viernes, 31 de diciembre de 2021

Diez años de consultoría artesana

Por: José Miguel Bolívar

Fin de año, tiempo de balance y, en este caso, tiempo también de celebración: ¡son ya diez años de consultoría artesana!

Soy de naturaleza optimista y, a pesar de ello, nunca imaginé —cuando empecé este camino artesano— que la experiencia podría llegar a ser tan positiva y enriquecedora como lo está siendo.

Porque sí, claro que hay momentos complicados —los hay en todos los caminos—, pero el balance global hasta la fecha difícilmente podría ser más satisfactorio.

Algo parecido ocurre con el balance del año, un año que se presentaba como un simple periodo de transición y que —sobre todo en su recta final— va a ser un año decisivo en muchos aspectos.

Empezando una vez más por lo más sencillo —mis hábitos saludables— parece que me cuesta mantener el ritmo simultáneamente en todas las áreas en las que me marco ciertos estándares.

El año pasado mejoré en lectura, horas de sueño y actividad física, pero empeoré en peso. Este año he mejorado en peso, horas de sueño y actividad físisca, pero he empeorado en lectura.

La «culpa» la tienen los videojuegos, jajaja. Bueno, hablando en serio, ya me ha ocurrido antes y sé que la «adicción» pasará y volveré a leer al ritmo que me gusta. A ver si el año que empieza no fallo en ninguna.

La nueva normalidad es virtual

Reconozco mi incesante admiración por la resistencia al cambio que ofrecen tantas personas. Sinceramente, me cuesta entender una actitud tan poco adaptativa.

Creo que, al margen de cualquier tipo de valoración, estamos en un punto de inflexión histórico hacia un futuro en el que la virtualidad será cada vez más protagonista de nuestras vidas.

Esto puede gustar o no, pero es lo que hay. Por mi parte, lo acepto como inevitable, así que me centro en qué puedo hacer yo en mi zona de influencia para adaptarme lo mejor y más rápido posible a este futuro inminente.

Profesionalmente, por ejemplo, en las últimas Jornadas OPTIMA LAB —sobre las que escribiré mi próximo post— hemos tomado algunas decisiones estratégicas de gran calado para alinear el proyecto con esta realidad.

Y en lo personal, he aprendido a cuestionarme sistemáticamente la presencialidad. Si me aporta valor, opto por ella; en caso contrario, me resisto a ella. Hay mucho de inercia en nuestros comportamientos.

Entender para aceptar

Como comentaba en mis crónicas del año pasado, 2020 fue un año duro, entre otras cosas por el enorme impacto que tuvo en el proyecto OPTIMA LAB.

Decía también en ellas que aquella situación me llevó a hacer mucha introspección y autocrítica y que la conclusión a la que llegué es que habían sido mis errores acumulados los que habían propiciado la debacle.

Esta conclusión tuvo un efecto balsámico temporal. Soy una persona muy racional y necesito entender las cosas para aceptarlas y seguir adelante.

Y en este caso notaba que algo faltaba, que las piezas no terminaban de encajar.

Sí, estaba claro que mis errores tenían mucho que ver con lo ocurrido en el proyecto, pero ¿cuáles eran las causas de mis errores?

Me gusta sopesar al detalle todas las opciones antes de tomar una decisión. Busco siempre tomar la decisión correcta, sea luego acertada o desacertada.

A pesar de ello, en lo que a OPTIMA LAB se refiere, he tomado muchas decisiones que han resultado ser desacertadas, muchas más de las que cabría esperar al tomar decisiones correctas. ¿Por qué?

Con todo esto rondando en segundo plano por mi cabeza, tuve oportunidad de asistir como invitado al piloto del Nivel 3 de la Formación GTD® oficial en su formato virtual.

Si conoces algo de GTD, sabrás que el Nivel 3 aborda los Horizontes Superiores: Propósito y Valores, Visión, Metas y Objetivos.

Participar en esta formación, con todas las preguntas que me incitó a plantearme, abrió la caja de Pandora.

Ahora lo tenía claro. Necesitaba más respuestas y estas estaban más allá de las que era capaz de encontrar por mí mismo, así que decidí buscar apoyo profesional.

No eres tú, soy yo

Este proceso de acompañamiento profesional en busca de respuestas —en el que todavía continúo— es una de las mejores decisiones que he tomado en muchos años.

Gracias a él he descubierto información clave sobre mí que me está permitiendo entender y dar sentido no sólo a lo ocurrido en OPTIMA LAB sino también a otras muchas situaciones de mi vida.

Entre otras cosas, me he dado cuenta de que algunas de las premisas más importantes de las que partía en mi interacción con otras personas eran totalmente erróneas.

Me está llamando también poderosamente la atención cómo cambia todo cuando cambia la perspectiva, cómo un mismo hecho adquiere un significado completamente distinto modificando un simple detalle.

Y he comprendido que la causa principal de mis errores estaba en que me faltaba esta información clave de la que ahora dispongo.

Gracias a ella he podido comprender y aceptar; aprender de ello y superar. Ahora siento que todas las piezas encajan y no falta ni sobra ninguna.

Money, money, money

En cuanto a la pasta, 2021 ha sido un año espectacular teniendo en cuenta la situación general en la que nos encontramos.

El incremento en facturación sobre el año anterior ha sido superior al 55%, lo que nos ha permitido volver a las cifras de 2018, las segundas mejores en nuestra historia como red.

El lanzamiento del Nivel 2 en formato virtual, el crecimiento imparable de la formación en abierto y el buen funcionamiento del GTD Coaching han tenido mucho que ver.

De cara a 2022, las expectativas son muy altas y creo que si no alcanzamos de nuevo nuestro máximo histórico de 2019 nos quedaremos muy cerca.

Para ello, confiamos en los Packs Empresa —una iniciativa disruptiva que marcará tendencia—, varios proyectos a punto de ver la luz, el lanzamiento del Nivel 3 virtual y las nuevas promociones que estamos lanzando para acercar la Formación GTD® oficial a todo el mundo.

Lo mejor empieza ahora

Decía que 2021 se presentaba como un año de transición y en realidad ha sido un año crucial que marcará un antes y un después en muchos aspectos.

Para OPTIMA LAB, 2021 significa el punto final de una época y de un enfoque muy concreto del proyecto.

Aunque escribiré sobre ello con más detalle en las crónicas de las últimas Jornadas, 2022 verá el nacimiento de un proyecto renovado de OPTIMA LAB.

En lo personal, quiero seguir avanzando en autoconocimiento y también en mi camino para dominar GTD, un camino del que cada vez disfruto más.

Otro aspecto en el que quiero profundizar es en la metodología Zettelkasten. La he descubierto hace relativamente poco y ahora la estoy estudiando de cara a aplicarla para mi próximo libro.

Y hablando de aprender, mi compañero Jordi Fortuny compartía recientemente su aprendizaje de una década, un post imprescindible, para enmarcar. Te lo recomiendo.

Yo también he aprendido mucho por el camino durante estos diez años y este aprendizaje supone una dosis extra de motivación para disfrutar de la próxima década.

Lo mejor empieza ahora.

¡Un fuerte abrazo y Feliz 2022!

La entrada Diez años de consultoría artesana se publicó primero en Óptima Infinito.


viernes, 17 de diciembre de 2021

Productividad Personal Edición 2022: Reflexiones Día 5

Por: José Miguel Bolívar

En este quinto post de la serie Productividad Personal Edición 2022 voy a compartir contigo mis reflexiones sobre los capítulos 11, 12 y 13, ya en la Segunda Parte del libro, titulada «Usando GTD®».

Por qué necesitas control y perspectiva

Releyendo la introducción que hago del concepto «Control» de GTD, me llama la atención lo bien que ha resistido el paso del tiempo.

La utilidad máxima del control es sentirte bien con lo que no haces, algo imprescindible en un mundo en el que —por definición— siempre van a quedar cosas sin hacer.

Saber en todo momento qué no estás haciendo es lo que te permite centrarte en lo que sí estás haciendo. En otras palabras, el control te permite fluir.

El control también es la clave que posibilita la planificación adaptativa, el «vamos viendo» inteligente, la adaptabilidad máxima y una muestra indiscutible de flexibilidad cognitiva.

Dónde no estoy tan conforme con lo escrito es en lo que se refiere a la perspectiva.

Lo que escribí es correcto. La perspectiva consiste en tener claras las consecuencias de las decisiones que tomas, sí, y también muchas más cosas.

Por ejemplo, la perspectiva te permite conjugar los diversos aspectos de tu vida en un todo coherente que integra el corto, medio y largo plazo.

También te ayuda a tomar elecciones alineadas con lo que es importante y valioso para ti, con tu propósito.

Y a ganar y/o recuperar el equilibrio, si esto es algo que quieres y valoras.

Sin olvidar que, por supuesto, la perspectiva es esencial para priorizar con sentido y confianza.

Todo empieza vaciando la mente

Este título es un poco engañoso ya que, en realidad, vaciar la mente es un proceso continuo que involucra diversos comportamientos.

Por tanto, disfrutar de una mente vacía no es el resultado de un acto, sino de la aplicación sistemática de un conjunto amplio de hábitos.

La «fiabilidad» de la que hablo en este capítulo es un equilibrio inestable, ya que, como nos recuerda el segundo principio de la termodinámica, «todo tiende al desorden».

Eso implica que hay que desarrollar no uno sino varios comportamientos para que la fiabilidad del sistema se mantenga a lo largo del tiempo.

En este capítulo del libro ya adelanto todo esto pero, releyéndolo ahora, se me queda un poco corto.

Otro aspecto sobre el que hoy profundizaría más es precisamente sobre la «fiabilidad del sistema».

Igual te explota la cabeza cuando leas esto, pero —como nos explicaba Allen en una reunión de la CoP de Master Trainers— tú eres parte de tu sistema.

Sí, has leído bien. Como también dice Allen, «un sistema que no se usa no es un sistema». Eso significa que la calidad de tu sistema depende —también— de la calidad del uso que haces de él.

Esto es algo que he aprendido a reconocer con claridad en los últimos años. Y es algo que —reconozco— no deja de sorprenderme, por lo tremendamente absurdo que me parece.

Hay muchas personas que dedican una cantidad de recursos ingente a su sistema externo para luego apenas utilizarlo. Eso significa que la calidad de su sistema deja mucho que desear, por muy cool que sea su apariencia externa.

Así que cuando digo que Ejecutar es el paso peor entendido de GTD lo digo —por desgracia— con pleno conocimiento de causa. Yo que tú, intentaría que no fuera mi caso 😉

Control e innovación en el trabajo del conocimiento

Un cambio que hemos introducido recientemente en nuestras formaciones es aclarar que los 5 pasos no son pasos. No, al menos, en el sentido en el que la mayoría de la gente supone.

La expresión «5 pasos» da a entender —a un amplio porcentaje de personas— que se trata de cinco actividades que se realizan sistemáticamente una detrás de otra. Si sabes GTD, sabes también que esto no es así.

A día de hoy, aunque seguimos utilizando «5 pasos», siempre aclaramos que estamos hablando en realidad de 5 mejores prácticas que:

  • No tienen lugar consecutivamente.
  • Están interrelacionadas —comparten un mismo fin— pero son independientes.
  • La frecuencia con la que se aplican varía enormemente, desde una vez a la semana a continuamente.

De hecho, el propio Allen también habla en muchas ocasiones —por ejemplo, en este post— de «cinco hábitos y mejores prácticas» en lugar de hablar de cinco pasos.

Por lo demás, el capítulo sigue siendo válido.

En lugar de aplicar estas cinco mejores prácticas «a medias» y todas a la vez —que es la práctica habitual—, GTD propone aplicarlas «por completo» y de manera independiente, estando a lo que estás, es decir, eficientemente.

En un próximo post de la serie hablaré sobre el capítulo del libro dedicado al «Significado de los conceptos clave de GTD®», uno de los favoritos de muchas personas y que además promete dar mucho juego. ¿Te lo vas a perder?

La entrada Productividad Personal Edición 2022: Reflexiones Día 5 se publicó primero en Óptima Infinito.


viernes, 10 de diciembre de 2021

Completar-crear, el ciclo infinito de GTD

Por: José Miguel Bolívar

En este post voy a compartir contigo una serie de reflexiones sobre completar-crear, el ciclo infinito de GTD, y también sobre sus implicaciones.

Yo le debo este descubrimiento a David Allen y reconozco que en un primer momento fui incapaz de vislumbrar la amplitud de su alcance.

Afortunadamente, sí intuí que estaba ante una reflexión de enorme valor, motivo por el que decidí profundizar en ella.

Ahora, unos años después, este trabajo sostenido de reflexión me ha permitido entender por fin su alcance e implicaciones y, con ello, dar un salto cualitativo en mi dominio de GTD®.

Mi intención es que estas reflexiones sobre completar-crear, el ciclo infinito de GTD, te resulten tan esclarecedoras y llenas de potencial como me resultaron a mí en su día.

Las grandes cosas ocurren por casualidad

En septiembre de 2018 tenía lugar en Ámsterdam el estreno mundial del curso de Formación GTD® oficial de Nivel 3, así como el primer curso de certificación para Master Trainers de este Nivel.

Contar, como es habitual, con la presencia activa de David Allen durante el curso es un verdadero lujo. Y poder escuchar sus reflexiones de primera mano, un lujo aún mayor.

En este caso, además, la ocasión era particularmente propicia para las reflexiones de alcance.

Acababa de terminar la GTD Conference, que incluía el lanzamiento del Nivel 3, y allí estábamos David y Kathryn Allen, Ana María González y una selección mundial de Master Trainers conviviendo durante 3 días completos.

Capturé un buen montón de «perlas». Una de las principales fue que «GTD is life design and implementation», sobre lo que ya he escrito en un par de posts.

La otra gran perla fue el continuo «completion-creation», es decir, completar y crear.

Si quieres leer un resumen que hizo el propio Allen unos meses después en una de sus newsletter, lo tienes aquí.

El continuo completar-crear

Comparto a continuación una traducción libre de la reflexión original de Allen.

«Parece que estamos aquí, en el planeta, para aprender cómo hacer y para hacer dos cosas: completar y crear. Somos responsables de lo que ponemos en marcha y necesitamos gestionarlo.

Completar significa conseguir el control sobre todo aquello en lo que hemos invertido nuestra atención y/o con lo que nos hemos comprometido.

Crear es enfocar proactivamente nuestra energía hacia resultados más amplios y enriquecedores.

Aunque ambos aspectos son primordiales, mucha gente podría hacer mejor la parte completar.

Nuestra personalidad cultural parece empeñada en la expansión ilimitada y no tanto en la limpieza. Pensemos a nivel macro en cómo nos enfrentamos (o mejor dicho, cómo no nos enfrentamos) al cambio climático y en el papel que desempeñamos en él.

En uno de mis momentos más sublimes de iluminación, hace muchos años, recibí un mensaje alto y claro de que no tenía que preocuparme tanto por «qué hacer con mi vida».

Ya había creado tanto que lo único que tenía que hacer era lidiar de la mejor manera posible con lo que estaba presente frente a mí, completándolo tan rápida y limpiamente como pudiera.

Que la cinta transportadora de la vida ya me entregaría la siguiente experiencia tan pronto como yo hubiera prescindido de la última.

Ha sido un buen consejo.

Cuando trabajo con personas para que cierren y completen todas las «cosas» que tienen en su escritorio, en su correo electrónico y en su mente, he visto —sin excepción— cómo estalla en ellas una energía creativa considerable».

Implicaciones de completar-crear en el día a día

Creo que voy a compartir mejor contigo mis reflexiones si utilizo una metáfora, así que imagina que tienes un caudal de creatividad, como si fuera un río.

Cada vez que comienzas un proyecto parte de tu caudal de creatividad se desvía del cauce central para hacer avanzar ese nuevo proyecto.

Igual que no todos los ríos llevan la misma cantidad de agua, no todos tus proyectos requieren del mismo caudal creativo para avanzar.

Si abres demasiados proyectos, el caudal creativo disponible para cada uno de ellos puede llegar a ser demasiado escaso como para hacerlos avanzar.

Cuando un proyecto se queda parado largo tiempo, el caudal creativo que ocupa no sólo deja de estar disponible para otros proyectos, sino que se queda estancado. Ya sabes cómo terminan las cosas estancadas.

Cuando completas un proyecto, el caudal creativo que estabas empleando para hacerlo avanzar se libera, reincorporándose de nuevo al caudal principal para poderlo aplicar a nuevos proyectos.

De manera análoga, cada vez que completas una acción, liberas parte del caudal creativo para poder hacer otras.

Alcanzas el aprovechamiento óptimo de tu creatividad cuando logras un equilibrio entre lo que creas y lo que completas.

Tres reflexiones extra para terminar

La primera reflexión es que la lista Algún día / Tal vez —esa que tanta gente confunde con «el cajón de los sueños perdidos»— es en realidad la mejor herramienta de que dispones para gestionar tu caudal creativo con efectividad.

Establecer un flujo bidireccional y fluido entre tu lista de Proyectos y tu lista Algún día / Tal vez es la manera idónea de asegurar que tu caudal creativo nunca se estanque.

También te puede ayudar usar una lista de proyectos on-hold. Ten en cuenta que ni los proyectos incubados ni los temporalmente parados utilizan caudal creativo.

La segunda reflexión es que cada vez que completas una acción, algo cambia en tu mundo, algo es distinto de como era antes de que la completaras; y también liberas caudal creativo.

La manera de que ese caudal creativo no se pierda es capturar bien. De ahí la importancia de aprender a que lo esperado también te llame la atención.

La tercera y última reflexión es que la creatividad se expresa haciendo, completando cosas. Los resultados que consigues haciendo cosas son la expresión de tu creatividad.

Espero que el post te haya resultado útil y, si te animas, me encantará continuar la conversación en los comentarios.

La entrada Completar-crear, el ciclo infinito de GTD se publicó primero en Óptima Infinito.


viernes, 3 de diciembre de 2021

Por qué publico bajo licencia Creative Commons

Por: José Miguel Bolívar

Es este post voy a explicar por qué publico bajo licencia Creative Commons todos mis contenidos desde mis comienzos.

Cada cierto tiempo ocurre que alguna persona se pone en contacto conmigo preguntándome si puede reproducir, utilizar o citar todo o parte del contenido de alguno de mis posts o de mi libro.

Como mi respuesta es siempre la misma, he pensado que sería buena idea escribir un post específico sobre el tema al que poder redirigir cuando a alguien se le plantean estas dudas.

Creo también que es importante aclarar algunos malentendidos habituales que tienen lugar con este tipo de licencias y, más concretamente, en relación con qué permiten hacer y qué no.

Y, por supuesto, como firme creyente en la bondad de esta fórmula para socializar el conocimiento, me gustaría aportar mi granito de arena a su difusión.

Creative Commons y yo

No recuerdo muy bien qué me llevó a tomar la decisión de publicar todas mis obras bajo licencia Creative Commons, pero sí recuerdo que fue amor a primera vista.

El caso es que en el pie de todas las páginas de este blog puedes encontrar un texto que dice:

«Todo el contenido de Óptima Infinito, el Blog de José Miguel Bolívar, está bajo una Licencia Creative Commons 4.0 Internacional (Reconocimiento – Compartir bajo la misma Licencia). 2008-2021 José Miguel Bolívar – Algunos derechos reservados».

También verás un texto similar en los pies de los blogs de los nodos de OPTIMA LAB, un proyecto de red productiva del que, como probablemente ya sepas, soy creador e impulsor.

De manera análoga, en mi libro Productividad Personal, aprende a liberarte del estrés con GTD® aparece lo siguiente:

«José Miguel Bolívar apoya el movimiento CopyLeft y, en concreto, el uso de licencias Creative Commons, bajo las cuales publica todas sus obras. Las licencias Creative Commons estimulan la creatividad, defienden la diversidad y el conocimiento abierto, promueven la libre expresión y el acceso a la información y favorecen una cultura viva al alcance de todos. Esta obra está publicada bajo licencia Creative Commons BY-NC-SA 4.0 Internacional, por lo que puedes copiar, distribuir y comunicar públicamente su contenido, siempre que especifiques el nombre del autor, que no lo hagas con fines comerciales y que no alteres, transformes o generes obras derivadas distintas a partir de él».

Qué es eso del Creative Commons

Por defecto, cuando una persona crea una obra, conserva para sí todos los derechos sobre ella.

Esto significa que no puedes hacer nada con esa obra (legalmente, se entiende) sin permiso de la persona autora de la misma.

Lo que hacen las licencias Creative Commons es autorizar determinadas actividades sobre la obra sin necesidad de obtener permiso previo por parte de la persona autora, ya que el permiso está concedido de antemano.

Por ejemplo, las licencias Creative Commons te pueden autorizar a reutilizar todo o parte del contenido, modificarlo para generar obras derivadas o incluso comercializar dichas obras derivadas. Lógicamente, qué puedes o no hacer va a depender del tipo concreto de licencia.

Por ejemplo, si eres una persona muy observadora, te habrás dado cuenta de que hay una pequeña diferencia entre las licencias Creative Commons de mi blog y de mi libro.

En concreto, la licencia de mi libro es Atribución-No Comercial-CompartirIgual 4.0 Internacional (BY-NC-SA 4.0 Internacional) y la de mi blog es Atribución-CompartirIgual 4.0 Internacional (BY-SA 4.0 Internacional).

La única diferencia entre ellas es que la licencia del libro no permite crear ni comercializar obras derivadas mientras que la del blog sí lo permite (siempre que se cumpla con los términos de la respectiva licencia).

El motivo de esta diferencia es que el blog es mío y le pongo la licencia que quiero mientras que el libro era un proyecto conjunto con una editorial, por lo que negociamos para encontrar una fórmula que nos convenciera a ambas partes.

Qué puedes hacer y qué no con mis contenidos

Un error habitual es pensar que las licencias Creative Commons te dan derecho a hacer lo que quieras con los contenidos publicados bajo ellas. Nada más cierto de la realidad.

A mí no me gusta el Copyright porque creo que el valor del conocimiento es lo que tú sabes hacer con él y cómo lo haces.

Por eso creo que es una buena idea facilitar ciertos usos de los contenidos siempre que se cumplan determinados requisitos.

Porque esto no va de que la gente haga lo que quiera con las obras de otras personas, sino de fomentar la generación de conocimiento respetando y valorando a su vez el trabajo ajeno.

En concreto, las licencias Creative Commons que utilizo te permiten usar y compartir mis contenidos. En el caso del blog, también puedes crear obras derivadas y comercializarlas.

Ahora bien, las licencias te permiten esto sólo si cumples con sus términos. En caso contrario, estarás actuando ilegalmente.

En concreto, ambas licencias te obligan a citarme a mí como autor de la obra y a enlazar al contenido original. No vale lo uno o lo otro, tienen que ser ambas cosas.

También te obligan a compartir bajo la misma licencia. Es decir, lo que utilices o generes queda automáticamente bajo la misma licencia que estaba el contenido original.

En resumen, puedes copiar, citar, generar obras y comercializarlas (esto último sólo con los contenidos del blog) siempre que al hacerlo:

  1. Me cites como autor del contenido original.
  2. Enlaces al contenido original.
  3. Compartas bajo la misma licencia (BY-SA 4.0 Internacional en el caso del blog y BY-NC-SA 4.0 Internacional en el del libro).

Espero que el post te haya resultado útil y te haya ayudado a tener un poco más claro por qué publico bajo licencia Creative Commons y qué implicaciones tiene.

La entrada Por qué publico bajo licencia Creative Commons se publicó primero en Óptima Infinito.


viernes, 26 de noviembre de 2021

Productividad Personal Edición 2022: Reflexiones Día 4

Por: José Miguel Bolívar

En este cuarto post de la serie Productividad Personal Edición 2022 voy a compartir contigo mis reflexiones sobre la Primera Parte del libro, la titulada «¿Por qué GTD®?».

La realidad es la que es

En esta parte del libro realizaba un recorrido por los múltiples factores que hacen que incorporar metodologías como GTD a tu vida sea, más que algo útil, algo indispensable.

Mi expectativa antes de comenzar su relectura es que nos acompañara una buena temporada, ya que su extensión es casi tres veces la de la Introducción y esta ha merecido tres posts.

Me ha sorprendido mucho, por tanto, descubrir lo bien que esta primera parte ha resistido el paso del tiempo, porque son más de 7 años.

De hecho, ha resistido tan bien que no cambiaría nada, ya que lo que decía sigue siendo plenamente válido. Es lo que tiene la realidad, que es la que es.

Hay mucho más de lo que parece

Si escribiera esta parte hoy, una de las cosas que añadiría es información adicional para explicar mejor la magnitud y el alcance del reto al que nos enfrentamos.

En pocas palabras: el trabajo del conocimiento es antinatural.

Lo que quiero decir con esta afirmación es que las personas no estamos evolutivamente preparadas para hacer trabajo del conocimiento. No lo estamos en absoluto.

Para lo que estamos muy bien preparadas evolutivamente es para hacer trabajo manual. Llevamos miles de millones de años haciéndolo.

Un problema adicional muy serio es que las características del trabajo manual son muy distintas, casi opuestas en determinados aspectos, de las del trabajo del conocimiento.

Esto significa que nuestras tendencias naturales, que tan útiles son para el trabajo manual, juegan en nuestra contra al hacer trabajo del conocimiento.

Por tanto, el reto es doble o incluso cuádruple, si entendemos que la complejidad aumenta exponencialmente.

Por una parte, dejar de hacer lo que nuestra biología nos impulsa automáticamente a hacer.

Por otra, empezar a hacer algo nuevo y radicalmente opuesto a lo que veníamos haciendo.

Seguramente por esto las personas que hemos logrado mejorar nuestra efectividad personal, por poco que sea, estemos tan satisfechas de haberlo conseguido.

Y aún no nos hemos enterado

Como acertadamente afirma Daniel Pink, «There is a mismatch between what science knows and what business does» (Hay un desajuste entre lo que la ciencia sabe y lo que hacen las empresas).

La frase es tan cierta como demoledora. Y, lo que es peor, este desajuste cada vez es mayor.

Las empresas están, en su gran mayoría, literalmente «a por uvas». Y las perspectivas de que la situación mejore son muy poco prometedoras.

El problema de fondo —tan grave como conocido— es que gran parte de las personas directivas no leen. Las consecuencias de esto son nefastas, porque dificulta enormemente que piensen, aprendan y evolucionen.

Y para empeorarlo todo tenemos la presión omnipresente del lobby tecnológico, sin duda el principal enemigo de la efectividad personal en la actualidad.

Con su cansino mantra de «la tecnología aumenta la productividad», lo que está haciendo en realidad es inundar las organizaciones de armas de destrucción masiva de la atención.

En otras palabras, vamos en la dirección opuesta a la correcta y esto es evidente en las organizaciones, que están enfermas de TDA-H.

Como dice Daniel Goleman: «Entre los síntomas de lo que podríamos denominar el “síndrome de déficit de atención de una organización” cabría citar, por ejemplo: la toma de decisiones erróneas […] y la incapacidad para concentrarse en el momento y lugar oportunos».

El mantra del lobby tecnológico es muy dañino porque en realidad se trata de una semi-verdad, lo que hace que nuestro perezoso Sistema 1 la dé automáticamente por válida.

La verdad completa es «la tecnología aumenta la productividad sólo si la usas bien». Y ese «usar bien» la tecnología únicamente es posible cuando se ha desarrollado la competencia de la efectividad personal.

Porque la efectividad personal, en esencia, consiste en aprender a refrenar nuestros inefectivos impulsos primitivos y sustituirlos por los comportamientos efectivos adecuados, que son aprendidos.

Desarrollar la atención para alcanzar la excelencia

Esta frase es el subtítulo de Focus, el libro de Goleman del que extraía la cita anterior.

Necesitamos imperiosamente superar la tontería de la «gestión del tiempo» y entender que la clave de todo está en la gestión de la atención.

El tiempo es ingestionable, simplemente está ahí, avanzando inexorablemente, al margen de lo que tú hagas o dejes de hacer. El tiempo y su imposible gestión están fuera de tu zona de influencia.

Lo que sí está enteramente dentro de tu zona de influencia es la gestión que tú haces de tu atención (a no ser que seas una de esas personas que dejan que su atención la gestione su entorno).

Digo que hay que superar la tontería de la «gestión del tiempo» porque es un concepto tan pueril que ya de por sí limita poder hacer nada serio al respecto.

Necesitamos afrontar el problema de frente. Necesitamos aprender a pensar, a trabajar, a someter a nuestro procrastinador Sistema 1.

Todo esto va mucho más allá de trabajar. Va de hacer lo que tiene sentido, lo que después te va a hacer sentir la satisfacción de haber hecho bien lo que tenías que hacer.

Va de dejar atrás la frustración y la culpa, de dar coherencia a tu vida, alineando lo que quieres hacer y lo que realmente haces. Va, en definitiva, de desarrollar la atención para alcanzar la excelencia.

Esto es lo que añadiría hoy a la Primera Parte. En el próximo post empezaré con la Segunda Parte: Usando GTD®.

La entrada Productividad Personal Edición 2022: Reflexiones Día 4 se publicó primero en Óptima Infinito.


viernes, 19 de noviembre de 2021

La revisión diaria de GTD no existe

Por: José Miguel Bolívar

En este post voy a revelar un gran secreto: la revisión diaria de GTD no existe.

Bromas aparte, has leído bien. Al igual que sí existe la Revisión Semanal, en GTD® no hay nada llamado «Revisión Diaria».

Es fácil comprobarlo. Si buscas «daily review» en el libro de Allen aparecen cero resultados (frente a los 41 de «weekly review»).

Comenzaré con una breve exposición de los distintos tipos de revisión que existen en la metodología y del propósito de cada uno de ellos.

Luego detallaré en qué consiste concretamente el error que cometen las personas que creen que existe una revisión diaria en GTD.

Continuaré ofreciendo una explicación de las que yo considero posibles causas que conducen a este error.

Y finalmente explicaré cuál es la buena práctica real que propone la metodología y que frecuentemente se confunde con la inexistente revisión diaria de GTD.

Las revisiones en GTD

Como dice Allen, «un sistema que no se usa no es un sistema». Puedes cambiar tranquilamente «usa» por «revisa» y la afirmación sigue siendo igualmente válida.

Para serte útil, tu sistema GTD necesita estar actualizado. Esto implica que necesitas revisarlo regularmente para sincronizar su contenido con los cambios que constantemente tienen lugar en tu vida y tu trabajo.

Por eso, la revisión más importante de GTD es la Revisión Semanal, parte central del hábito de Reflexionar.

La Revisión Semanal tiene dos propósitos bien definidos.

El primero, mantener tu sistema completo y actualizado —es decir, fiable— semana a semana.

El segundo, ofrecerte una perspectiva global de todos tus asuntos —en qué estado están y cómo evolucionan— también semana a semana.

También en el paso Reflexionar está la revisión de los Horizontes Superiores.

La revisión de estos horizontes más elevados tiene el propósito de recordarte y facilitar la reflexión sobre aspectos de tu vida y tu trabajo que son importantes para ti.

Revisar los Horizontes Superiores sirve, por supuesto, para mantenerlos actualizados, pero, sobre todo, para tener claridad de ideas sobre tus estándares, metas, objetivos, visión, propósito y principios.

Otras revisiones pertenecientes al paso Reflexionar son las Revisiones de Orientación y, en general, cualquier revisión total o parcial de tu sistema que necesites para mantener la perspectiva y la sensación de control.

El error de la revisión diaria de GTD

Este error consiste en creer que existe una revisión diaria de GTD cuando en realidad se trata de un proceso de revisión constante asociado a la elección de qué hacer en cada momento.

Muchas personas piensan que la revisión diaria es echar un vistazo a su GTD todos los días para que no se les olvide nada.

Otras piensan que se trata de revisarlo al comienzo del día para decidir (sobreplanificar) qué van a hacer durante el resto del día, sin volver a revisarlo hasta el día siguiente.

También hay quien piensa que se trata de una revisión para decidir las TMI o reajustar las previamente definidas.

Por supuesto, todo esto son interpretaciones erróneas de la metodología y tienen muy poco que ver con la esencia de GTD.

Lo más parecido que existe en GTD a una revisión diaria es la primera vez que aplicas el paso Ejecutar cada día, como explicaré más adelante.

Causas del error

En mi experiencia hay tres causas mayoritarias de este error.

La primera es que la mayoría de las personas, cuando se acercan a GTD, ya usan algún tipo de lista.

Obviamente estas listas no se parecen en nada a las listas GTD, ya que usar listas es distinto de usar GTD.

Esas listas se revisan poco y, como mucho, una vez al día. Sin embargo, como el hábito ya está desarrollado, la inercia hace que se mantenga cuando se empieza con GTD.

La segunda es la escasa calidad de las fuentes de divulgación de GTD que abundan por Internet y que, en su mayoría, están poco o nada formadas en la metodología.

Como ejemplo de esto, la búsqueda de «revisión diaria gtd» en Google arroja en este momento nada menos que 60.500 resultados.

La tercera es la interpretación errónea de lo que se lee y un ejemplo concreto de esto es mi propio libro.

En él hay un apartado titulado «En qué consiste y cómo se hace la revisión diaria». Lo escribí precisamente para aclarar este error frecuente, aunque tengo dudas de si lo conseguí.

Al inicio de ese apartado digo «Revisar para decidir qué hacer es un hábito diario y, normalmente, frecuente durante el día». Más adelante en ese mismo apartado digo también «hay que revisar para decidir qué hacer varias veces al día, todos los días».

Aun así, me temo que pesa más el subconsciente que el texto explicativo, por lo que mucha gente se queda con revisión diaria = revisión una vez al día.

En qué consiste realmente la revisión diaria de GTD

La inexistente revisión diaria es en realidad una parte de Ejecutar, el paso peor entendido de GTD.

Para elegir qué hacer en cada momento necesitas tener en cuenta la triple naturaleza del trabajo y tus Horizontes Superiores, además del resto de recordatorios de tu sistema GTD.

Cuando eliges hacer un trabajo definido, vas a tus listas de recordatorios y haces una revisión parcial de tu sistema, aplicando previamente un proceso de filtrado.

Lo primero que revisas es tu Calendario. Qué necesitas hacer o saber hoy, a lo largo del día o en momentos concretos.

Lo siguiente que revisas son las listas de recordatorios que tienen sentido en función de tus circunstancias.

Esta primera revisión del día puede ser más amplia que las demás. Por ejemplo, puede que quieras revisar tu lista «A la espera» o alguna de tus Agendas.

En cualquier caso, lo importante es tener claro que, una vez hayas elegido qué hacer y lo hayas hecho, repetirás el proceso una y otra vez durante el resto del día (excepto cuando algo de Calendario lo impida).

En estas repeticiones posteriores probablemente sólo necesites centrar tu atención en unas pocas listas, los Contextos que tienes a mano o alguna Agenda concreta si te vas a reunir con alguien.

Resumiendo, la mal llamada revisión diaria de GTD es un proceso continuo que consiste en revisar varias veces al díatantas como vayas a elegir qué hacer de entre tu trabajo definido—, todas las listas que tengan sentido en función de la circunstancias de cada momento.

La entrada La revisión diaria de GTD no existe se publicó primero en Óptima Infinito.


viernes, 12 de noviembre de 2021

Qué necesitas evaluar para medir tu efectividad

Por: José Miguel Bolívar

Voy a dedicar este post a explicar qué necesitas evaluar para medir tu efectividad.

Porque en una cadena de producción, medir la productividad es muy sencillo.

Medir la productividad, es decir, la eficiencia, es tan fácil como establecer una relación entre los recursos que inviertes y el resultado que produces.

En este paradigma cuantitativo, el tiempo se considera un recurso más.

Y aunque el tiempo no se puede gestionar, sí puedes actuar alrededor de él, tanto para producir un determinado resultado en menos tiempo como para producir un resultado mayor en el mismo tiempo.

En el trabajo del conocimiento, sin embargo, la efectividad es otra cosa.

Porque la efectividad incluye la eficiencia, es decir, la productividad, pero también incluye la eficacia.

Y es precisamente ahí, en la eficacia, donde se encuentran los elementos que necesitas evaluar para medir tu efectividad.

La calidad lo define todo

La productividad viene definida por la cantidad mientras que la eficacia viene definida por la calidad.

Pero ¡ojo!, porque la frase anterior se interpreta con frecuencia de manera errónea.

Sobre todo, evita confundir esta calidad con hacer un trabajo bien hecho, porque hacer un trabajo bien hecho es eficiencia, no eficacia.

Un trabajo mal hecho —es decir, un trabajo ineficiente— puede ser muy eficaz.

Eficiencia se refiere a «cómo» hacer las cosas y ese «cómo» va más allá de «hacer más con menos» e incluye «hacer mejor con menos».

La eficacia, por el contrario, tiene que ver con calidad y, en concreto, con la calidad de las decisiones —es decir, con la calidad del pensamiento— y con la calidad de la atención.

En este post me voy a centrar únicamente en la calidad de las decisiones.

Esto es así porque, en una realidad en la que sistemáticamente hay más cosas por hacer que tiempo para hacerlas y en la que muchas cosas se pueden de más de una forma, las decisiones son clave.

Menos priorizar y más posteriorizar

Decía Peter Drucker que establecer prioridades es fácil y todo el mundo puede hacerlo, que la dificultad es establecer «posterioridades», es decir, decidir qué no hacer y permanecer fieles a esa decisión.

Esta verdad aplastante sigue siendo ignorada por muchas personas. Queremos hacerlo todo. Y es normal. Imposible, sí, pero normal.

Lo cierto es que, como hay más cosas para hacer que tiempo para hacerlas, muchas de esas cosas se van a quedar sin hacer.

Y muchas de esas cosas que se van a quedar sin hacer van a ser cosas importantes, urgentes y/o prioritarias.

Por eso es crucial —y por eso aporta tanto valor— decidir qué hacer y qué no hacer. Esto también incluye decidir qué hacer tú y qué delegar para que lo hagan otras personas.

Así que aquí tienes un primer par de elementos a evaluar para medir tu efectividad.

¿Qué tal eres decidiendo qué hacer y qué no hacer y, sobre todo, qué porcentaje cumples de esas decisiones? ¿Qué tal eres delegando todo lo que podrías delegar y haciendo seguimiento de ello?

Cada cosa, a su momento

La eficacia máxima tiene su momento óptimo. Esto significa que existe un momento idóneo para hacer cada cosa.

Aunque en la mayoría de las ocasiones las cosas se pueden hacer antes o después de su momento óptimo, en ambos casos se tratará de momentos sub-óptimos, resultado de malas decisiones.

Elegir qué hacer en cada momento es una competencia que, al no ser innata, es necesario desarrollar.

Y aquí tienes otro elemento esencial a evaluar para medir tu efectividad.

¿En qué medida eliges el momento óptimo para cada cosa que haces? O, dicho de otra forma, ¿qué tal eres eligiendo lo que tiene más sentido hacer en cada momento?

Previendo la eficiencia

Comentaba más arriba en el post que hacer un trabajo bien hecho es eficiencia, ya que la eficiencia se refiere a «cómo» hacer las cosas.

Ahora bien, a menudo existe más de un «cómo» y eso nos enfrenta a un proceso de decisión.

Porque, con muy alta probabilidad, alguno de esos «cómos» será mucho más eficiente que los demás. Del mismo modo, alguno será mucho menos eficiente que el resto.

Por tanto, decidir qué «cómo» es el idóneo, de entre todos los posibles, también aporta un enorme valor.

Esto es así porque se trata de una decisión que condiciona la máxima eficiencia posible que vamos a poder alcanzar en la ejecución.

Asimismo, buscar, idear y probar posibles formas alternativas de hacer las cosas también tiene un impacto positivo en la eficiencia.

Tenemos así otro par de elementos más a evaluar para medir tu efectividad.

¿Cuánta atención dedicas a identificar las opciones disponibles y a elegir la manera óptima de hacer las cosas? Y, ¿cuánto tiempo dedicas a buscar formas más eficientes de hacer lo que haces?

Medir tu efectividad

Si quieres medir tu efectividad, es muy sencillo.

Sólo necesitas responder con sinceridad a las preguntas que te propongo en el post.

En mi experiencia, el espacio de mejora de la mayoría de las personas es inmenso.

Tener claridad de ideas sobre qué te convierte en una persona efectiva —de verdad— puede ayudarte a mejorar, gracias a ir desarrollando los comportamientos adecuados.

Y si lo tuyo es el trabajo del conocimiento y quieres ser una persona efectiva, quédate con esta idea fundamental porque es la única opción: tienes que aprender a pensar.

La entrada Qué necesitas evaluar para medir tu efectividad se publicó primero en Óptima Infinito.


viernes, 5 de noviembre de 2021

Productividad Personal Edición 2022: Reflexiones Día 3

Por: José Miguel Bolívar

En este tercer post de la serie Productividad Personal Edición 2022 voy a compartir contigo mis reflexiones sobre las dos últimas secciones de la Introducción del libro.

Descubriendo GTD®

Hace año y pico dejé atrás la herramienta que me había estado acompañando desde que empecé a recorrer el camino para dominar GTD (y no, no voy a decir cuál es la nueva, al menos por ahora).

Mientras le echaba un último y nostálgico vistazo, me di cuenta de que el histórico de la herramienta tenía una fecha inicial posterior a la que yo creía.

Esto es relevante porque el histórico señala la fecha de mi última gran caída de la tabla, momento a partir del cual me empiezo a considerar persona usuaria de GTD (GTD Practitioner).

Esta fecha es agosto de 2017. Teniendo en cuenta que mi primer contacto con GTD fue en abril de 2015, esto nos da nada menos que dos años y cuatro meses.

Comento esto porque, al releer el libro, veo que mi memoria me jugó una mala pasada con las fechas y creo que es importante corregir el error.

No tardé un año y medio en llegar a GTD Practitioner sino casi dos años y medio. Ahí queda el dato.

Cambiando creencias

Todo lo que digo en este capítulo del libro —y en el anterior— lo sigo considerando actualmente válido.

Tanto las creencias como los aprendizajes previos (de supuestas buenas prácticas que en realidad son lo contrario) nos limitan y dificultan el proceso de cambio que implica GTD.

Pero actualmente considero que esto es sólo una pequeña parte del problema, motivo por el que añadiría otros tres grandes obstáculos, tan grandes o más que los anteriores.

Sin comprensión es imposible cambiar

El primero de ellos es la capacidad de comprensión.

El ritmo frenético al que nos movemos está afectando muy negativamente a la capacidad de comprensión de muchas personas.

Comprender es una actividad cognitiva exigente, gestionada por el Sistema 2. Requiere tiempo, atención y energía mental.

Cada vez más, las personas pasan «de puntillas» por los temas, sin profundizar lo suficiente en ellos y, por tanto, sin comprenderlos del todo.

Este déficit de comprensión se contrarresta con pensamiento supositorio, cuando no con pura invención.

Te sorprendería la cantidad de personas que en algún momento me han dicho «como dices en tu libro…» para, a continuación, mencionar algo que no sólo no aparece en el libro, sino que yo jamás diría ni escribiría.

Y lo mismo ocurre con los libros de Allen. En Internet hay evidencias memorables de «Allen dice en su libro…» seguidas por alguna barbaridad que —te aseguro— ni está en ningún libro de Allen ni podría estarlo.

En resumen, esta capacidad menguante de comprensión, combinada con los aprendizajes previos y las creencias, dificulta extraordinariamente aprender GTD.

La soberbia es la madre de la ignorancia

El segundo gran obstáculo que añadiría es la soberbia. Creerte mejor, más inteligente o más «especial» que el resto de las personas.

Me sigue llamando poderosamente la atención la gente que se obstina con «personalizar» GTD —o descartar partes de él— antes siquiera de haber montado su primer sistema.

Porque en el camino para dominar GTD nadie es más listo ni mejor que nadie.

Simplemente hay personas que llevan más o menos tiempo recorriéndolo, que han leído más o menos —y comprendido mejor o peor—, que han seleccionado mejor o peor sus fuentes de aprendizaje y que han sido más o menos humildes.

En función de todo lo anterior, esas personas estarán en puntos muy lejanos del camino.

Lo que es evidente es que sin invertir el tiempo necesario, sin leer lo suficiente —o sin comprender lo que se lee—, sin acceso a buenas fuentes y sin mucha humildad, es imposible aprender GTD.

Por último, una creencia absurda —otro ejemplo de esta soberbia— que está ganando mucha fuerza ahora con la moda del «aprendizaje social»: ignorancia + ignorancia = conocimiento.

Esto es una enorme mentira, como sabe cualquier persona con un mínimo de experiencia en el campo de la formación.

Si yo sé de A y tu sabes de B y ambos compartimos lo que sabemos, será fantástico, porque entonces los dos sabremos de A y de B.

Pero, si yo no sé de A y tú no sabes de B, por mucho que tú y yo compartamos nuestra ignorancia sobre A y B, ambos seguiremos siendo igual de ignorantes, puede que incluso más de lo que lo éramos antes.

El cambio requiere energía

El tercer gran obstáculo es ignorar cómo funcionan los procesos de cambio.

Cualquier hábito que tienes supone un ahorro ingente de energía. Da igual si hablamos de un 80% o de un 95%, lo cierto es que los hábitos te permiten ahorrar energía mental en grandes cantidades.

Esto significa que, cuando aún no tienes el hábito de hacer algo, gastas mucha más energía mental de la que gastarías si lo tuvieras.

Nuevamente, da igual si gastas un 80% o un 95% más de energía, lo cierto es que gastas muchísima más.

Cuando la gente dice que GTD es difícil se equivoca. Lo difícil es cambiar.

Si escribes con la mano derecha y empiezas a hacerlo con la izquierda, te costará mucho. Lo mismo le ocurriría a una persona zurda si cambiara de mano.

Ahora bien, ¿escribir con la mano izquierda es difícil? ¿O hacerlo con la derecha? Todo depende de qué hábito tengas.

Si escribes habitualmente con la derecha, escribir con la izquierda te parecerá difícil aunque no lo es (y si no estás de acuerdo, pregunta a cualquier persona zurda).

El verdadero problema es que escribir con la derecha es un hábito —ahorras mucha energía mental— mientras que hacerlo con la izquierda no lo es —requiere mucha más energía de lo habitual—.

La magia está en que, si perseveras escribiendo con la otra mano, dejará de parecerte difícil y te parecerá fácil.

Difícil es la excusa que usas para referirte a lo que aún no has practicado lo suficiente.

Y con este post finalizo la revisión de la Introducción del libro. En el próximo empezaré con la primera parte: ¿Por qué GTD?

La entrada Productividad Personal Edición 2022: Reflexiones Día 3 se publicó primero en Óptima Infinito.


viernes, 29 de octubre de 2021

Todos los tipos de recordatorios de GTD

Por: José Miguel Bolívar

En este post voy a hacer una relación de todos los tipos de recordatorios de GTD.

Porque, en esencia, GTD es simplemente eso, una colección organizada de recordatorios visibles de distintos tipos.

Son muchas las personas que confunden saber GTD con conocer, o incluso dominar, la jerga GTD: proyectos, contextos, áreas de enfoque y responsabilidad, etc.

Pero, en muchos casos, ese dominio de la jerga oculta un profundo desconocimiento de la metodología.

Si a esas mismas personas les hablaras de GTD sin usar los términos de GTD, probablemente estarían perdidas, sin saber de qué les estás hablando.

Lo que quiero decirte es que evites perderte en la terminología y te centres en comprender la esencia: tu GTD únicamente contiene recordatorios.

Cuando entiendas bien esto, la práctica de GTD te resultará súper-sencilla.

Y hasta que eso no ocurra, estarás siempre a un paso del fundamentalismo y la sobrecomplicación.

Recordatorios de GTD para ganar estabilidad

Empezando por el principio, cualquier captura que haces es un recordatorio de algo que te ha llamado la atención en un momento dado y que tiene un valor potencial para ti.

Dicho de otra manera: tus capturas son recordatorios.

Asimismo, una bandeja de entrada llena es un recordatorio de que tienes una serie de decisiones pendientes de tomar.

Por eso es tan importante vaciar completamente las bandejas al aclararlas, ya que una bandeja vacía no es un recordatorio de nada.

Veamos ahora las seis categorías organizativas básicas de GTD®. ¡Ojo con no confundir herramienta con categoría organizativa!

El Calendario es la categoría que contiene los recordatorios de lo que necesitas saber o hacer en una fecha o momento concretos.

La categoría Siguientes Acciones contiene recordatorios de actividades físicas y visibles que necesitas hacer tú lo antes posible.

Si organizas tus Siguientes Acciones por Contexto, cada contexto contiene recordatorios de Siguientes Acciones que necesitas hacer cuando se den unas determinadas circunstancias.

La categoría Agenda contiene recordatorios de lo que necesitas tratar con otras personas, una a una o en grupo, la próxima vez que hables o te reúnas con ella o con ellas.

En la categoría Proyectos tienes recordatorios de los resultados que quieres conseguir, requieren más de un paso, puedes alcanzar en menos de un año y sobre los que ya estás haciendo algo al respecto.

Y, por último, en categoría Algún día / Tal vez tienes recordatorios de decisiones que pospusiste en su día para reevaluarlas más adelante.

Estos son los tipos de recordatorios que necesitas dominar para ganar estabilidad.

Recordatorios de GTD para ganar claridad

La utilidad de los recordatorios de este grupo y del siguiente varía en función de dónde estés en el camino para dominar GTD.

Me refiero a que, si quieres que estos tipos de recordatorios te sirvan para algo más que para presumir, necesitas haber integrado los hábitos de Reflexionar y Ejecutar.

Por ejemplo, las áreas de enfoque y responsabilidad son recordatorios de aspectos de tu vida que son importantes para ti y en los que quieres mantener ciertos estándares.

Las revisiones de orientación son recordatorios de elementos que quieres revisar regularmente, por ejemplo, la situación de determinados aspectos de tu vida y/o tu trabajo, o con determinadas personas.

Los mapas de orientación y, en concreto, los checklists, son un universo prácticamente ilimitado de recordatorios de múltiples tipos.

Por ejemplo, pueden ser recordatorios de cosas que quieres o necesitas hacer con una frecuencia determinada, cada vez que ocurra algo o cuando llegue un momento concreto.

También pueden ser recordatorios de cómo se hace algo o de lo que puedes querer o necesitar en determinadas circunstancias recurrentes o puntuales.

Estos son los tipos de recordatorios que te permitirán ganar claridad.

Recordatorios de GTD para ganar coherencia

A este grupo pertenecen los llamados Horizontes Superiores que, como ya sabes, son sólo para Reflexionar.

Por ejemplo, las metas y objetivos son recordatorios de lo que te gustaría conseguir —o de dónde te gustaría estar— personal y profesionalmente en el próximo par de años.

La visión es un recordatorio del estado ideal final (o de los estados ideales finales) al que (o a los que) te gustaría llegar en uno o más aspectos de tu vida.

Y, por último, el propósito, que es un recordatorio de lo que es realmente significativo para ti porque te hace feliz o, si lo prefieres, porque te hace sentir una sensación de profundo bienestar.

Estos son los tipos de recordatorios que te permiten ganar coherencia a la hora de integrar todos los aspectos de tu vida, personal y profesional, a corto, medio y largo plazo.

Conclusión

Nuestro cerebro es una chapuza gestionando recordatorios, por eso la buena práctica es sacarlos todos de la cabeza y mantenerlos en una mente externa de confianza.

Para que esa mente externa sea fiable y funcional, además de mantenerla completa y actualizada, necesita estar bien organizada.

Y estar bien organizada significa que a cada espacio le corresponde un único significado, sin mezclar.

La mayor o menor variedad de recordatorios distintos que contenga tu sistema suele ser simplemente un reflejo de tu vida.

Cuanto más rica, compleja y llena de matices sea tu vida, más tipos de recordatorios contendrá probablemente tu GTD.

Afortunadamente GTD te proporciona una estructura de utilidad demostrada para que puedas mantener fácilmente todos tus recordatorios, de todos los tipos, en un único sitio fiable para ti.

Con la ventaja adicional de que, en lugar de estar viendo todos esos recordatorios todo el tiempo, podrás ver en cada momento únicamente aquellos que tengan sentido.

Espero que te haya resultado útil el post y me encantará conocer tu opinión en los comentarios. ¿Has echado en falta algún tipo de recordatorio?

La entrada Todos los tipos de recordatorios de GTD se publicó primero en Óptima Infinito.


domingo, 24 de octubre de 2021

Cómo monetizar una audiencia online

Por: Franck Scipion

Me encuentro muchos negocios que tienen una audiencia creada y no saben qué venderle. Mi estupefacción es máxima. Lo más difícil de cualquier negocio es crear una audiencia. El resto no es pan comido pero es más sencillo. Cuando tienes una comunidad que te sigue, que se siente parte del proyecto, es natural que algunos ... Leer más

La entrada Cómo monetizar una audiencia online se publicó primero en Lifestyle al Cuadrado.


viernes, 22 de octubre de 2021

Buenas y malas prácticas al usar alarmas

Por: José Miguel Bolívar

En este post voy a escribir sobre las buenas y malas prácticas al usar alarmas como recordatorios.

Las alarmas pueden tener un efecto muy distinto sobre tu efectividad, convirtiéndose en un aliado fantástico —cuando las usas bien— o en tu peor enemigo —cuando las usas mal—.

Porque, como ocurre en la mayoría de los casos, las alarmas ni son buenas ni son malas por sí mismas. Ya sabes que las cosas son como tú haces que sean.

Así que empezaremos definiendo a qué se llama alarmas en el campo de la efectividad personal e identificando de qué tipos pueden ser.

Después veremos cuáles son las malas prácticas al usar alarmas y por qué lo son, para continuar con cuáles son las buenas prácticas alternativas recomendadas y qué ventajas ofrecen en comparación.

Finalmente, aprenderemos cuál es la buena práctica al usar alarmas y los beneficios de aplicarla.

Definición y tipos de alarmas

En el mundo de la efectividad personal, una alarma es un recordatorio asociado a un instante temporal.

Desde el punto de vista físico, el recordatorio puede ser visual, acústico o ambas cosas a la vez.

Desde el punto de vista de su significado, el recordatorio puede recordarte algo que tienes que hacer o que ha llegado el momento de algo, es decir, puede recordarte un «qué» o un «cuándo».

Por otra parte, cuando hablamos de efectividad es importante diferenciar entre alarma y notificación.

Todas las alarmas llevan asociadas una notificación, pero no todas las notificaciones son alarmas.

A efectos de este post, cuando diga «notificaciones» me estaré refiriendo únicamente a las que no son «alarmas».

Vamos a ver ahora algunos ejemplos y voy a utilizar el mismo tipo de notificación en todos ellos —un pop-up—, para que queden aún más claras las diferencias.

Si el pop-up te avisa de que:

  • Ha llegado un nuevo email → es una notificación.
  • La videoconferencia empieza en 15′ — es una alarma que te recuerda «cuándo» empieza algo que tú ya sabes que va a tener lugar.
  • Hoy tienes que entregar un documento → es una alarma que te recuerda «qué» tienes que hacer hoy.

Al usar alarmas hay una mala práctica y una pésima práctica. Veamos la primera.

La mala práctica al usar alarmas

La mala práctica es usar alarmas que te recuerden que tienes que hacer algo en un momento o circunstancia reales.

Imagina que necesitas llevar algo contigo al salir de casa, por ejemplo, una botella de vino para unos amigos que te han invitado a cenar.

En este caso, ponerte una alarma en el móvil sería una mala práctica porque no cumple con los requisitos de un buen recordatorio, que son:

  1. Liberar a tu mente del trabajo de acordarse y recordarte las cosas y;
  2. Recordarte las cosas únicamente en el momento adecuado, ni antes ni después.

Ten en cuenta que la probabilidad de que la alarma se active en el preciso instante en el que vas a salir por la puerta es nula. O se activará antes o lo hará después.

Si se activa antes, tu mente se verá obligada a acordarse y recordarte que tienes que llevar la botella de vino todo el tiempo, desde que se active la alarma hasta que salgas por la puerta.

Si se activa después significará que te has ido de casa sin la botella de vino. En consecuencia, o te tocará volver a por ella (trabajo extra innecesario) o tus amigos se quedarán sin el vino (la alarma no ha cumplido su propósito).

La buena práctica recomendada en este caso es ponerte un recordatorio visible que únicamente aparezca en el momento adecuado, es decir, cuando vayas a salir por la puerta.

Dicho de otra forma, si quieres acordarte, ponlo en la puerta.

La pésima práctica al usar alarmas

La pésima práctica es usar alarmas que te recuerden que tienes que hacer algo en un momento o circunstancia falsos, es decir, que te has inventado tú.

Imagina que tienes que preparar un documento y «decides» que lo vas a hacer mañana a las 10:00, así que te pones una alarma a esa hora.

Esto es una pésima práctica porque, además de incumplir los requisitos de un buen recordatorio, va a romper tu concentración y a generarte un estrés innecesario.

Al igual que antes, la probabilidad de que la alarma se active en el momento idóneo para hacer ese documento es nula.

Tú no tienes una bola de cristal para adivinar el futuro. Por tanto, decidir de antemano a qué hora concreta vas a hacer el documento es un acto de ingenuidad o de soberbia.

Cuando se active la alarma te «pillará» —con toda seguridad— haciendo cualquier otra cosa, lo que significa que te va a interrumpir. Primer atentado contra tu efectividad.

Además de cargarse tu concentración, esa alarma inoportuna va a añadir una dosis extra de estrés al que ya tengas en ese momento. Segundo atentado contra tu efectividad.

Y, si para empeorarlo todo, le das a la opción de «posponer» que ofrecen muchas alarmas, estarás asegurando que el círculo vicioso se vuelva a repetir al menos otra vez.

La buena práctica recomendada en este caso es ponerte un recordatorio visible en una mente extendida de confianza —es decir, completa y actualizada— y revisarla con la frecuencia necesaria.

La buena práctica al usar alarmas

Al usar alarmas, la buena práctica es que te recuerden que ha llegado el momento de hacer algo que tú ya sabes que necesitas hacer (y lo sabes porque revisas regularmente tu mente extendida).

Es una buena práctica —excelente, de hecho— porque te asegura «estar a lo que estás» en todo momento, sin necesidad de permanecer pendiente de cuándo empieza esa reunión o tienes que salir hacia la estación.

Además, estas alarmas se activan justo en el momento oportuno, cuando tú sabes que te serán útiles. Por ejemplo, 10′ antes de la reunión o cuando llegue la hora de salir hacia la estación.

Esto garantiza que liberan a tu mente de acordarse y recordarte. También te evitan estrés adicional o trabajo extra innecesario.

Y, por si todo lo anterior fuera poco, este uso concreto de las alarmas no constituye —a diferencia de las malas/pésimas prácticas anteriores—una «elusión de responsabilidades» por tu parte, sino todo lo contrario.

La entrada Buenas y malas prácticas al usar alarmas se publicó primero en Óptima Infinito.


lunes, 18 de octubre de 2021

Cómo crear un embudo de ventas que genere ingresos en automático

Por: Franck Scipion

Utilizar un embudo de ventas en tu negocio online puede suponer el cambio más grande e importante de tu negocio. Como pasar de un negocio online desgastador, a un negocio online rentable. Piensa un segundo en tu competencia. ¿Cuántos pueden estar ofreciendo los mismos productos y servicios que tú? ¿10, 20… ¿100? Estarás harto de leer sobre la marca personal ... Leer más

La entrada Cómo crear un embudo de ventas que genere ingresos en automático se publicó primero en Lifestyle al Cuadrado.


viernes, 15 de octubre de 2021

Productividad Personal Edición 2022: Reflexiones Día 2

Por: José Miguel Bolívar

En este segundo post de la serie Productividad Personal Edición 2022 voy a compartir contigo mis reflexiones sobre la tercera sección de la Introducción del libro.

Antes de GTD®

En esta sección hago un par de comentarios que hoy serían distintos o incluso no existirían.

El primero de ellos es sobre la dificultad de leer Getting Things Done en inglés y en pdf.

El segundo, al final de la sección, es sobre las consecuencias positivas que ha tenido para mí integrar GTD en mi vida.

¿Quién se libra de la resistencia al cambio?

Tener que leer en pdf y en una pantalla de ordenador me resultó incómodo, incluso frustrante, ya que por aquel entonces no tenía Kindle y mi única experiencia de lectura era en papel.

Reflexionando ahora sobre aquello, creo que tuvo más de resistencia al cambio que de otra cosa, ya que actualmente sólo leo en Kindle y me encanta la experiencia.

Lo que quiero decir es que si hoy leyera aquel mismo pdf en mi Kindle, seguramente mi experiencia sería completamente distinta, aun tratándose del mismo texto.

Hago esta aclaración porque creo que mi comentario en el libro se debe más a lo incómodo de aquella experiencia que a que el texto estuviera en inglés o al estilo literario de Allen.

El inglés no tenía la culpa

Por otra parte, si dejo al margen la experiencia de lectura y me centro en el contenido, me doy cuenta de que el inglés no tenía la culpa de nada.

Lo que ocurre es que por aquella época mis lecturas en inglés eran mayoritariamente relacionadas con el mundo de la empresa, así que el estilo divulgativo en general, y el de Allen en particular, eran desconocidos para mí.

Leer a Allen en inglés me contrarió, simplemente porque era distinto a lo que estaba acostumbrado y conocía. Nuevamente la resistencia al cambio.

Prácticamente todo lo que leo ahora, salvo alguna novela de entretenimiento, es en inglés y puedo asegurarte que algunos estilos literarios (el de Goleman, por ejemplo) me resultan bastante más difíciles de procesar que el de Allen.

Es más, diría que a Allen se le entiende bastante bien en inglés, incluso que se le lee fácil una vez te acostumbras a su manera de escribir.

Resumiendo, si mi primer contacto con Getting Things Done fuera hoy, con mi Kindle, el comentario sobre el inglés y el pdf no aparecería en el libro.

El mejor Allen es siempre el original

De hecho, me gustaría dejar claro que la mejor manera de entender GTD —con diferencia—es leer los libros de Allen en inglés.

Así que, a poco que seas capaz de ello, te recomiendo que lo intentes, por despacio que vayas y por mucho que tengas que usar el diccionario.

Leer a Allen en inglés es la mejor opción de todas por una sencilla razón: sólo ahí tienes el GTD puro, el 100% auténtico, lo que Allen realmente dice, sin interpretaciones de ningún tipo.

Ten en cuenta que las traducciones al español son muy mejorables, por dos motivos.

El primer motivo es que cualquier proceso de traducción implica un cierto grado de interpretación, ya que siempre hay expresiones casi imposibles de traducir literalmente y esto obliga a hacer interpretaciones.

El segundo motivo —y el principal en este caso— es que las personas que tradujeron GTD desconocían la metodología y esto afectó negativamente al resultado.

Y es una lástima, porque en las versiones traducidas hay pasajes que han perdido matices importantes y, con ello, gran parte de su sentido original.

Qué ha aportado GTD a mi vida

En la parte final de la sección cuento cómo GTD me proporcionó una mejora estimada del 40 por ciento en mi productividad personal.

Esto es totalmente cierto —de hecho puede que fuera incluso más— pero a día de hoy no es lo que más valoro.

Hay otras dos aportaciones de GTD a mi vida que han sido clave, tanto o más que el aumento de la productividad.

La primera es la sensación de control. Esto es impagable.

Como dice Allen, «sólo te puedes sentir bien con lo que no haces cuando sabes qué es lo que no haces».

Y eso GTD te lo da, vaya que si te lo da. Con GTD sabes en cada momento qué estás haciendo pero, sobre todo, eres consciente de qué no estás haciendo.

La segunda es la desaparición de los olvidos.

Acordarte siempre de todo sin necesidad de recordar nunca nada es también impagable, al menos para mí.

La tranquilidad de saber que te vas a encontrar el recordatorio adecuado en el momento adecuado te da una tranquilidad y una confianza que ninguna «alarma» podrá dar jamás (la semana que viene escribiré un post sobre las «alarmas»).

Y esto es todo en esta segunda entrega. Espero que te esté resultando útil la serie y me encantará leer tus comentarios al respecto. Y recuerda que la próxima entrega será en tres semanas.

La entrada Productividad Personal Edición 2022: Reflexiones Día 2 se publicó primero en Óptima Infinito.


miércoles, 13 de octubre de 2021

Cómo evitar el fracaso en 7 pasos

Por: Franck Scipion

Vivimos en una sociedad sobreestimulada con notificaciones, emails, llamadas y un sinfín de inputs que bombardean nuestro cerebro. El foco mediático de las redes sociales se posa sobre nuestras cabezas y genera una competitividad insana. Se encumbra a los supuestos ‘ganadores’ y se denigra a los ‘perdedores’. Esto provoca un pavor al fracaso, así que ... Leer más

La entrada Cómo evitar el fracaso en 7 pasos se publicó primero en Lifestyle al Cuadrado.


viernes, 8 de octubre de 2021

Los Horizontes Superiores son sólo para Reflexionar

Por: José Miguel Bolívar

En este post voy a explicar por qué los Horizontes Superiores son sólo para Reflexionar.

Aunque en realidad la afirmación anterior es una licencia literaria, porque también se usan para Organizar y Ejecutar.

El motivo que me ha llevado a escribirlo es que uno de los errores más comunes al dar los primeros pasos por el camino para dominar GTD® es mezclar los Horizontes Superiores con otras categorías organizativas.

Un error que yo también cometí y del que —peor aún— tardé mucho tiempo en darme cuenta y corregirlo.

Te contaré cuáles son los motivos más frecuentes que provocan este error, para que puedas estar al tanto y evitarlo.

Explicaré también qué son, qué aspecto tienen y para qué sirven en realidad los Horizontes Superiores.

Y, por supuesto, expondré por qué mezclarlos con otras categorías organizativas es una mala práctica y qué consecuencias negativas tiene.

La fórmula perfecta para hacerlo mal

La combinación de factores es tan «perfecta» que considero muy difícil evitar este error en las primeras etapas de GTD.

En primer lugar tenemos esa fuerte «mentalidad de archivista» —probablemente fruto de nuestro pasado primitivo— que nos lleva a obsesionarnos con «¿dónde lo pongo?».

Al igual que para un martillo todo son clavos, para las personas con mentalidad de archivista todo son archivos, contenedores en los que «poner» cosas.

En segundo lugar, los Horizontes Superiores se explican empleando la metáfora de los niveles de altitud, una metáfora sobre cuya efectividad pedagógica sigo teniendo mis dudas.

Porque esta metáfora jerárquica, de amplitud creciente, favorece que se malinterpreten los Horizontes Superiores como una serie de contenedores anidados unos dentro de otros, a modo de muñecas matrioska.

En tercer lugar tenemos las herramientas, que también contribuyen generosamente a este error incorporando elementos de los Horizontes Superiores en sus gestores de listas.

Lógicamente, encontrarnos con estos elementos (categorías, etiquetas, etc.) nos lleva a pensar que, si están ahí, será para usarlos, con lo cual el error es casi inevitable.

Y, finalmente, está el desconocimiento de GTD, fruto de (mal)interpretar y suponer en lugar de dedicar el tiempo y la energía mental necesarios para entenderlo.

Si crees que GTD es simplemente un sistema de listas o, peor aún, un sistema de carpetas, es que sigues sin entenderlo.

GTD es simplemente una colección organizada de recordatorios visibles.

La verdad sobre los Horizontes Superiores

Los recordatorios de GTD pueden ser de muchos tipos y tener distintas utilidades. Ahora no voy a extenderme, pero escribiré un post al respecto detallando todos los tipos que existen y la utilidad de cada uno de ellos.

En el caso concreto de los Horizontes Superiores, estamos hablando de recordatorios de diversa naturaleza, todos ellos relacionados con lo que en GTD se llama Perspectiva.

Estos pueden abarcar desde qué es lo verdaderamente importante para ti en este mundo hasta cuáles son los estándares que quieres mantener en tu vida.

Lo que todos ellos tienen en común es que son aspectos de tu vida relevantes para ti por un motivo u otro.

Por eso quieres reflexionar sobre ellos con la frecuencia necesaria, para obtener una visión más completa y global al respecto, por si consideras oportuno introducir algún cambio.

Y, como el cerebro es una chapuza y la memoria más aún, utilizas recordatorios para no olvidarte de Reflexionar sobre ellos con la frecuencia necesaria.

El aspecto de estos recordatorios puede ser el de un mapa o una lista. Ambos formatos son igualmente válidos, así que puedes elegir el que más te guste.

De hecho, se pueden parecer mucho a las listas de desencadenantes de incompletos que entregamos en la formación GTD oficial de Nivel 1, tanto en apariencia como en uso.

Los Horizontes Superiores no son en ningún caso contenedores de elementos de otras categorías organizativas.

Me refiero a que el propósito no contiene la visión, ni esta contiene las metas y objetivos, ni estos las áreas de enfoque y responsabilidad, ni estas contienen proyectos ni los proyectos contienen acciones.

Los Horizontes Superiores sólo contienen recordatorios de aspectos de tu vida sobre los que quieres Reflexionar regularmente.

Mala práctica y sus consecuencias

Los recordatorios de los Horizontes Superiores son muy distintos de los que usas a diario y/o semanalmente para recordar qué te has comprometido a hacer o qué resultados quieres conseguir, por citar algunos ejemplos.

De hecho, son distintos en todo, tanto en su naturaleza, como en su apariencia como en su utilidad. Por consiguiente, mezclarlos con los de uso diario o semanal es una mala práctica.

La buena práctica es organizar con el menor número posible de criterios para poder elegir rápido y sin esfuerzo.

Añadir información innecesaria a los recordatorios de tus categorías organizativas básicas, además de ser un trabajo adicional injustificado, obliga a tu cerebro a decodificar información extra de mínima nula utilidad.

Por poner un ejemplo concreto, asociar áreas de enfoque o responsabilidad a los recordatorios de tus acciones y proyectos es sobrecomplicar.

Y ya sabes que el problema de sobrecomplicar es que dificulta el avance por el camino para dominar GTD, porque favorece que te caigas de la tabla.

Porque, además, da exactamente igual que tengas más o menos recordatorios en cada uno de esos Horizontes Superiores.

Mientras tengas en cada uno de ellos lo que para ti tenga sentido tener, la cantidad da exactamente igual.

Es completamente normal tener muchos en algunos y muy pocos en otros. Lo que no es normal es lo contrario.

Y para saber si tienes en cada uno de ellos lo que para ti tiene sentido tener lo único que necesitas es Reflexionar, revisándolos y pensando sobre ellos con la frecuencia y, sobre todo, con la calidad de pensamiento adecuados.

Así que, recuerda, añadir los Horizontes Superiores a tus listas de acciones y/o proyectos es sobrecomplicar (y, normalmente, también procrastinar) porque los Horizontes Superiores son, esencialmente, para Reflexionar.

La entrada Los Horizontes Superiores son sólo para Reflexionar se publicó primero en Óptima Infinito.


martes, 5 de octubre de 2021

10 mejores plataformas para vender ebooks

Por: Franck Scipion

Si tu modelo de negocio se basa en la creación de infoproductos en texto o la escritura de libros, la tecnología te permite hoy abrirte al mercado y utilizar plataformas para vender tus ebooks de forma autónoma y automatizada. Crear tus propios ebooks y autopublicarlos puede convertirse en tu actividad para que consigas cumplir tu ... Leer más

La entrada 10 mejores plataformas para vender ebooks se publicó primero en Lifestyle al Cuadrado.


lunes, 4 de octubre de 2021

Cómo crear una campaña publicitaria en YouTube Ads

Por: Franck Scipion

YouTube se ha convertido en la plataforma de vídeo más popular. Eso ya nadie lo puede negar. Encuentras contenido de todo tipo en esta plataforma y es el segundo buscador más utilizado, detrás de Google. Con 2.000 millones de usuarios en todo el mundo es también la segunda red social más utilizada, y la que ... Leer más

La entrada Cómo crear una campaña publicitaria en YouTube Ads se publicó primero en Lifestyle al Cuadrado.


viernes, 1 de octubre de 2021

Lo único que importa para tomar decisiones

Por: José Miguel Bolívar

En este post voy a compartir contigo algunas reflexiones sobre lo único que importa para tomar decisiones.

Porque tomar decisiones —buenas decisiones— es indispensable para mejorar tu efectividad.

La tendencia natural ante cualquier situación es reaccionar de manera impulsiva, en caliente, eligiendo intuitivamente la opción aparentemente mejor.

Y, para complicar aún más la cosa, decidir es algo que, en general, nos suele gustar más bien poco y hay al menos un par de motivos claros para ello.

Por una parte, decidir bien implica pensar. ¡Uf! ¡Qué pereza!

Por otra parte, decidir siempre implica arriesgar. ¡Uy! ¡Qué miedo!

A pesar de ello, decidir bien es en realidad muy sencillo. Sólo necesitas aprender y aplicar algunas buenas prácticas para hacerlo.

Cuando lo útil se vuelve disfuncional

Reaccionar de manera impulsiva, en caliente y eligiendo intuitivamente la opción que parece mejor es un comportamiento que ha jugado históricamente muy a favor de nuestra supervivencia como especie.

A lo largo de su proceso evolutivo, el ser humano ha mantenido una lucha encarnizada por sobrevivir, una lucha en la que reaccionar rápido era un factor decisivo.

Actualmente, sin embargo, la realidad es muy distinta. ¿A cuántas situaciones se enfrenta hoy el ser humano en su día a día que realmente supongan una amenaza para su vida?

En esta nueva realidad, seguir reaccionando como nuestros antepasados no sólo ha dejado de ser útil —y de tener sentido— sino que se ha vuelto profundamente disfuncional.

Porque antes la consecuencia de gran parte de tus elecciones era evidente e inmediata: o sobrevivías o morías.

Pero ahora las consecuencias son mucho menos evidentes y, en la mayoría de los casos, mucho menos inmediatas.

Lo que haces —y lo que no— tiene consecuencias

Mucho de lo que nos ocurre en la vida nos viene dado. Familia, lengua, cultura, creencias, etc. vienen en gran medida condicionadas por dónde nacemos.

Pero, dejando todo esto a un lado, otra gran parte de lo que nos ocurre es consecuencia directa de lo que hacemos y también de lo que no hacemos.

Y, como ya habrás imaginado, lo que hacemos y lo que no hacemos son simplemente la expresión de lo que elegimos o decidimos hacer o no hacer.

Precisamente por eso es tan importante dejar de reaccionar como nuestros antepasados y adecuar nuestro comportamiento a la realidad actual.

Una realidad en la que los matices importan, las opciones son muchas —a menudo poco obvias— y las consecuencias rara vez son inmediatas.

Aceptar es madurar

Es perfectamente lícito que haya cosas que no te gusten, como también es lícito preferir que sean de otra manera.

Pero que no te gusten, o preferir que fueran distintas, es una cosa y otra, muy distinta, es ser incapaz de aceptar que son como son. Eso es inmadurez.

Decidir siempre conlleva un riesgo, por mínimo que sea. Y esto, te guste o no, es así. Acéptalo.

Incluso evitar decidir es una decisión, así que también en este caso estás asumiendo un riesgo.

Algunos comportamientos que evidencian esta falta de madurez son:

  • Obsesionarte por acertar en lugar de centrarte en tomar la decisión correcta, independientemente de si aciertas o no.
  • Tener miedo a las consecuencias en lugar de aceptarlas como algo inherente al proceso de decidir.
  • Tener miedo a que te falte información en lugar de aceptar que nunca vas a tener toda la información y que, además, demasiada información suele ser contraproducente.
  • Tener miedo a que no sea el momento idóneo para decidir en lugar de adoptar la buena práctica que recomienda David Allen → «the last responsible moment» (el último momento responsable).
  • Los pensamientos de culpa a posteriori del tipo «si hubiera decidido mejor», en lugar de aceptar que es imposible que el 100% de tus decisiones correctas sean también acertadas.

Lo único que importa para tomar decisiones

Para decidir tiene que haber al menos dos opciones, aunque en muchas ocasiones habrá más. Un factor que ayuda a tomar decisiones (bien) es ser consciente del mayor número posible de esas opciones.

Cada opción conlleva una cierta probabilidad de que, como consecuencia de ella, ocurran cosas que consideres positivas o negativas. Cuanto más claro tengas las posibles consecuencias de cada opción, mejor.

La información relevante para el proceso de decisión es a menudo dinámica, es decir, va cambiando con el tiempo. Por eso es una buena práctica esperar al último momento responsable para decidir con la información más reciente y actualizada.

El último momento responsable es aquel que, si lo sobrepasas, ya estarás decidiendo tarde y, por consiguiente, mal (aunque aciertes).

Tener siempre presente el propósito de la decisión es fundamental. ¿Para qué estoy tomando esta decisión? ¿Qué me aporta?

Una vez tienes claro lo anterior, lo único que importa para tomar decisiones es optar —en el último momento responsable y a partir de la información disponible— por la opción conocida que más te acerque a conseguir tu propósito.

La entrada Lo único que importa para tomar decisiones se publicó primero en Óptima Infinito.