viernes, 13 de abril de 2018

Ignorar con comodidad o ignorar con seguridad

Por: José Miguel Bolívar

Solo te puedes sentir bien con lo que no haces cuando sabes qué es lo que no haces.
David Allen

El otro día, escuchando una entrevista que hacía David Allen a mi colega William Eliot, GTD® Certified Master Trainer y Global Partner de  formación GTD® de la David Allen Company en Sudáfrica, escuché una frase que no solo me gustó sino que me ha dado bastante que pensar, hasta el punto de haberme llevado a escribir este post.

La frase era en realidad una pregunta que planteaba William al hablar sobre las muchas cosas que, inevitablemente, siempre quedan sin hacer en el trabajo del conocimiento: «What’s the difference between safely ignore and comfortably ignore?».

Pensando sobre ella, me di cuenta de que la mayoría de las personas se encuentra en una posición mucho más próxima al «comfortably ignore» que al «safely ignore», con todas las consecuencias que ello supone, y eso me hizo pensar en lo muy distintas que son estas consecuencias para las personas efectivas y las personas inefectivas.

Como decía antes, una de las características del trabajo del conocimiento es que, al margen de lo mucho que se trabaje, de lo muy competente que se sea o del mucho compromiso que se tenga, siempre quedan cosas sin hacer.

Dicho con otras palabras, somos literalmente «incapaces» de hacer todo lo que hay que hacer. Por sistema. Lo anterior es una verdad dolorosa, pero inamovible, por lo que, como suelo decir en mis cursos, cuanto antes la interiorices, más feliz vas a vivir.

Una vez se ha asumido el hecho de que siempre quedan cosas sin hacer, lo siguiente es analizar el impacto que genera en nosotros esta realidad. En este sentido, lo que más condiciona el tipo de impacto es la relación que mantenemos con, o hacia, todas esas cosas que han quedado sin hacer.

Habitualmente, las personas inefectivas solo son conscientes de una parte de todo lo que no hacen. Esto es un grave problema, porque el hecho de desconocer qué es exactamente lo que estás dejando sin hacer solo acarrea consecuencias negativas.

Por una parte, desconocer lo que no haces te impide actuar proactivamente sobre ello y este impedimento afecta a múltiples niveles. Por ejemplo, te impide renegociar el compromiso que habías adquirido, pero también te impide prepararte con un plan de contingencia.

De hecho, una de las premisas fundamentales de la metodología GTD® es que los compromisos mal gestionados generan estrés. Y algo que estás dejando sin hacer sin ser consciente de ello es, por definición, un compromiso mal gestionado. Luego desconocer lo que no haces, es también una gran fuente de estrés.

Por el contrario, las personas efectivas son plenamente conscientes de todo lo que no hacen. Esto supone una enorme ventaja, ya que hace posible la proactividad, bien a la hora de renegociar compromisos , en lugar de incumplirlos, bien a la hora de poner en marcha planes de contigencia que minimicen las consecuencias negativas de no hacer las cosas.

Tanto las personas efectivas como las inefectivas son «incapaces» de hacer todo lo que hay que hacer, pero unas y otras se encuentran en situaciones muy distintas, que dan lugar a la paradoja que William Elliot ponía de manifiesto en su pregunta.

Por una parte, tenemos que, mientras que las personas inefectivas viven en una situación de «cómoda incapacidad», las personas efectivas viven en una situación de «incómoda incapacidad».

Dicho de otra forma, ignorar lo que se está dejando sin hacer resulta cómodo, ya que, como lo ignoras, no te genera ningún tipo de sentimiento negativo de frustración, culpabilidad, miedo… Por el contrario, ser consciente de todo lo que estás dejando sin hacer resulta generalmente incómodo, porque te produce precisamente todas esas sensaciones negativas.

Por otra parte, tenemos que las personas inefectivas viven en una situación de «incapacidad peligrosa», mientras que las personas efectivas viven en una situación de «incapacidad segura».

En otras palabras, ignorar lo que estás dejando sin hacer es peligroso, porque te impide prepararte para las posibles consecuencias negativas. Sin embargo, ser consciente de todo lo que estás dejando sin hacer es seguro, porque te permite actuar proactivamente sobre ello y prevenir posibles consecuencias.

La paradoja por tanto es que ignorar lo que dejas sin hacer es cómodo, pero peligroso, mientras que ser consciente de todo lo que dejas sin hacer es mucho más seguro, aunque también es más incómodo, al menos en un primer momento.

Digo en un primer momento, porque una de las muchas ventajas que disfrutamos las personas que hemos integrado completamente la efectividad personal en nuestras vidas es que, gracias a ello, hemos podido romper la paradoja.

Y es que las personas altamente efectivas no solo disfrutan de la seguridad que da saber qué no están haciendo y tenerlo controlado, sino que además han aprendido a sentirse bien con ello, porque saben, en todo momento y con plena confianza, que están haciendo lo que hay que hacer.


0 comentarios:

Publicar un comentario