viernes, 18 de octubre de 2019

Personalizar GTD®: Qué es y cuándo hacerlo

Por: José Miguel Bolívar

Personalizar GTD®, ¿es algo que conviene hacer o, por el contrario, es desaconsejable? La respuesta, como tal vez ya hayas imaginado, es: depende.

Seguro que habrás oído, o leído, por ahí alguna vez que «hay que usar GTD® tal y como es, sin cambiarlo». Esta afirmación parece ir bastante en contra de «personalizarlo», ¿no?

Sin embargo, para la David Allen Academy, personalizar GTD® es un signo de madurez en el camino para dominar GTD®, una evidencia de progreso hacia la maestría.

A la vista de esto, parece que nos encontramos ante una paradoja. ¿Cómo es posible «personalizar» GTD® y, a la vez, «usarlo tal y como es, sin cambiarlo»?

La respuesta es sencilla y la clave está en entender qué es, y qué no es, «personalizar» GTD®.

Una vez lo hayas entendido bien, tendrás también muy claro cuándo conviene y cuándo no conviene hacerlo.

Qué se puede «personalizar» de GTD®

Antes de seguir, echa un vistazo con calma a este esquema y asegúrate de entenderlo:

problema o recurso («por qué») ➜ acción para contrarrestar el problema o aprovechar el recurso («qué») ➜ mejor práctica para llevar a cabo esta acción («cómo») ➜ resultado que consigo al llevarla a cabo («para qué»)

Aplicado a un ejemplo:

por qué») me he hecho una herida ➜  («qué») voy a desinfectarla ➜ («cómo») limpiándola con un antiséptico ➜ («para qué») para evitar una infección

Si has entendido esto, habrás entendido también que lo único que se puede «personalizar» en GTD® son los «cómos». Es imprescindible tener esto 100% claro antes de «tocar» nada de GTD®.

«Personalizar» GTD® implica mantener intactos los «qués», ya que estos «qués» son lo que conocemos como principios productivos universales.

Todos los «qués» de GTD® tienen una razón de ser y un propósito. Dicho de otra forma, todo en GTD® se debe a un «por qué» y tiene un «para qué».

Cada «qué» de la metodología intenta contrarrestar, o aprovechar, según el caso, al menos uno de esos «por qués», y lo hace siempre con un único «para qué»: mejorar tu efectividad.

Modificar un «qué» significa dejar de contrarrestar, o de aprovechar, al menos uno de los «por qués» y, en consecuencia, su correspondiente «para qué».

En consecuencia alterar un «qué» siempre conlleva perder parte de la mejora en nuestra efectividad.

Qué es personalizar GTD®

«Personalizar» GTD® es cambiar un «cómo», manteniendo su «qué», de tal forma que aumente la magnitud de su «para qué».

En el ejemplo de antes, «personalizar» la metodología del tratamiento inicial de heridas leves podría ser: «limpiar la herida con un antiséptico que además favorece una cicatrización rápida».

Es «personalizar» la metodología porque al limpiar la herida con un medicamento que también favorece la cicatrización rápida (cambias el «cómo»), sigues desinfectándola (mantienes el «qué») y contribuyes aún más a evitar una infección (aumentas la magnitud del «para qué»).

Que es romper GTD®

«Romper» GTD® es cambiar un «cómo» de tal forma que altere el «qué» y, en consecuencia, impida el «para qué».

En el ejemplo de antes, «romper» la metodología del tratamiento inicial de heridas leves podría ser «limpiar la herida con un medicamento no antiséptico que favorece una cicatrización rápida».

Es «romper» la metodología porque al limpiar la herida con un medicamento que favorece la cicatrización rápida y que no es antiséptico (cambias el «cómo»), ya no estás desinfectando la herida (alteras el «qué»), luego no estás evitando una infección (impides el «para qué»).

Cuando personalizar GTD®

Imagina que alguien te pasa una receta de cocina. Sería absurdo introducir cambios en ella antes de haberla probado al menos una vez para ver qué tal sale el guiso (y encima criticarla porque no te gusta como queda).

Después, una vez que sabes cómo sabe el plato que has preparado, estarás en condiciones de introducir cambios, añadiendo, quitando o cambiando la cantidad de determinados ingredientes, o modificando el proceso de preparación.

Porque, si no sabes ni a qué sabe, ¿cómo vas a saber si tus cambios son a mejor o a peor?

Pues con GTD® ocurre igual.

En su primer contacto con la metodología, nadie es capaz de discernir qué parte de GTD® corresponde a los «cómos», qué parte a los «qués» y, muchísimo menos, cuáles son los «por qués» y los «para qués».

Y, por supuesto, nadie tiene ni idea del efecto que un GTD® bien aplicado puede producir en su vida.

Incluso después de unos primeros años de práctica, siguen siendo muy pocas, poquísimas, las personas que entienden todos estos matices con la claridad y profundidad suficiente como para poder «tocar» GTD® sin «romperlo».

Para poder «personalizar» GTD®, en lugar de romperlo, necesitas haber experimentado lo suficiente la mejora de tu efectividad que produce la aplicación de cada uno de los «qués» inalterados.

Yo «rompí» GTD® muchas veces por «tocar sin saber qué tocaba», con las consiguientes «caídas de la tabla».

Por fortuna, mi humildad me ayudó a entender que el que GTD® no me funcionara se debía únicamente a mi atrevimiento ignorante, así que, en lugar de abandonar o de culpar al método, dejé de perder el tiempo y centré mis esfuerzos en aplicar GTD® tal y como es.

Necesité al menos cuatro o cinco años de «usar sin tocar» la metodología para poder empezar a «tocar sin romper», y a día de hoy sigo aprendiendo.

Recuerda: solo cuando eres capaz de reconocer los efectos de cada «qué», estás en condiciones de detectar si al cambiar un «cómo» estás aumentando o disminuyendo la magnitud del «para qué», es decir, si estás manteniendo inalterado el «qué» o lo estás alterando.

Adiós a la paradoja

El consejo «hay que usar GTD® tal y como es, sin cambiarlo» es por consiguiente el que hay que seguir hasta alcanzar un nivel de dominio suficiente en el camino para dominar GTD® (etapa de «Implementación» en los 3 niveles, como mínimo recomendable).

Una vez alcanzado ese nivel de dominio, «personalizar» GTD® no solo es posible, sino que es necesario, ya que adaptarlo cada vez más a las propias circunstancias y características es la única forma de obtener el máximo provecho de la metodología.

Por eso, para la David Allen Academy, personalizar GTD® es un signo positivo de madurez en el camino para dominar GTD®.

El problema surge cuando, desde la más absoluta ignorancia, como hacía yo, te pones a «tocar sin saber» GTD® con el convencimiento (100% infundado) de que lo estás «personalizando» cuando, en realidad, solo lo estás «rompiendo».

Por eso, mi aprendizaje más valioso hasta el momento en este camino es que la humildad es la más importante de todas las claves para el éxito con GTD®.


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