viernes, 26 de abril de 2019

Entendiendo la diferencia entre orden y organización

Por: José Miguel Bolívar

Por alguno de los comentarios a mi anterior post, «Marie Kondo: un análisis desde la efectividad», he podido comprobar que la diferencia entre orden y organización sigue sin estar clara para algunas personas.

Por este motivo, voy a dedicar este post a intentar explicar con la mayor claridad posible cuál es la diferencia y por qué es importante diferenciar ambos conceptos.

Daniel Levitin es un conocido neurocientífico, experto en psicología cognitiva y autor de numerosos libros, entre ellos «The  Organized Mind», en el que explica claramente en qué consiste organizar y por qué y para qué es útil y necesario hacerlo.

Nuestro cerebro consume energía y la energía mental es limitada. Hacer un uso eficiente de dicha energía es, por tanto, un requisito para poder mejorar nuestra efectividad.

Hay cosas para las que nuestro cerebro es francamente malo, como por ejemplo gestionar recordatorios de cosas que tenemos que hacer, y otras para las que es francamente bueno, como por ejemplo establecer relaciones entre lugares y significados.

Hay una zona concreta del cerebro especializada en establecer y gestionar estas relaciones: el hipocampo.

Nuestros antepasados necesitaban tener muy claro, si querían sobrevivir, «dónde» estaba el poblado del enemigo, «dónde» se podía encontrar comida o «dónde» guarecerte de las inclemencias del tiempo.

Por tanto, desde la prehistoria, el ser humano está acostumbrado a pensar en términos de «lo que está en tal sitio significa tal cosa».

Esta capacidad para establecer correspondencias biunívocas entre lugares y significados es lo que científicamente se llama organizar, aunque la RAE, como ocurre habitualmente, siga yendo un paso crucial por detrás…

Dicho de otra forma, organizar es establecer correspondencias biunívocas entre «qués» y «dóndes».

Por su parte, ordenar es aplicar secuencias o patrones, los cuales pueden ser muy diversos: alfabéticos, numéricos, alfanuméricos, geométricos, estéticos…

Dicho de otra forma, ordenar es aplicar «cómos».

Cuando organizo, decido «qué» poner «dónde». Cuando ordeno, decido «cómo» poner «qué».

Obviamente, organizar y ordenar son compatibles. Algo puede estar simultáneamente organizado y ordenado.

Lo que es importante es entender que una cosa es que el orden y la organización «puedan» existir simultáneamente y otra, completamente distinta, que «tengan que» existir simultáneamente.

Por otra parte, en la práctica, hay más personas ordenadas entre las personas organizadas y, del mismo modo, hay más personas desorganizadas entre las personas desordenadas.

Pero la realidad es que se puede ser una persona organizada y desordenada, al igual que se puede ser una persona ordenada y desorganizada.

Y lo más importante de todo, hay que tener siempre en cuenta que el propósito de organizar es reducir la carga cognitiva sobre el cerebro a la hora de encontrar lo organizado.

Eso implica tener en cuenta el rendimiento neto de organizar. Si, para reducir carga cognitiva cuando vaya a acceder a lo organizado, dedico más recursos cognitivos de los que me voy a ahorrar, entonces soy ineficiente.

Este el el motivo por el que existe la «Regla de los 2 minutos» de GTD® que, como explica el propio David Allen, es un umbral de eficiencia: si tardas más en organizarlo que en hacerlo, ¡hazlo!

Esto último es importante porque hay actividades relacionadas únicamente con el orden que consumen recursos cognitivos y no aportan valor alguno a la organización ni, por tanto, a la efectividad.

Esto no significa que esté mal hacerlas, sino simplemente entender que el propósito de esas actividades es otro. Ordenar puede, por ejemplo, producir una satisfacción simplemente estética (nos gusta cómo queda) y eso puede ser un propósito en sí mismo, aunque sea irrelevante para la efectividad.

En línea con lo anterior, organizar «bien» significa buscar la forma más efectiva de organizar, que es la que permite el máximo ahorro de carga cognitiva con la mínima inversión de esfuerzo cognitivo.

Vamos a ver algunos ejemplos de ambos conceptos.

  • Una habitación llena de libros tirados por el suelo para donar está:
    • Desordenada, ya que no hay ningún patrón o secuencia reconocibles, es decir, no se encuentra un «cómo».
    • Organizada, ya que sí existe una correspondencia entre un «qué» (los libros para donar) y un «dónde» (esa habitación), es decir, hay una correspondencia entre un lugar y un significado ➜ la habitación de los libros para donar.
  • Una habitación en la que voy dejando todos los libros, tanto si los quiero conservar como si los quiero donar, en la misma estantería, agrupándolos según tamaño, está:
    • Ordenada, ya que se ha aplicado un «cómo» al dejar los libros (un criterio estético, los grandes con los grandes, los medianos con los medianos…).
    • Desorganizada, ya que no existe ninguna correspondencia entre «qués» y «dóndes». Cuando quiera donar los libros, tendré que revisarlos todos, uno por uno, para separar los que me quiero quedar y los que quiero donar.
  • Una habitación en la que voy dejando los libros que quiero donar en una parte de la estantería y los que quiero conservar en la parte opuesta, todos ellos agrupados por tamaño, está:
    • Ordenada, por el mismo motivo de antes (estético).
    • Organizada, ya que ahora sí hay una correspondencia entre «qués» y «dóndes». Cuando quiera donar los libros, sé que están todos en una parte concreta de la estantería.
  • Una habitación en la que voy dejando los libros que quiero donar en una parte concreta, ordenados alfabéticamente por autor, y el resto sin ordenar, en la otra parte de la estantería, está:
    • Sobre-ordenada, ya que he consumido recursos innecesarios en aplicar un patrón de orden alfabético a unos libros que voy a donar, por lo que nunca recuperaré esa inversión cognitiva.
    • Organizada, exactamente igual que en el caso anterior.
  • Una habitación en la que voy dejando los libros que quiero conservar en una parte concreta, ordenados alfabéticamente por autor, y el resto sin ordenar, en la otra parte de la estantería, está:
    • Ordenada, en esta ocasión según un orden alfabético en lugar de estético.
    • Organizada, pero menos eficientemente que en los casos anteriores, ya que he invertido recursos cognitivos extra en ordenar alfabéticamente los libros, algo que va a tener un retorno mínimo, ya que parece poco probable que recuerde todos los nombres de todos los autores y, por tanto, dónde encontrar cada libro. Una clasificación por temas en lugar de alfabética habría sido más efectiva.

Como puedes comprobar, diferenciar orden de organización, puede ser muy sencillo o no serlo tanto.

Suele ser sencillo cuando uno de los dos elementos, el orden o la organización, falta de manera evidente.

Sin embargo, en muchas ocasiones la diferencia está menos clara, por ser más sútil, sobre todo cuando el orden lleva aparejada una mejora de la organización.

En cualquier caso, espero que este post te haya ayudado a entender mejor la diferencia entre orden y organización, dos conceptos que, aunque a menudo van de la mano, son completamente distintos.

Y sí me gustaría que te llevaras una idea clara de todo esto: lo único que importa para la efectividad es la organización.

El orden es útil cuando contribuye a la organización, pero el orden por el orden es irrelevante para la efectividad.


viernes, 12 de abril de 2019

Marie Kondo: Un análisis desde la efectividad

Por: José Miguel Bolívar

Una parte importante de mi trabajo como profesional de la efectividad es intentar estar al día de los nuevos descubrimientos que las neurociencias siguen aportando a este campo.

También intento, aunque en menor medida, enterarme de las novedades que van apareciendo al respecto.

Por eso, cuando en 2016 oí hablar por primera vez de Marie Kondo, de su libro y de su supuestamente revolucionario método, lo compré y lo leí.

Mi sensación al terminar su lectura fue de ligera desilusión, probablemente porque, al haber leído tan buenas críticas sobre él, me había generado unas expectativas demasiado altas.

El libro me resultó simpático y fácil de leer, con algunas ideas interesantes, pero en términos de valor, me aportó muy poco.

Lo que menos me gustó es que mezcla principios productivos universales con opiniones personales muy cuestionables.

Su aparición en Netflix ha dado un nuevo empujón a su fama y ha supuesto el resurgir de todo tipo de artículos sobre su método, que algunas personas dicen de «organización», a pesar de tratar sobre «La magia del orden».

Mi intención en las próximas líneas es compartir contigo un análisis del libro de Marie Kondo y de su método desde la perspectiva de la efectividad. Espero que te resulte útil.

La eterna confusión entre orden y organización

Lo primero y más relevante es que Marie Kondo, al igual que la mayoría de las personas, confunde el orden con la organización, probablemente porque a menudo aparecen de forma combinada.

Organizar es establecer correspondencias biunívocas entre lugares y significados.

Dicho de otra forma, organizar es asegurar que todo lo que está en un sitio tenga un único significado, y que todo lo que tiene un significado concreto esté en un único sitio. Sin mezclar.

El orden tiene que ver con el establecimiento de estructuras o patrones. Puede ser un orden numérico, alfabético, geométrico, estético…

La diferencia entre orden y organización radica en su capacidad para reducir la carga cognitiva.

Si la manera específica en la que se disponen los elementos reduce la carga cognitiva, es organización; si no la reduce, es orden.

Desde el punto de vista de la efectividad, un cajón con todas tus camisetas revueltas y a la vista está desordenado, pero está tan organizado como ese mismo cajón con todas tus camisetas cuidadosamente enrolladas y ordenadas según postula Marie Kondo.

Está organizado porque tu cerebro no necesita recordar dónde tienes una determinada camiseta, ya que está en un único sitio posible: a la vista en el cajón de las camisetas.

Hay personas más o menos dependientes (o incluso adictas) al orden, para las que la imagen de un cajón lleno de camisetas revueltas puede resultar desagradable o incómoda. Pero hay también muchas personas que pueden vivir perfectamente felices con esta imagen.

Lo importante es tener claro que ambos tipos de personas son igual de organizadas y pueden ser por tanto igual de efectivas. El orden es irrelevante para la organización.

Reinventando la rueda

Marie Kondo habla de la magia del orden porque el orden es lo que ella valora. Sin embargo, muchos de los consejos que da en su libro tienen poco que ver con el orden y mucho que ver con la organización.

Por otra parte, todos los consejos sobre organización que Marie Kondo ofrece como parte de su método para ordenar estaban ya presentes en metodologías muy consolidadas como GTD® o 5S.

Por ejemplo, la parte inicial de desechar es análoga al «suprimir innecesarios» de las 5S y también es muy parecida a hacer una recopilación física y aclararla (=procesarla) en GTD®.

Sin embargo, Kondo «estropea» estas buenas prácticas al proponer un «cómo» más que cuestionable.

La efectividad implica que los «qué» tengan un «para qué» y que los «cómo» sean coherentes con ese «para qué».

Así, en 5S, las herramientas se organizan (y se ordenan) en función de su frecuencia de uso «para qué» se pierda el menor tiempo posible en acceder a ellas cuando hay que utilizarlas. En este caso, el «cómo» organizar está perfectamente alineado con el «para qué».organizar.

Del mismo modo, en GTD®, los recordatorios se organizan en función de las circunstancias en las que tiene sentido verlos «para qué» se pueda elegir con confianza qué hacer y qué no hacer en cada momento. También aquí el «cómo» está perfectamente alineado con el «para qué».

Mezclando ciencia y creencia

Sin embargo, el criterio que plantea Kondo a la hora de decidir qué ropa desechar o quedarte, es erróneo, ya que no es coherente con el «para qué» tienes ropa, que es para ponértela.

Un criterio válido a la hora de decidir que ropa dejar en tu ropero y cuál desechar puede ser su frecuencia de uso, como en 5S, o que te sirva valiendo de talla, o que no haya pasado de moda.

Puede haber muchos criterios válidos, pero todos ellos tienen que guardar relación con el uso que vas a hacer de esa ropa, ya que la ropa se tiene para usarla.

Que te haga feliz o no puede ser un criterio adicional complementario, es decir, de la que voy a conservar porque cumple algún criterio principal de uso, me quedo solo con la que me hace feliz.

El criterio de si algo te hace feliz o no a la hora de conservarlo o desecharlo tiene mucho sentido como criterio principal para un cuadro, un regalo que te han hecho o una fotografía, pero es absurdo como criterio principal para tu ropa.

Y en el caso de que quieras conservar alguna prenda de ropa no para ponértela, sino por razones sentimentales, el lugar dónde hacerlo sería otro, ya que tu ropero, para estar organizado, tiene que ser el «lugar donde tengo el 100% de la ropa que me pongo y de la cual me pongo el 100%» (ya sabes, por eso de la correspondencia biunívoca…).

Otro ejemplo de «estropear» buenas prácticas universales lo tenemos en su propuesta de cómo organizar.

Empezar y terminar, o utilizar categorías únicas en lugar de ubicaciones, son principios productivos universales.

Por el contrario, tener que utilizar un tipo de material de almacenaje determinado o tener que tratar a tu ropa como si fueran personas son manías de la señora Kondo sin ningún efecto demostrado científicamente a la hora de organizar.

Conclusión

Este patrón recurrente en el método Konmari de mezclar principios y buenas prácticas productivas con opiniones carentes del menor fundamento científico es lo que en mi opinión echa a perder el libro.

¿Por qué ha triunfado entonces? Muy sencillo. Ha triunfado porque da «recetas».

Mucha gente prefiere creer, imitar y obedecer a tener que pensar, analizar y decidir.

Los principios productivos hay que trabajárselos, es decir, para poder sacarles algún partido, antes hay que pensar, analizar y decidir «cómo» aplicarlos a cada «qué» en función de cada «para qué». Y eso cuesta.

Ante este trabajo, que te faciliten la «receta», el «cómo», para simplemente creértelo y aplicarlo resulta muy cómodo y sencillo, al margen de que la «receta» sirva o no sirva realmente para algo.

En resumen, dejando al margen el éxito del libro, el método y la autora, y centrándome únicamente en la calidad del contenido desde el punto de vista de la efectividad, el título que yo le pondría es otro:

«Marie Kondo: el método para organizar tu casa que pudo ser y no fue».


martes, 9 de abril de 2019

Llevo ya más de un año trabajando sólo 4 días a la semana: esto es lo que ha cambiado en mi vida

Por: Iago Fraga
Bueno, para los que acabéis de hacer clic en este artículo y no me conozcáis, un breve resumen. Soy autónomo, soy emprendedor, soy ingeniero de telecomunicaciones, que trabajaba en seguridad informática para la gran banca francesa y dejé todo para hacerme mentor de productividad personal freelance. En Octubre de 2017, ya sospechaba que la semana […]

lunes, 8 de abril de 2019

Marketing de Influencers: ¿Qué es y cómo planificar una campaña eficaz?

Por: Carlos Carbellido Monzó

Gracias a Internet en general, y a las redes sociales en particular, ha surgido una nueva estrategia de marketing, el marketing de influencers. Cada vez son más las empresas que apuestan por él. ¿El motivo? Ser mucho más creíbles y menos invasivo que los medios convencionales. En este artículo explicamos cómo planificar una estrategia de marketing de influencia de manera eficaz y algunos ejemplos de este tipo de acciones.

¿Qué es el marketing de influencers?

El marketing de influencers  es una poderosa herramienta que pueden utilizar las marcas dentro del mundo digital para lograr sus objetivos. Consiste en comunicar a los consumidores un producto o servicio o algún aspecto de éste a través de usuarios con gran capacidad de influencia sobre la opinión de otros.

Influencer marketing

¿Por qué apostar por el marketing de influencers?

  1. Según el último estudio de IAB (2018) 7 de cada 10 usuarios siguen algún influencers, especialmente las mujeres y los más jóvenes. Consideran que son creíbles y, entre ellos, poco publicitarios.
  2. Facebook e Instagram son las redes donde se siguen más a los influencers, seguido de Youtube y Twitter.
  3. Un 46% de los profesionales de marketing y comunicación han contratado los servicios en Redes de influencers, principalmente en Instagram.
  4. Y el 87% de ellos está muy y bastante satisfecho con las acciones con los influencers.
  5. Las nuevas generaciones ya no consumen los medios de comunicación tradicionales, pero sí siguen y confían en los influencers.
  6. Al usuario le resulta más atractivo seguir en redes a un influencer que a una marca.

Ventajas del marketing de influencers

A diferencia de otras estrategias de marketing digital, el marketing de influencia ofrece una serie de ventajas que conviene conocer:

  1. Los influencers tienen la atención del público, especialmente los millennials. Tienen seguidores que confían en ellos y tienen interés con todo lo que hacen y consumen.
  2. Ayudan a posicionar una marca en el mercado y en la mente del consumidor.
  3. Generan contenido positivo de gran valor sobre un producto o servicio perdurable en el tiempo.
  4. Ayuda a mejorar el posicionamiento SEO de una web.
  5. Son prescriptores de consumo. Impulsan las ventas de forma directa de un producto.
  6. Alcance. Es posible alcanzar a un amplio porcentaje del público objetivo de una campaña de forma más eficiente que con otros medios.
  7. Bien gestionada, una campaña de marketing de influencers puede lograr un rentable retorno de la inversión (ROI).

¿Qué es un influencer?

Por definición, un influencer es un usuario – blogger, instagramer o youtuber –  que cuenta con credibilidad ante un público determinado, acerca de un tema en concreto. Estas personas son líderes de opinión en los medios digitales en los que actúan y, por tanto, pueden llegar a modificar la opinión de los consumidores sobre un producto e influir en su decisión de compra.

Tipos e influencers según el número de seguidores: celebrities, influencers y microinfluencers.

En función de su capacidad de influencia en un determinado ámbito, del engagement generado y del número de seguidores, establecemos tres tipos de usuarios con gran capacidad de influencia:

  • Celébrities. En su mayoría son personajes públicos procedentes de ámbitos como el deporte, las artes, la música, el cine… Suelen superar el millón de seguidores en redes como Instagram o Facebook. Sus honorarios suelen ser elevados y para contactar con ellos suele ser a través de agencias o representantes.
  • Influencers. Sin llegar a tener el volumen de seguidores de los celébrities, suelen ser usuarios con un gran número de followers (más de 50.000). Aunque en marketing de influencers lo importante no es la cantidad, sino del porcentaje de interacción (engagement) que generen sus publicaciones. Suelen ser mucho más accesibles que los primeros.
  • Microinfluencers. Son usuarios con gran capacidad de influencia en un tema o ámbito muy específico. No tienen porqué contar con muchos seguidores, pero sí tienen una comunidad muy fiel.
    Los micro-influencers cuidan mucho más su comunidad y su marca a la larga. Eso hace que su poder de influencia sea mayor aunque no lo parezca.
En el marketing de influencers, lo importante no es la cantidad de seguidores, sino el porcentaje de engagement generado.Haz click para twittear

¿Cómo gestionar una acción de marketing de influencers?

A continuación explicamos los pasos que se deben seguir para gestionar una acción de marketing de influencers.

La idea, los objetivos y definición de la estrategia

El primer punto de toda acción de marketing de influencia es, a partir de la información facilitada por el cliente en el briefing, plantear la idea, los objetivos y concretar la estrategia: qué vamos a hacer, cómo lo vamos a hacer, cuándo y en qué redes sociales.

Identificación y selección de influencers.

El segundo punto en concretar en función de los objetivos definidos y el presupuesto es identificar y seleccionar a aquellos influencers que estén más alienados con los valores de la marca y que tenga realmente capacidad de influencia en nuestro público objetivo. Algunos de los factores a considerar son los siguientes:

  • Engagement. ¿Qué grado de interacción con su comunidad generan?
  • Afinidad con la marca. Comprueba si sus seguidores coinciden con el público objetivo de tu marca.
  • Seguidores. Número de usuarios que le siguen en sus perfiles sociales.
  • Tono y calidad de los contenidos. Es importante tener en cuenta la calidad de sus publicaciones y el tono que emplea.
  • Valores. Es importante conocer cuáles son los valores del influencer y si están alienados con los de la marca y del público objetivo.
  • Red social. ¿En que red social es más activo y tiene mayor capacidad de influencia? Algunos influencers, los Instagramers, tienen una gran comunidad en esta red, pero quizá su presencia en otras sea anecdótica.

marketing-influenciaPlan de acción.

  • Contratación. Con cada influencer hay que firmar un contrato donde se especifiquen los términos de la colaboración, qué se les requieren (número de publicaciones, hora de publicación, tipo de publicación…) y ciertas cláusulas como no mencionar a otra marca en la publicación pactada o colaborar con empresas competencia en un periodo de tiempo determinado.
  • Briefing. Hay que preparar un documento con toda la información de la campaña, del producto y de la empresa anunciante. Además, se facilitará material multimedia para que puedan generar el contenido: vídeos, infografías, imágenes….
  • Planning de ejecución. Teniendo en cuenta todas las fases de la acción, se debe definir un planning de ejecución donde se indiquen las fechas y horas en las que se ha de realizar cada una de las tareas.
  • Definición del hashtag de campaña. Siguiendo el concepto creativo de la campaña en la que se integra esta acción, se debe determinar un hashtag de campaña. En este artículo te explicamos cómo crear el hashtag perfecto.
  • Determinación de los KPI´s. Para posteriormente elaborar el informe de resultados, es necesario que antes definas qué indicadores vamos a medir.

Ejecución de la campaña.

Siguiendo el plan de ejecución, se ha de ejecutar todas las tareas necesarias para de la campaña: envío de material, seguimiento de publicaciones, moderación de comentarios, diseño de piezas, redacción de copys, etc.

Análisis de resultados.

Una vez finalizada la acción, es momento de hacer el informe de resultados. Para ello, será necesario analizar cada uno de los KPI´s que hemos definido antes del comienzo de la acción. Para ello podemos ayudarnos de herramientas como Metricool o TweetBinder. Si quieres saber más sobre estas herramientas, te invito a leer el artículo “Herramientas de Marketing Digital que seguro no conocías“.

Además, enviaremos a cada uno de los influencers que han participado un documento editable que tendrán que cumplimentar con los resultados de sus publicaciones: visitas del post del blog, visualizaciones de los stories…

El informe de campaña deberá contemplar, al menos, los siguientes puntos:

  1. Descripción de la acción.
  2. Objetivos de la acción.
  3. Resultados cuantitativos.
  4. Resultados cualitativos.
  5. Clipping de publicaciones.

Además de enviarse al cliente, es conveniente presentarselo in situ y proponerle nuevas acciones.

Una única colaboración con un influencer no sirve de nada. Debe ser una relación perdurable.Haz click para twittear

Tipos de acciones de influencers

Existen distintos tipos de acciones de marketing de influencers. Elegir una u otra dependerá de los objetivos marcados y de la estrategia definida. Algunos de los más habituales son:

  • Eventos con influencers. Presentaciones de producto, viajes, cooking shows, etc.
  • Reviews de producto o servicios en blogs especializados donde su autor opina libremente sobre el producto o marca patrocinadora.
  • Posts patrocinados. A diferencia del los reviews, el autor presenta el producto y sus ventajas, sin entrar en valoraciones personales.
  • Reseñas de producto en redes sociales. Similar a los posts patrocinados, los influencers crean contenido sobre un producto en sus redes sociales (vídeos, stories, posts…)

The Troop. La primera agencia de marketing de influencers especializada

Como resultado de más de 10 años gestionando acción de marketing de influencers para diferentes marcas de alimentación como puede ser Naranjas Fontestad, Crianza de Nuestros Mares, IVACE (Generalitat Valenciana) o Carne de Lechal y Cordero, desde Un Community Manager ponemos en marcha un nuevo proyecto, The Troop.

agencia marketing influencers

The Troop es una nueva agencia especializada en marketing de influencers para empresas y marcas de alimentación y bebidas.

Gestionamos todo tipo de acciones de comunicación y marketing: eventos con influencers, vídeo recetas patrocinadas, reviews de producto, acciones integradas en campañas de publicidad, marketing, comunicación…

Tanto si representas una marca de alimentación o bebidas como si eres influencers foodies, gastro, livestyle o fitness, seguro que podemos colaborar.

Si quieres saber más acerca de The Troop

La entrada Marketing de Influencers: ¿Qué es y cómo planificar una campaña eficaz? se publicó primero en .


viernes, 5 de abril de 2019

El realismo como recurso para tu efectividad

Por: José Miguel Bolívar

La efectividad es la combinación óptima de eficiencia y eficacia.

Según Drucker, eficacia es «hacer las cosas correctas». Para poder hacer las cosas correctas, antes hay que tomar las decisiones correctas y, para tomar las decisiones correctas, la información tiene que ser correcta.

Como explicaré en las próximas líneas, la actitud con la que una persona se enfrenta a la realidad condiciona de manera muy significativa la calidad de la información que recibe y que maneja.

Por este motivo, una de las formas más sencillas de mejorar la efectividad personal es mantener la actitud óptima que permita acceder a la información de mayor calidad con el mínimo esfuerzo.

El pesimismo desinforma

Una persona pesimista es una ingenua desinformada y desengañada por la realidad.

En su mundo infantil y «de color de rosa», las cosas «deberían ser» de otra manera. Por eso cree que determinadas cosas son «injustas», como si en alguna parte existiera un código universal de qué es «justo o injusto».

Esta persona vive permanentemente desengañada, ya que hay muy pocas coincidencias entre cómo son las cosas en su mundo ideal y cómo son en el mundo real.

Fruto de este desengaño, la persona pesimista adopta una postura negativa y, por lo general, pasiva. Por eso el pesimismo suele con frecuencia ir asociado a vivir en la «zona de preocupación».

Por otra parte, el Sistema de Activación Reticular (SAR) es un mecanismo de nuestro cerebro que controla la atención selectiva, filtrando la mayoría de los estímulos que nos rodean para dejar paso solo a lo relevante.

El SAR presta atención inconsciente a las mismas cosas a las que tú prestas atención consciente, ya que, como les prestas atención, entiende que te interesan.

Cuando tu atención está dominada por los obstáculos, las dificultades y los problemas, tu SAR se centra en detectar aún más obstáculos, más dificultades y más problemas, en lugar de centrarse en detectar qué recursos tienes disponibles.

Resumiendo, desde el punto de vista de la efectividad, el problema al que se enfrenta una persona pesimista es la escasez crónica de recursos.

El optimismo desinforma

Una persona optimista es una ingenua desinformada y aún por desengañar.

La única diferencia entre una persona pesimista y una optimista es el tipo de realidad imaginaria que consideran «ideal».

Mientras la persona pesimista tiene unos estándares muy estrictos y difícilmente alcanzables, la persona optimista tiene unos estándares mucho más relajados y accesibles y, en consecuencia, su riesgo de frustración constante es incomparablemente menor.

Pero, en el fondo, el problema que tienen las personas optimistas es muy parecido al de las pesimistas, solo que de sentido contrario.

En lugar de creer que las cosas «deberían ser» de color de rosa, como ocurre con las personas pesimistas, las personas optimistas creen que las cosas «son» de color de rosa y que nada puede ir mal.

Centrar la atención únicamente en lo positivo está muy bien, y desde luego ayuda a identificar y aprovechar al máximo los recursos disponibles.

Por otra parte, es muy arriesgado, ya que trabajar con una versión edulcorada de la realidad impide poder prepararse para cuando surge un problema.

Resumiendo, desde el punto de vista de la efectividad, el problema al que se enfrenta una persona optimista es la infraestimación crónica de riesgos.

El realismo informa

Una persona realista es una persona bien informada.

Por una parte, a diferencia de las personas pesimistas, la persona realista no cree que las cosas «tengan que ser» de ninguna manera determinada, sino que acepta que las cosas simplemente «son» como son.

Evidentemente, aceptar que algo «es como es» no significa ni que te guste, ni que te parezca bien ni que renuncies a cambiarlo. Significa simplemente que manejas información objetiva sobre lo que hay.

Por otra parte, a diferencia de las personas optimistas, la persona realista tampoco cree que todo «vaya a ir bien», sino que es plenamente consciente de la existencia de riesgos y de que las cosas podrían perfectamente «ir mal», por lo que se prepara para esa posibilidad.

Ser conscientes de que las cosas son como son y de que los riesgos existen permiten a la persona realista aprovechar los recursos disponibles a la vez que estar preparada para afrontar los riesgos que surjan.

Su SAR detecta tanto las oportunidades como las amenazas, y permite equilibrar los esfuerzos para maximizar las primeras y minimizar las segundas.

Resumiendo, desde el punto de vista de la efectividad, la persona realista está en óptimas condiciones para «hacer las cosas correctas», ya que maneja la información correcta para tomar las decisiones correctas.

Conclusión

Las personas realistas tienen mucho más fácil ser personas efectivas.

En lugar de centrarse en problemas que escapa a su alcance resolver, o ignorar los riesgos existentes, centran sus esfuerzos en su «zona de influencia», aprovechan al máximo sus recursos y prevén qué puede ir mal para estar preparadas.

Ser realista es la actitud más inteligente. A fin de cuentas, si algo tiene solución, ¿por qué preocuparte? Y si no la tiene, ¿por qué preocuparte?

Preocuparse no cambia nada, hacer algo sí cambia las cosas.

Por eso, como dice David Allen, «no hay problemas, solo hay proyectos».

Si algo no es como quieres que sea, y está en tu mano cambiarlo, lo único a tener en cuenta son dos cosas: ¿qué quieres conseguir y qué puedes hacer?

Como puedes comprobar, la técnica es sencilla. Además, y sin la menor duda, ser una persona realista funciona, así que hazme caso, practica el realismo y mejora tu efectividad.