martes, 17 de marzo de 2015

Toma de decisiones y estrés

Por: Jerónimo Sánchez

Etiqueta Práctica


Hace unos días un lector dejó un comentario en un artículo que escribí hace ya tiempo sobre el verdadero trabajo sin estrés. En el artículo explicaba el papel que juega la procrastinación en nuestro estrés, y cómo el saber las causas por las que estamos procrastinando nos puede ayudar a tomar mejores decisiones y reducir, o incluso eliminar totalmente, el estrés. La pregunta que el lector planteaba era la siguiente:



Todo lo que dices es muy bonito, pero si tienes un restaurante y todos quieren comer a la vez, ¿les digo que vengan más tarde para que no me causen estrés?



Aun sin estar directamente relacionada con el trabajo del conocimiento ni con la procrastinación —temas subyacentes del artículo—, la pregunta sigue siendo bastante interesante, y estoy seguro de que más de uno pondría sobre la mesa alguna pregunta similar hablando de estos temas. En concreto, creo que responderla puede arrojar bastante luz sobre el asunto de la toma de decisiones difíciles y el estrés, como parte de nuestro día a día productivo.



La respuesta que le di a mi lector fue, en resumen, “Si, así es, debes decirles a algunos de ellos que vengan más tarde”.


Si tienes un restaurante donde todos quieren comer a la vez, y no puedes hacerlo por el motivo que sea, necesariamente deberás dejar alguno sin atender. Las explicaciones que tengas que dar, lo que piensen o digan los clientes, o los sentimientos que te genere la situación son absolutamente irrelevantes. Hay un hecho objetivo, y es que alguno de los comensales se quedará sin atender o tendrá que esperarse.


Antes de continuar, decir que la idea de considerar siempre hechos objetivos es muy potente, y de hecho es algo en lo que siempre hago hincapié en los talleres que facilito cuando explico la fase de procesar en GTD. No puedes tomar buenas decisiones si no “objetivizas” los hechos, y nunca te sentirás conforme con las decisiones que tomes si no tienes la absoluta certeza de que son las decisiones correctas. Esto, que puede resultar obvio para algunos, no lo parece tanto a juzgar por cómo nos comportamos diariamente, en el trabajo y en la esfera privada. Constantemente utilizamos información subjetiva para tomar decisiones, y eso es lo que genera la mayor parte de nuestro distrés, o estrés malo.


Siempre que consideremos hechos objetivos —en este caso, que no hay nada que puedas hacer en este momento para poder atender a todos los comensales a la vez—, podremos vivir en paz con las decisiones que tomemos. Por supuesto, decirles a tus clientes que se esperen, o que se vayan y regresen luego, no es algo agradable. Pero el que no sea algo agradable no cambia el hecho de que no puedes atenderlos, y desde luego es irrelevante para tomar la decisión. Una vez que tienes esto claro, decidir que tienes que hablar con tus clientes es muy sencillo. Pasarás un mal rato, pero al menos tendrás la seguridad de que estás tomando la decisión correcta, y podrás vivir en paz dejando a algunos de ellos sin atender.


Hace unos meses decidí volver a España después de 10 años viviendo en México. La decisión supuso una serie de análisis más o menos complejos de mi situación personal, metas profesionales, etc. Pero una vez que tuve todos los elementos de juicio objetivos sobre la mesa, tomar la decisión fue muy sencillo.


Es posible que otras personas en mi lugar hubieran vivido estresados durante semanas, e incluso después de tomar la decisión siguieran dándole vueltas a la cabeza. Yo no. Simplemente analicé los hechos objetivos, descarté lo que era irrelevante, asumí lo que no debía hacer —aquello que no aportaba valor—, y empecé a hacer lo que sí tenía que hacer para ir en la dirección que me propuse. O dicho de otra forma, aclaré mi propósito, definí el resultado que quería obtener y me puse a trabajar. ¿Estrés? No, sólo paz mental, fruto de saber que estaba haciendo lo correcto.


Volviendo al ejemplo que planteaba mi lector, lo primero que debes hacer es decidir cuál es el propósito de tomar la decisión, y luego definir un posible resultado que te permita alcanzar dicho propósito, antes de tomarla. En este caso, si tu propósito es minimizar el daño que puede hacer a tu negocio la situación presentada, y decides que un resultado aceptable de la decisión es atender adecuadamente a la mayor cantidad de comensales posible, entonces, como le respondí a mi lector, la decisión es simple: tendrás que informar a parte de tus clientes que no podrás atenderlos, y enfocarte en atender al resto lo mejor puedas.


Si se hace bien, tomar decisiones siempre es sencillo y no debe generar estrés. Otra cosa es que ciertas actividades —como tener que decirles a tus clientes que no los podrás atender— te generen cierto estrés. En ese caso, piensa —objetivamente— por qué la actividad te está generando estrés y, recursivamente, toma una decisión al respecto. ¿Quizá aprender a ser más asertivo? ¿O puedes evitar directamente la situación estresante mejorando tus procesos, contratando más personal, etc.?


Te puedo asegurar que, hagas lo que hagas al final, el ejercicio te habrá dado claridad y contribuirá a reducir enormemente tu estrés, cuando no a eliminarlo por completo.




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