

La buena práctica recomendada en este caso es ponerte un recordatorio visible en una mente extendida de confianza —es decir, completa y actualizada— y revisarla con la frecuencia necesaria.

La buena práctica al usar alarmas

Al usar alarmas, la buena práctica es que te recuerden que ha llegado el momento de hacer algo que tú ya sabes que necesitas hacer (y lo sabes porque revisas regularmente tu mente extendida).

Es una buena práctica —excelente, de hecho— porque te asegura «estar a lo que estás» en todo momento, sin necesidad de permanecer pendiente de cuándo empieza esa reunión o tienes que salir hacia la estación.

Además, estas alarmas se activan justo en el momento oportuno, cuando tú sabes que te serán útiles. Por ejemplo, 10′ antes de la reunión o cuando llegue la hora de salir hacia la estación.

Esto garantiza que liberan a tu mente de acordarse y recordarte. También te evitan estrés adicional o trabajo extra innecesario.

Y, por si todo lo anterior fuera poco, este uso concreto de las alarmas no constituye —a diferencia de las malas/pésimas prácticas anteriores—una «elusión de responsabilidades» por tu parte, sino todo lo contrario.

La entrada Buenas y malas prácticas al usar alarmas se publicó primero en Óptima Infinito.


lunes, 18 de octubre de 2021

Cómo crear un embudo de ventas que genere ingresos en automático

Por: Franck Scipion

Utilizar un embudo de ventas en tu negocio online puede suponer el cambio más grande e importante de tu negocio. Como pasar de un negocio online desgastador, a un negocio online rentable. Piensa un segundo en tu competencia. ¿Cuántos pueden estar ofreciendo los mismos productos y servicios que tú? ¿10, 20… ¿100? Estarás harto de leer sobre la marca personal ... Leer más

La entrada Cómo crear un embudo de ventas que genere ingresos en automático se publicó primero en Lifestyle al Cuadrado.


viernes, 15 de octubre de 2021

Productividad Personal Edición 2022: Reflexiones Día 2

Por: José Miguel Bolívar

En este segundo post de la serie Productividad Personal Edición 2022 voy a compartir contigo mis reflexiones sobre la tercera sección de la Introducción del libro.

Antes de GTD®

En esta sección hago un par de comentarios que hoy serían distintos o incluso no existirían.

El primero de ellos es sobre la dificultad de leer Getting Things Done en inglés y en pdf.

El segundo, al final de la sección, es sobre las consecuencias positivas que ha tenido para mí integrar GTD en mi vida.

¿Quién se libra de la resistencia al cambio?

Tener que leer en pdf y en una pantalla de ordenador me resultó incómodo, incluso frustrante, ya que por aquel entonces no tenía Kindle y mi única experiencia de lectura era en papel.

Reflexionando ahora sobre aquello, creo que tuvo más de resistencia al cambio que de otra cosa, ya que actualmente sólo leo en Kindle y me encanta la experiencia.

Lo que quiero decir es que si hoy leyera aquel mismo pdf en mi Kindle, seguramente mi experiencia sería completamente distinta, aun tratándose del mismo texto.

Hago esta aclaración porque creo que mi comentario en el libro se debe más a lo incómodo de aquella experiencia que a que el texto estuviera en inglés o al estilo literario de Allen.

El inglés no tenía la culpa

Por otra parte, si dejo al margen la experiencia de lectura y me centro en el contenido, me doy cuenta de que el inglés no tenía la culpa de nada.

Lo que ocurre es que por aquella época mis lecturas en inglés eran mayoritariamente relacionadas con el mundo de la empresa, así que el estilo divulgativo en general, y el de Allen en particular, eran desconocidos para mí.

Leer a Allen en inglés me contrarió, simplemente porque era distinto a lo que estaba acostumbrado y conocía. Nuevamente la resistencia al cambio.

Prácticamente todo lo que leo ahora, salvo alguna novela de entretenimiento, es en inglés y puedo asegurarte que algunos estilos literarios (el de Goleman, por ejemplo) me resultan bastante más difíciles de procesar que el de Allen.

Es más, diría que a Allen se le entiende bastante bien en inglés, incluso que se le lee fácil una vez te acostumbras a su manera de escribir.

Resumiendo, si mi primer contacto con Getting Things Done fuera hoy, con mi Kindle, el comentario sobre el inglés y el pdf no aparecería en el libro.

El mejor Allen es siempre el original

De hecho, me gustaría dejar claro que la mejor manera de entender GTD —con diferencia—es leer los libros de Allen en inglés.

Así que, a poco que seas capaz de ello, te recomiendo que lo intentes, por despacio que vayas y por mucho que tengas que usar el diccionario.

Leer a Allen en inglés es la mejor opción de todas por una sencilla razón: sólo ahí tienes el GTD puro, el 100% auténtico, lo que Allen realmente dice, sin interpretaciones de ningún tipo.

Ten en cuenta que las traducciones al español son muy mejorables, por dos motivos.

El primer motivo es que cualquier proceso de traducción implica un cierto grado de interpretación, ya que siempre hay expresiones casi imposibles de traducir literalmente y esto obliga a hacer interpretaciones.

El segundo motivo —y el principal en este caso— es que las personas que tradujeron GTD desconocían la metodología y esto afectó negativamente al resultado.

Y es una lástima, porque en las versiones traducidas hay pasajes que han perdido matices importantes y, con ello, gran parte de su sentido original.

Qué ha aportado GTD a mi vida

En la parte final de la sección cuento cómo GTD me proporcionó una mejora estimada del 40 por ciento en mi productividad personal.

Esto es totalmente cierto —de hecho puede que fuera incluso más— pero a día de hoy no es lo que más valoro.

Hay otras dos aportaciones de GTD a mi vida que han sido clave, tanto o más que el aumento de la productividad.

La primera es la sensación de control. Esto es impagable.

Como dice Allen, «sólo te puedes sentir bien con lo que no haces cuando sabes qué es lo que no haces».

Y eso GTD te lo da, vaya que si te lo da. Con GTD sabes en cada momento qué estás haciendo pero, sobre todo, eres consciente de qué no estás haciendo.

La segunda es la desaparición de los olvidos.

Acordarte siempre de todo sin necesidad de recordar nunca nada es también impagable, al menos para mí.

La tranquilidad de saber que te vas a encontrar el recordatorio adecuado en el momento adecuado te da una tranquilidad y una confianza que ninguna «alarma» podrá dar jamás (la semana que viene escribiré un post sobre las «alarmas»).

Y esto es todo en esta segunda entrega. Espero que te esté resultando útil la serie y me encantará leer tus comentarios al respecto. Y recuerda que la próxima entrega será en tres semanas.

La entrada Productividad Personal Edición 2022: Reflexiones Día 2 se publicó primero en Óptima Infinito.


miércoles, 13 de octubre de 2021

Cómo evitar el fracaso en 7 pasos

Por: Franck Scipion

Vivimos en una sociedad sobreestimulada con notificaciones, emails, llamadas y un sinfín de inputs que bombardean nuestro cerebro. El foco mediático de las redes sociales se posa sobre nuestras cabezas y genera una competitividad insana. Se encumbra a los supuestos ‘ganadores’ y se denigra a los ‘perdedores’. Esto provoca un pavor al fracaso, así que ... Leer más

La entrada Cómo evitar el fracaso en 7 pasos se publicó primero en Lifestyle al Cuadrado.


viernes, 8 de octubre de 2021

Los Horizontes Superiores son sólo para Reflexionar

Por: José Miguel Bolívar

En este post voy a explicar por qué los Horizontes Superiores son sólo para Reflexionar.

Aunque en realidad la afirmación anterior es una licencia literaria, porque también se usan para Organizar y Ejecutar.

El motivo que me ha llevado a escribirlo es que uno de los errores más comunes al dar los primeros pasos por el camino para dominar GTD® es mezclar los Horizontes Superiores con otras categorías organizativas.

Un error que yo también cometí y del que —peor aún— tardé mucho tiempo en darme cuenta y corregirlo.

Te contaré cuáles son los motivos más frecuentes que provocan este error, para que puedas estar al tanto y evitarlo.

Explicaré también qué son, qué aspecto tienen y para qué sirven en realidad los Horizontes Superiores.

Y, por supuesto, expondré por qué mezclarlos con otras categorías organizativas es una mala práctica y qué consecuencias negativas tiene.

La fórmula perfecta para hacerlo mal

La combinación de factores es tan «perfecta» que considero muy difícil evitar este error en las primeras etapas de GTD.

En primer lugar tenemos esa fuerte «mentalidad de archivista» —probablemente fruto de nuestro pasado primitivo— que nos lleva a obsesionarnos con «¿dónde lo pongo?».

Al igual que para un martillo todo son clavos, para las personas con mentalidad de archivista todo son archivos, contenedores en los que «poner» cosas.

En segundo lugar, los Horizontes Superiores se explican empleando la metáfora de los niveles de altitud, una metáfora sobre cuya efectividad pedagógica sigo teniendo mis dudas.

Porque esta metáfora jerárquica, de amplitud creciente, favorece que se malinterpreten los Horizontes Superiores como una serie de contenedores anidados unos dentro de otros, a modo de muñecas matrioska.

En tercer lugar tenemos las herramientas, que también contribuyen generosamente a este error incorporando elementos de los Horizontes Superiores en sus gestores de listas.

Lógicamente, encontrarnos con estos elementos (categorías, etiquetas, etc.) nos lleva a pensar que, si están ahí, será para usarlos, con lo cual el error es casi inevitable.

Y, finalmente, está el desconocimiento de GTD, fruto de (mal)interpretar y suponer en lugar de dedicar el tiempo y la energía mental necesarios para entenderlo.

Si crees que GTD es simplemente un sistema de listas o, peor aún, un sistema de carpetas, es que sigues sin entenderlo.

GTD es simplemente una colección organizada de recordatorios visibles.

La verdad sobre los Horizontes Superiores

Los recordatorios de GTD pueden ser de muchos tipos y tener distintas utilidades. Ahora no voy a extenderme, pero escribiré un post al respecto detallando todos los tipos que existen y la utilidad de cada uno de ellos.

En el caso concreto de los Horizontes Superiores, estamos hablando de recordatorios de diversa naturaleza, todos ellos relacionados con lo que en GTD se llama Perspectiva.

Estos pueden abarcar desde qué es lo verdaderamente importante para ti en este mundo hasta cuáles son los estándares que quieres mantener en tu vida.

Lo que todos ellos tienen en común es que son aspectos de tu vida relevantes para ti por un motivo u otro.

Por eso quieres reflexionar sobre ellos con la frecuencia necesaria, para obtener una visión más completa y global al respecto, por si consideras oportuno introducir algún cambio.

Y, como el cerebro es una chapuza y la memoria más aún, utilizas recordatorios para no olvidarte de Reflexionar sobre ellos con la frecuencia necesaria.

El aspecto de estos recordatorios puede ser el de un mapa o una lista. Ambos formatos son igualmente válidos, así que puedes elegir el que más te guste.

De hecho, se pueden parecer mucho a las listas de desencadenantes de incompletos que entregamos en la formación GTD oficial de Nivel 1, tanto en apariencia como en uso.

Los Horizontes Superiores no son en ningún caso contenedores de elementos de otras categorías organizativas.

Me refiero a que el propósito no contiene la visión, ni esta contiene las metas y objetivos, ni estos las áreas de enfoque y responsabilidad, ni estas contienen proyectos ni los proyectos contienen acciones.

Los Horizontes Superiores sólo contienen recordatorios de aspectos de tu vida sobre los que quieres Reflexionar regularmente.

Mala práctica y sus consecuencias

Los recordatorios de los Horizontes Superiores son muy distintos de los que usas a diario y/o semanalmente para recordar qué te has comprometido a hacer o qué resultados quieres conseguir, por citar algunos ejemplos.

De hecho, son distintos en todo, tanto en su naturaleza, como en su apariencia como en su utilidad. Por consiguiente, mezclarlos con los de uso diario o semanal es una mala práctica.

La buena práctica es organizar con el menor número posible de criterios para poder elegir rápido y sin esfuerzo.

Añadir información innecesaria a los recordatorios de tus categorías organizativas básicas, además de ser un trabajo adicional injustificado, obliga a tu cerebro a decodificar información extra de mínima nula utilidad.

Por poner un ejemplo concreto, asociar áreas de enfoque o responsabilidad a los recordatorios de tus acciones y proyectos es sobrecomplicar.

Y ya sabes que el problema de sobrecomplicar es que dificulta el avance por el camino para dominar GTD, porque favorece que te caigas de la tabla.

Porque, además, da exactamente igual que tengas más o menos recordatorios en cada uno de esos Horizontes Superiores.

Mientras tengas en cada uno de ellos lo que para ti tenga sentido tener, la cantidad da exactamente igual.

Es completamente normal tener muchos en algunos y muy pocos en otros. Lo que no es normal es lo contrario.

Y para saber si tienes en cada uno de ellos lo que para ti tiene sentido tener lo único que necesitas es Reflexionar, revisándolos y pensando sobre ellos con la frecuencia y, sobre todo, con la calidad de pensamiento adecuados.

Así que, recuerda, añadir los Horizontes Superiores a tus listas de acciones y/o proyectos es sobrecomplicar (y, normalmente, también procrastinar) porque los Horizontes Superiores son, esencialmente, para Reflexionar.

La entrada Los Horizontes Superiores son sólo para Reflexionar se publicó primero en Óptima Infinito.


martes, 5 de octubre de 2021

10 mejores plataformas para vender ebooks

Por: Franck Scipion

Si tu modelo de negocio se basa en la creación de infoproductos en texto o la escritura de libros, la tecnología te permite hoy abrirte al mercado y utilizar plataformas para vender tus ebooks de forma autónoma y automatizada. Crear tus propios ebooks y autopublicarlos puede convertirse en tu actividad para que consigas cumplir tu ... Leer más

La entrada 10 mejores plataformas para vender ebooks se publicó primero en Lifestyle al Cuadrado.


lunes, 4 de octubre de 2021

Cómo crear una campaña publicitaria en YouTube Ads

Por: Franck Scipion

YouTube se ha convertido en la plataforma de vídeo más popular. Eso ya nadie lo puede negar. Encuentras contenido de todo tipo en esta plataforma y es el segundo buscador más utilizado, detrás de Google. Con 2.000 millones de usuarios en todo el mundo es también la segunda red social más utilizada, y la que ... Leer más

La entrada Cómo crear una campaña publicitaria en YouTube Ads se publicó primero en Lifestyle al Cuadrado.


viernes, 1 de octubre de 2021

Lo único que importa para tomar decisiones

Por: José Miguel Bolívar

En este post voy a compartir contigo algunas reflexiones sobre lo único que importa para tomar decisiones.

Porque tomar decisiones —buenas decisiones— es indispensable para mejorar tu efectividad.

La tendencia natural ante cualquier situación es reaccionar de manera impulsiva, en caliente, eligiendo intuitivamente la opción aparentemente mejor.

Y, para complicar aún más la cosa, decidir es algo que, en general, nos suele gustar más bien poco y hay al menos un par de motivos claros para ello.

Por una parte, decidir bien implica pensar. ¡Uf! ¡Qué pereza!

Por otra parte, decidir siempre implica arriesgar. ¡Uy! ¡Qué miedo!

A pesar de ello, decidir bien es en realidad muy sencillo. Sólo necesitas aprender y aplicar algunas buenas prácticas para hacerlo.

Cuando lo útil se vuelve disfuncional

Reaccionar de manera impulsiva, en caliente y eligiendo intuitivamente la opción que parece mejor es un comportamiento que ha jugado históricamente muy a favor de nuestra supervivencia como especie.

A lo largo de su proceso evolutivo, el ser humano ha mantenido una lucha encarnizada por sobrevivir, una lucha en la que reaccionar rápido era un factor decisivo.

Actualmente, sin embargo, la realidad es muy distinta. ¿A cuántas situaciones se enfrenta hoy el ser humano en su día a día que realmente supongan una amenaza para su vida?

En esta nueva realidad, seguir reaccionando como nuestros antepasados no sólo ha dejado de ser útil —y de tener sentido— sino que se ha vuelto profundamente disfuncional.

Porque antes la consecuencia de gran parte de tus elecciones era evidente e inmediata: o sobrevivías o morías.

Pero ahora las consecuencias son mucho menos evidentes y, en la mayoría de los casos, mucho menos inmediatas.

Lo que haces —y lo que no— tiene consecuencias

Mucho de lo que nos ocurre en la vida nos viene dado. Familia, lengua, cultura, creencias, etc. vienen en gran medida condicionadas por dónde nacemos.

Pero, dejando todo esto a un lado, otra gran parte de lo que nos ocurre es consecuencia directa de lo que hacemos y también de lo que no hacemos.

Y, como ya habrás imaginado, lo que hacemos y lo que no hacemos son simplemente la expresión de lo que elegimos o decidimos hacer o no hacer.

Precisamente por eso es tan importante dejar de reaccionar como nuestros antepasados y adecuar nuestro comportamiento a la realidad actual.

Una realidad en la que los matices importan, las opciones son muchas —a menudo poco obvias— y las consecuencias rara vez son inmediatas.

Aceptar es madurar

Es perfectamente lícito que haya cosas que no te gusten, como también es lícito preferir que sean de otra manera.

Pero que no te gusten, o preferir que fueran distintas, es una cosa y otra, muy distinta, es ser incapaz de aceptar que son como son. Eso es inmadurez.

Decidir siempre conlleva un riesgo, por mínimo que sea. Y esto, te guste o no, es así. Acéptalo.

Incluso evitar decidir es una decisión, así que también en este caso estás asumiendo un riesgo.

Algunos comportamientos que evidencian esta falta de madurez son:

  • Obsesionarte por acertar en lugar de centrarte en tomar la decisión correcta, independientemente de si aciertas o no.
  • Tener miedo a las consecuencias en lugar de aceptarlas como algo inherente al proceso de decidir.
  • Tener miedo a que te falte información en lugar de aceptar que nunca vas a tener toda la información y que, además, demasiada información suele ser contraproducente.
  • Tener miedo a que no sea el momento idóneo para decidir en lugar de adoptar la buena práctica que recomienda David Allen → «the last responsible moment» (el último momento responsable).
  • Los pensamientos de culpa a posteriori del tipo «si hubiera decidido mejor», en lugar de aceptar que es imposible que el 100% de tus decisiones correctas sean también acertadas.

Lo único que importa para tomar decisiones

Para decidir tiene que haber al menos dos opciones, aunque en muchas ocasiones habrá más. Un factor que ayuda a tomar decisiones (bien) es ser consciente del mayor número posible de esas opciones.

Cada opción conlleva una cierta probabilidad de que, como consecuencia de ella, ocurran cosas que consideres positivas o negativas. Cuanto más claro tengas las posibles consecuencias de cada opción, mejor.

La información relevante para el proceso de decisión es a menudo dinámica, es decir, va cambiando con el tiempo. Por eso es una buena práctica esperar al último momento responsable para decidir con la información más reciente y actualizada.

El último momento responsable es aquel que, si lo sobrepasas, ya estarás decidiendo tarde y, por consiguiente, mal (aunque aciertes).

Tener siempre presente el propósito de la decisión es fundamental. ¿Para qué estoy tomando esta decisión? ¿Qué me aporta?

Una vez tienes claro lo anterior, lo único que importa para tomar decisiones es optar —en el último momento responsable y a partir de la información disponible— por la opción conocida que más te acerque a conseguir tu propósito.

La entrada Lo único que importa para tomar decisiones se publicó primero en Óptima Infinito.