jueves, 10 de octubre de 2019

¿Por qué nos da miedo el cambio laboral?

Por: Ana González Duque
¿Por qué nos da tantísimo miedo el cambio laboral?

¿Tienes miedo al cambio laboral? ¿Te aterra tomar la resolución de cambiar de trabajo? Tal vez por eso sigues en un trabajo que no te gusta o que te está amargando la vida.

Estás en un momento de crisis y lo sabes.

Lo que no sé si sabes es que la palabra crisis viene del griego Krisis, que significa cambio. Cualquier crisis provoca en nosotros la obligación de cambiar cosas. Por eso se habla de la crisis de los cuarenta o de la crisis financiera. 

Pero una crisis no tiene por qué ser necesariamente algo malo.

De verdad.

Te explico por qué cambiar de trabajo a los 40 —o a los 50— no es una locura total.

Nuestro cerebro es un yonki de la zona de confort, así que asocia la palabra crisis con una sensación de desagrado. No le gusta cambiar. Ante una crisis aparece el temor, el respeto, el miedo al cambio: una sensación de inseguridad, de sentir que no tenemos las cosas bajo control. Esto genera ansiedad y nos sentimos muuuuy incómodos.

¿Dejar el trabajo por ansiedad?

Nuestro trabajo está muy relacionado con nuestro estatus social y con nuestra autoestima. Y plantearnos seguir en él puede generar una ansiedad importante (la presión de estar a disgusto termina saliendo por algún lado), pero tomar la decisión genera un estrés que nos ahoga.

Imagina lo que fue decir a mi familia que dejaba la Medicina (soy anestesista) para dedicarme a escribir. Imagina lo que fue para Franck decirle a los suyos «Que no voy a buscar trabajo por cuenta ajena, que me voy a montar una empresa online».

Ante un cambio laboral, es muy normal que nos lleguen dudas en plan: «¿Me estaré equivocando?», «¿Estoy tirando todo lo que he conseguido a la basura?». Y a esas dudas se suman las de los de nuestro entorno.

El miedo al cambio nos paraliza y no nos deja crecer y desarrollarnos como personas.

Nos quedamos estancados en una profesión o en un trabajo que no nos llena solo por no creernos capaces de hacer otra cosa y, sobre todo, por el miedo a dar el paso.

¿Qué provoca este miedo al cambio laboral? 

Nuestro cerebro es como un mapa del que no conocemos una gran parte. La zona que conocemos —nuestra consciencia— es un espacio accesible, nos movemos por ella como pez en el agua o como barco con un motor. Sin embargo, la parte inconsciente es el viento que impulsa las velas cuando el motor falla. Un capitán de barco debe aprender a usar el viento en su favor o no llegará muy lejos en el agua. Imagina si encima llega una tormenta.

Si accedemos a la parte no conocida del mapa de nuestro cerebro, descubrimos grandes tierras inexploradas con materia prima no explotada. Pero también existen peligros: animales salvajes o monzones a los que llamaremos «filtros mentales», trampas que nos impiden llegar a desarrollar todo el potencial de esas tierras tan ricas que descubrimos. 

Miedo al cambio laboral

Todo eso está controlado por el SAR. Una zona de nuestro cerebro —el sistema de activación reticular—, que te lo digo y te vas a quedar en las mismas a menos que seas neurólogo o algo por el estilo. Pero, vamos, es la parte del cerebro que nos permite sobrevivir en la selva, el responsable de la alerta y del patrón de sueño/vigilia, el que nos avisa de los peligros… un crack cerebral de la supervivencia.

El problema es que la mayoría de nosotros ya no necesita sobrevivir en la selva (la selva es la que necesita sobrevivir de nosotros), así que el SAR tiene que fijarse en otros peligros potenciales, filtrando la enorme cantidad de información que recibe cada día.

Imagina que tienes un puzzle de madera de esos que usan los niños pequeños en el que cada pieza tiene una forma geométrica que encaja en su lugar con la misma forma. Si tienes una de ellas en forma de círculo, por más que te esfuerces en meterla en la del cuadrado no cabrá. El filtro mental del SAR actúa de forma parecida: solo te deja encajar las ideas que tienen la forma preconcebida. El resto no son percibidas como reales o positivas por la consciencia, pero esto es un error de bulto, un sesgo de tus sentidos. El llamado sesgo de confirmación. 

Las oportunidades que vemos no son las que existen.

Solo vemos lo que queremos ver, lo que encaja en el molde. 

Muchas veces es necesario que toquemos fondo (que nos despidan, que cojamos una baja por depresión, que nos separemos de nuestra pareja…) para que nos atrevamos a dar el paso, a reunir el coraje de lanzarnos al mar desconocido. 

Otras veces abrazamos un cambio importante con alegría: tener hijos, vivir en pareja, mudarnos…

Sin embargo, hay cambios que nos cuestan la vida: dejar de fumar, cambiar de hábitos alimenticios para adelgazar, hacer deporte de forma constante, bajar la tapa del váter… 

Por lo tanto, hay cambios fáciles y cambios difíciles para cada uno de nosotros.

Para que cambies, no solo debes cambiar en cabeza sino también en corazón, cambiar tanto tu lado racional como emocional. 

Veamos qué quiero decir con esto.

Cómo superar el miedo a emprender

En el cerebro hay dos sistemas que funcionan de forma simultánea, conectándose íntimamente. Un sistema racional y un sistema emocional. 

Ya Platón hablaba de estos dos sistemas diciendo que el emocional era como un caballo desbocado y el racional, un auriga que lo controlaba y lo guiaba. O sea que no te estoy descubriendo nada nuevo con esto. 

¿Has pecado con una Oreo en medio de una dieta? ¿Has llamado a tu ex a media noche aunque sabes perfectamente que está con otra? ¿Has intentado dejar de fumar y recaes una y otra vez? 

Cuando procrastinas con algo de tu negocio, pasa lo mismo.

La culpa es de tu auriga cerebral, que no domina al caballo. El auriga es humano, lento, tiene que procesar las cosas para tomar decisiones. El caballo es animal, instintivo, mucho más rápido. Si siempre gana el caballo, el auriga se fatiga, se deprime, termina dejando las riendas. 

Y tú terminas tirando la toalla porque las cosas no funcionan.

El autocontrol es un recurso limitado. Se agota. 

Cuanto mayor sea el cambio —y un cambio laboral es un cambio grande—, mayor es la demanda de control que necesita el auriga sobre el caballo y se agotará más rápidamente. 

Cuando el caballo y el auriga van al unísono es cuando se produce el cambio de verdad. Por eso es por lo que te digo que tienes que alinear corazón y mente. Uno no deja de fumar hasta que quiere dejar de fumar.

Uno no lleva a cabo acciones correctas en su negocio hasta que no se compromete hasta las trancas en conseguirlo.

Si quieres cambiar algo, conseguir llegar a un objetivo siguiendo los cambios que te dictan los resultados que recoges, necesitas embaucar al caballo con zanahorias y además, que al auriga le parezca razonable para que no dé mil vueltas a las cosas. 

Muchas veces lo que parece ineficacia es falta de claridad. 

Cuando empezamos en un negocio online, nos vemos asaltados por la inmensa cantidad de cosas que nuestro cerebro nos dice que tenemos que hacer: una web chula, dominar las redes sociales y el copywriting, hacernos con el email marketing, que los embudos de venta funcionen, la fiscalidad de una tienda online…

El SAR se echa a temblar como si le asaltasen miles de tigres de sable.

Los cambios empiezan por cambiar un solo hábito: uno solo. Por ejemplo, voy a caminar media hora todos los días hasta tal día. Eso es un proyecto claro como el agua que marca la dirección a seguir al auriga.

Tienes que allanar el camino al caballo (lo voy a hacer oyendo un podcast para además divertirme, solo media hora me es más sencillo de acoplar en mi horario). Y me pesaré una vez por semana para ver cómo influye en mi peso (motivación). Así te será más fácil. 

Ahora aplícalo a tu negocio: este mes me voy a dedicar a diseñar y validar mi oferta. Propuesta sencilla. Siguiente paso: ¿cómo voy a hacer esto?

Lo voy a hacer buscando si mi nicho de mercado es rentable (para eso tienes esta guía de descarga gratuita) y luego diseñando mi hoja de ruta.

Nichos de mercado probados para nómadas digitales

Las pequeñas mejoras —mejoras de menos de un 1%— pueden provocar diferencias sorprendentes. El impacto que un hábito repetido produce a lo largo de la vida es impresionante, pero nunca lo hace de forma inmediata y eso es lo que descorazona al jinete y permite que el caballo vuelva a desbocarse. 

Determinar si ese cambio te conduce o no a tu objetivo a largo plazo es lo importante. Tus resultados son los que indican si ese pequeño cambio te pone en la trayectoria correcta, por lo tanto es fundamental analizar y recoger datos, plantearte objetivos a corto y largo plazo.

Tus resultados son un producto de aquello que repites de forma sistemática.

Si solo repites lo que funciona y desechas lo que no, terminas consiguiendo tus propósitos. Y conseguir los pequeños hitos que te vas marcando hace que el SAR se calle y tú empieces a recuperar la confianza y a avanzar en tu proyecto.

¡Ponte en marcha hoy mismo!

¿Te ayudamos?




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