Por: Jeroen Sangers
Si echamos una rana en una olla con agua hirviendo, esta salta inmediatamente hacia fuera y consigue escapar. En cambio si ponemos una olla con agua fría y echamos una rana esta se queda tan tranquila. Y si a continuación empezamos a calentar el agua poco a poco, la rana no reacciona sino que se va acomodando a la temperatura hasta que pierde el sentido y, finalmente, muere.
Un clásico que podemos explicar para explicar muchos fenómenos actuales (aceptación de la clase política, la poca productividad, etc…)
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