lunes, 30 de octubre de 2017

¿Sigues sin vender infoproductos? Descubre los 4 errores que puedes estar cometiendo (y sus soluciones)

Por: Franck Scipion
errores al vender infoproductos

No hay nada más frustrante que no saber qué estás haciendo mal a la hora de vender.

Has trabajado horas sin parar en la creación de tu infoproducto, en la página de ventas y en la promoción… pero no pasa nada.

Revisas y revisas y no encuentras fallos. No ves qué estás haciendo mal, pero el tiempo pasa y tu infoproducto sigue sin venderse.

Sé lo que sientes.

Yo mismo me planteé renunciar a mi sueño tras fracasar con mis 3 primeros infoproductos. Pero al final no me rendí, seguí adelante, y a día de hoy tengo un negocio que vive en gran parte de esos infoproductos.

Aprendí a base de “golpes” y de prueba y error.

Pero tú no tienes por qué pasar por ese proceso porque hoy te voy a explicar cuáles son los principales fallos que se cometen a la hora de vender infoproductos.

Ya no volverás a plantear un plan de acción equivocado o a tener dudas sobre cuál es la hoja de ruta a seguir para crear, promocionar y vender tus productos digitales.

Acompáñame en esta auditoria Fast Track para descubrir qué está fallando en esta estrategia.

Error nº1: no trabajar bajo la demanda de tu audiencia

La mayoría de bloggers hemos sufrido una miopía aguda a la hora de crear un infoproducto.

Miopía por no decir ceguera total. Y yo fui el primero.

Cuando empecé a vender productos estaba completamente cegado… y así me fueron los resultados.

Estaba cegado porque no veía más que ideas muy chulas y potentes de infoproductos que lanzar. Temáticas muy atractivas que iban a llamar un montón la atención.

Suena bien, ¿verdad?

No podía estar más equivocado.

Esas ideas no servían para nada porque no ayudaba a mis lectores con ellas. Me estaba dedicando a crear guías que solo me interesaban a mí. Me había enamorado de mi producto y me había olvidado por completo de mi audiencia.

No me di cuenta de que mis lectores eran novatos, por lo que esos productos eran inútiles para ellos. No era el producto ideal para mi lector ideal.

Tus posibles clientes no son otros que tus lectores ideales. No debes olvidar esto jamás, ya que si no perderás la perspectiva y te pondrás a crear infoproductos que no tendrán interés para ellos.

Error nº2: no se compra un formato

El segundo error más importante a la hora de crear un infoproducto es no entender las motivaciones que tiene una persona a la hora de comprarlo.

Muchos bloggers gastan mucho tiempo y dinero en crear el formato más espectacular para sus productos, cuando la realidad es que eso no va a repercutir en las ventas y tampoco en el precio.

Cuando lancé a la venta mi 2º infoproducto, decidí invertir más de 3.000€ en crear los vídeos con una productora audiovisual. Quería que se viesen lo más profesionales posibles.

¿Resultado? El promedio de ventas apenas mejoró frente al primer producto, pero con la diferencia de que me había gastado muchísimo dinero en la producción. Desde luego el problema no era de la productora, ellos hicieron muy bien su trabajo.

El error radicaba en que yo pensaba que un mejor formato atraería más ventas.

Para nada. Un formato complejo lo único que va a provocar es que te disperses y pierdas tiempo y dinero.

Tu objetivo con tus primeros infoproductos es lanzarlos cuento antes y hacerlo con el formato mínimo viable. Y si ese formato es una guía en PDF o una serie de vídeos grabados con tu webcam en casa, mejor que mejor.

Error nº3: falta de claridad

Si antes te hablaba de la ceguera, de mi falta de visión para darme cuenta de que la clave de todo estaba en lo que necesitan mis lectores, con el siguiente error podría decir que también tuve un problema para escuchar.

Cuando sacaba un nuevo infoproducto, no me preocupaba por indagar en cómo se habían sentido mis clientes con él. De nuevo, no intentaba averiguar qué era lo que más habían valorado del producto o qué era lo que menos les había gustado.

No me daba cuenta de que sin ese feedback no podía mejorar. Por muchos infoproductos que crease, nunca iba a conseguir ofrecer lo que mis lectores querían exactamente. Simplemente porque no les escuchaba.

Esa situación me llevó a crear los infoproductos sin tener una idea clara de lo que quería explicar en cada uno. Y esa falta de claridad la tapaba poniendo una cantidad enorme de información. Información que ahora me doy cuenta que la mayoría de veces era irrelevante.

El resultado de inundar el producto con muchísima información era que el cliente se agobiaba. En vez de darle un sistema gradual y explicado paso a paso, lo que recibía era una montaña de datos e ideas con las que no sabía qué hacer.

La personas lo que quieren es recibir un método efectivo que puedan exportar a su temática de forma fácil. Todo lo demás son complicaciones que les hace perder el tiempo.

Error nº4: solo vendía en el momento del lanzamiento

Otro gran error que he cometido es que solo promocionaba los infoproductos en el momento del lanzamiento.

Debido a esta falta de estrategia conseguía vender durante los primeros días… y nunca más. Después ya solo obtenía alguna venta ocasional.

Esto no podía ser, ya que lo que yo buscaba era un sistema que me permitiese aprovechar al máximo las características de un producto digital. Lo que yo quería era poder vender aunque yo no estuviese presente.

La clave la descubrí cuando trabajé en el sector farmacéutico. Los laboratorios se gastan una millonada en sus productos 2 o 3 años antes de que salgan al mercado.

Sí, tanto tiempo antes. ¿Por qué?

Porque en todo ese tiempo lo que están haciendo es informar a todos los médicos de los beneficios de su producto. Eso provoca que cuando se produce el lanzamiento, el mercado ya está preparado para recibir el producto.

¿Conclusión?

Hay que empezar a vender cuanto antes.

Cómo superar estos 4 problemas y vender tus infoproductos a partir de hoy mismo

Y ahora que ya sabes por qué no has conseguido sacar ni un euro a todo tu trabajo, vamos a ver cómo revertir la situación.

Todos los problemas tienen soluciones.

Solución nº 1: investiga la necesidades de tu audiencia

En cuanto hayas recuperado tu visión normal como blogger, tu foco debe situarse en encontrar qué es lo que necesita tu audiencia.

Te doy una metodología Fast Track:

  1. Lee los comentarios de tu blog: mucha gente no da importancia a los comentarios cuando son una fuente increíble para detectar temas que interesan a tus lectores.
  2. Revisa tus emails antiguos: seguro que has recibido unos cuantos emails con preguntas sobre cómo realizar una determinada tarea. ¿Hay algún tema que predomine?
  3. Pregunta en tus newsletters: incorpora en tus emails preguntas hacia tus lectores. Cuanto más segmentada tengas la lista, más concretas serán las respuestas.

Otro error muy habitual en este momento es no verificar las ideas que hemos extraído al investigar nuestra audiencia.

No olvides nunca que estamos hablando de personas, por lo que sus necesidades han podido cambiar con el paso del tiempo. Y tú lo que necesitas es un infoproducto que resuelva un problema que tengan hoy. No uno que tuviesen hace meses.

Por eso siempre tienes que confirmar que tus ideas son válidas y actuales. Para ello, no hay nada mejor que realizar una encuesta.

Crea un formulario con Google Form y envíaselo a tus suscriptores.

Ten presente que necesitas tener un número alto de respuestas para que puedas considerar tu hipótesis como válida. Si, como mínimo, no obtienes 100 respuestas… el riesgo a equivocarte sigue siendo alto.


Tus infoproductos deben nacer de tu audiencia y no de tu imaginación
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Solución nº 2: se compran respuestas, no formatos

¿Cuál es el motivo por el que una persona compra un infoproducto?

Porque tiene un problema y necesita una solución rápida y fácil.

Las gente quiere un sistema que ellos puedan aplicar y conseguir los resultados que tú has obtenido. Ni más, ni menos. Eso es lo que vende.

Cuanto mayor sea el problema que vas a resolver, o más grandes sean los beneficios que van a lograr gracias a comprar tu producto, más dinero podrás pedir.

Pero no caigas en el error de exagerar las ventajas de tu propuesta o de prometer más de lo que puedes conseguir. El comprador se sentirá engañado.


Las gente quiere un sistema que ellos puedan aplicar y conseguir los resultados que tú has obtenido
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Solución nº 3: escucha tus lectores y mejora tus productos

Antes te comentaba que para elegir bien la temática de tu infoproducto investigases las necesidades de tu audiencia. Ahora te toca hacer lo mismo: necesitas que tus lectores testeen el producto para que puedas mejorarlo.

Para hacerlo puedes aplicar 2 sistemas:

1. Realiza una preventa

Antes del lanzamiento, vende a tus suscriptores algunas unidades de tu producto con un buen descuento. A cambio ellos te explicarán sus puntos débiles y cómo podrías mejorarlo.

Esto es beneficioso en varios sentidos:

Una preventa también te proporciona la opción de generar unos ingresos que vas a poder aprovechar cuando llegue el momento de realizar la promoción (pagar afiliados, campañas en Adwords, en Facebook Ads, etc.).

2. Ponte en contacto con tus clientes después de la compra

El feedback que te da una persona que ya te ha comprado es una información que es puro oro.

No olvides que estás generando un sistema. Estás creando un método que cada vez debes optimizar más.

Solución nº 4: planifica una estrategia de venta

La magia de vender infoproductos está en el sistema. En tener una planificación que te lleve de la mano a tus objetivos.

Ya has elegido la temática correcta para tu infoproducto y lo has creado basándote en cubrir una necesidad. Y lo has hecho con el formato más básico y en el menor tiempo posible.

Ahora te queda vender: antes, durante y después.

En el apartado anterior te mencioné las ventajas de realizar una preventa de cara a mejorar el producto y generar unos ingresos que te ayuden con lo promoción.

Pero, ¿y qué pasa después? ¿Cómo hacemos para vender después del lanzamiento?

Aplicando un embudo de venta con un autoresponder.

Tu autoresponder va a ser el encargado de sostener tu sistema de ventas durante un tiempo indefinido. El proceso es sencillo:

  1. Creas un Lead Magnet poderoso que convierta lectores en suscriptores y esté 100% alineado con el infoproducto.
  2. Creas una secuencia de emails que vaya “calentando” al nuevo usuario, generando confianza y preparándolo para la venta.
  3. Envías un último email similar a una carta de ventas. Una carta de ventas donde termines con todas las posibles objeciones del cliente y no vea otra opción que comprarte.

Puedes vender más a partir de hoy mismo

Todo lo que necesitas es generar un producto útil e integrarlo en un sistema que te permita vender en automático de manera indefinida.

Deja de perder el tiempo con cuestiones que no te aportan resultados y aplica toda la información que te he enseñado para crear un método que puedas aplicar una y otra vez.

Las claves son crear algo para tu audiencia, en un formato simple y con una estrategia de promoción y venta que piense en el antes, durante y después.

Y ahora dime… ¿qué vas a hacer para comenzar a vender tus infoproductos?

Dime cuál es tu estrategia y si está alineada con todo lo que he comentado en este post.

Fotografía: Tired female employee at workplace in office holding cup of tea. Sleepy worker early in the morning after late night work (Shutterstock).

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viernes, 27 de octubre de 2017

Efectividad personal y gestión emocional del compromiso

Por: José Miguel Bolívar

En los comentarios al post «Cumplir tus compromisos es cuestión de perspectiva», David Barreda utilizaba la expresión «gestión emocional» al referirse a dudas que le surgían sobre cómo pueden interferir las emociones a la hora de revisar con la frecuencia necesaria un sistema externo y confiable de recordatorios para gestionar de manera adecuada nuestros compromisos.

No he hablado con David sobre el tema, por lo que es posible que esté malinterpretando su comentario. Aun así, creo que sigue mereciendo la pena reflexionar sobre la relación entre compromiso y efectividad, en un intento por dar respuesta a preguntas como por qué hay personas que, convencidas de su compromiso con algo, no actúan en consecuencia o cómo afectan las emociones en la expresión del compromiso.

Compromiso es lo que expresan las acciones

Para mí, lo primero es entender con nitidez qué significa compromiso, ya que es una palabra que se usa habitualmente de forma inadecuada. Un aspecto fundamental en este sentido es que los compromisos no se tienen, se expresan. Como psicólogo social, una de mis premisas básicas de trabajo es «observar lo que la gente hace, más que lo que la gente dice», una premisa que considero indispensable también a la hora de identificar el compromiso.

Si quieres saber con qué está comprometida una persona, observa sus acciones. Lo que la gente diga en relación a sus compromisos tiene una importancia relativa. Si no hay una coherencia entre su discurso y sus acciones, lo que te está dando información válida sobre sus verdaderos compromisos son sus acciones.

La confusión entre deseo y realidad es algo habitual. Son muchas las personas convencidas de estar comprometidas con algo y que, a pesar de su convencimiento, no lo están. Y no lo están porque no lo expresan, es decir, porque ese compromiso no es deducible a partir de la observación de sus acciones.

También hay muchas personas que «quieren», con todas sus fuerzas, estar comprometidas con algo. Lo «desean» intensamente y, a pesar de ello, son incapaces de expresar su compromiso y, por tanto, de lograr que ese compromiso exista. La dura realidad a la que nos lleva todo esto es que una buena parte de los compromisos no lo son.

Por último, «romper un compromiso» es simplemente una forma de hablar. En sentido estricto, «compromiso roto» y «compromiso inexistente» son sinónimos. Lo que sí se puede hacer en cualquier momento es «renegociar» un compromiso.

Entre el compromiso y las acciones están las emociones

El obstáculo entre el «compromiso deseado» y el «compromiso expresado» son las emociones, que a su vez están influidas por los valores y las creencias, sin olvidar los hábitos que ya tenemos.

Pongamos un ejemplo sencillo: te «comprometes» a hacer deporte de forma regular con el propósito de mejorar tu salud. Hasta ahí, perfecto. Te apuntas a un gimnasio, o a un grupo de gente que ya practica regularmente alguna actividad deportiva. Te pones los consiguientes recordatorios en tu calendario y te aseguras de disponer del equipamiento deportivo (ropa, calzado…) necesario para poder cumplir tu compromiso.

Llega la primera semana y cumples un par de días con tu compromiso. La segunda semana también. Esto marcha. La tercera te surge no sé qué y uno de los días que tenías previsto hacer deporte no puedes. La cuarta es una semana de esas para olvidar, que se traduce en que no puedes hacer deporte. La quinta te da una pereza horrible y a partir de ahí la intención de hacer deporte pasa a la historia. La pregunta es: ¿ha existido un compromiso real con hacer deporte? La respuesta es, evidentemente, no.

Sin duda, tenías intención de hacer deporte, es posible que incluso desearas intensamente tener el compromiso de hacerlo, pero la expresión de tu compromiso ha sido prácticamente nula. Está claro que no has hecho «todo lo que hacía falta, el tiempo que hacía falta» por hacer deporte, ni tampoco lo has renegociado, luego tu compromiso ha sido inexistente.

¡Ojo! Tampoco pasa nada, pero no nos engañemos creyendo que existe un compromiso cuando no es así. Si un compromiso no se expresa, hay que preguntarse qué está pasando que lo impide. Ahí es donde entra la gestión emocional del compromiso.

Gestión emocional del compromiso: ¿en solitario o con ayuda profesional?

Lo primero que necesitas es profundizar en tus verdaderas motivaciones. Sin un motivo suficientemente potente, cambiar tus inercias es difícil. ¿«Quieres» hacer deporte «de verdad» o tal vez solo «sientes» que «deberías» hacer deporte?» ¿Para qué quieres hacer deporte? ¿Qué vas a ganar con ello? ¿Cuánto de importante es para ti hacer deporte? ¿A qué llegarías a renunciar con tal de poder hacer deporte? ¿Qué consecuencias tendría para ti no hacer deporte?…

Si te pones a buscar excusas de por qué no logras hacer deporte, las vas a encontrar. Sin embargo hay otras personas con tanto trabajo, obligaciones, cargas familiares, etc, como tú y, a pesar de ello, hacen deporte, luego esas excusas no sirven. Las verdaderas razones por las que no expresas un compromiso que deseas expresar están en tu interior y es ahí donde tienes que buscar y trabajar.

El coaching de calidad puede ayudarte a trabajar en tus emociones, motivaciones, valores y creencias y, con ello, a mejorar tu capacidad de compromiso. Si realmente existe una voluntad de compromiso y hay determinadas emociones, valores o creencias que impiden su expresión, dar con la solución es parte del compromiso.

Sea en solitario o con la ayuda de profesionales, trabajar para eliminar los obstáculos a la expresión del compromiso pertenece a ese «hacer lo que haga falta, el tiempo que haga falta» que conlleva todo compromiso. Si tiras la toalla antes de haber hecho todo lo que había que hacer, el tiempo que había que hacerlo, ten claro que nunca habrá existido un compromiso real por tu parte.

Resumen

Es muy difícil encontrar un patrón común en todas las personas que han mejorado su efectividad personal. La diversidad de edad, género, ocupación, experiencia profesional, situación personal y familiar o personalidad que existe entre ellas es inmensa.

Lo que sí tienen en común las personas que han mejorado su efectividad personal es precisamente lo que las diferencia de las que no han logrado mejorarla: han hecho más de lo que hacía falta hacer, y durante más tiempo, para conseguirlo.

En realidad todo esto es muy sencillo. O haces lo que haga falta, el tiempo que haga falta, para lograr el resultado que deseas, o tu compromiso no existe. Tendrás un deseo o una intención más o menos fuerte, pero no un compromiso. Nadie ha dicho que comprometerse – de verdad – sea fácil. De hecho, resulta mucho más fácil buscar excusas para justificar la ausencia del compromiso que soluciones para asegurar su expresión y, con ello, su existencia.

Dice el maestro Francisco Alcaide que «los ganadores buscan soluciones; los perdedores buscan excusas». También es cierto en lo referente a la mejora de la efectividad personal.


martes, 24 de octubre de 2017

Qué hacer cuando estás tan desbordado de cosas que solo apagas fuegos

Por: Iago Fraga
Una de las preguntas que más me llega últimamente con el Gimnasio Productivo viene de lectores comentándome que pierden la capacidad de pensar, reaccionar y organizarse mejor porque se saturan de tareas en el trabajo y entran en un estado de “ya no puedo más”. En ese momento dejan de intentar organizarse de ningún modo […]

domingo, 22 de octubre de 2017

Microcambio. Ser un 1% mejor cada semana

Por: David Torné

La mejora de la eficacia personal se basa en una multitud de pequeños pasos hacia un gran hito. Mejorar el detalle, eliminar las fricciones, pulir las aristas en la forma de actuar son pequeños pasos. Hacerlo de forma continuada es crear un proceso de crecimiento.

Llevo años repitiéndome este párrafo como si de un mantra se tratara.

El nombre de micromejora o de cambio del 1% es sólo un bonito nombre para ilustrar el propósito de la técnica. Aportar sensación de control y confianza para realizar giros sustanciales en nuestra vida.

Te comento él porque me parece un buen camino pero sobre todo el cómo.

¿Qué me puede aportar un sistema de micromejora?

  • Pasar a la acción. Escoges algo que no va bien, algo pequeño y intentas solucionarlo. Tomas una decisión y actúas sin necesidad de grandes planificaciones ni razonamientos.
  • Estás a gusto con lo que haces y con lo que no haces. Al focalizar en un hito, aunque sea pequeño, creas la sensación de que estás haciendo algo para cambiar y que el resto de cosas que no van bien en tu vida no están desatendidas sino en estado de en espera.
  • Refuerzo emocional positivo. Con el tiempo, después de alcanzar un número de éxitos y de derrotas ganarás confianza y seguridad en tus capacidades. Desaparecerá la desagradable sensación de falta de control sobre tu vida.
  • Ayuda a persistir. Los microcambios requieren poco compromiso inicial. Son fáciles de asumir y alcanzar. Nos introduce en una dinámica ganadora donde cada vez que logras un hito quieres un poco más.
  • Sin miedo a la derrota. La amargura de la derrota es proporcional a la magnitud de lo que se quiere alcanzar. En caso de no alcanzar lo que persigues puedes deshacerte de la sensación de fracaso focalizando en un nuevo detalle a modificar.
  • No hay un gran dispendio de recursos invertidos en cada intento. Si no sale bien no habrás perdido grandes cantidades de tiempo y energía.
  • Facilita el ensayo y error. Si lo has intentado y no ha funcionado puedes probar cosas nuevas. Recoges el aprendizaje y lo planteas de distinto modo: Desde la acción a realizar hasta enfocarte en una nueva cuestión en el próximo intento.
  • Facilita la heurística. No sabes dónde te llevará tu viaje. Si durante el proceso surge una sorpresa inesperada que te hace cambiar de dirección o altera tus intereses la podrás aprovecharla sin dejar atrás un camino prefijado.
  • Facilita la mejora incremental. Puedes aumentar el grado de tu cambio. Profundizar en la mejora. De capturar todos tus asuntos una semana, a procesarlos 2 veces al día la siguiente.
  • Mejora continua. Facilita encadenar las pequeñas victorias conseguidas convirtiéndolo en un proceso continuo de crecimiento.

Vamos por pasos. ¿Qué debo hacer?

PRIMER PASO. Piensa que quieres cambiar. Empieza con algo común y ordinario, una parte de tu rutina. No quieras cambiarlo todo de golpe, delimita el aspecto del problema a resolver.

SEGUNDO PASO. Traduce el cambio en acción/es a realizar. Algo minúsculo, lo más pequeño posible para evitar la resistencia. Cuando lo logres ya pensarás en aumentar la apuesta.

TERCER PASO. Plantear el sprint. Define un ciclo,  un intervalo de tiempo breve para aplicar el nuevo hábito a tu rutina con ciertas garantías. Por ejemplo de una semana.

CUARTO PASO. Reflexiona. Cuando llegue el último día del ciclo revisa como ido tu aventura de bolsillo. ¿Has podido llevarlo a la práctica con regularidad? ¿Qué nivel de resistencia has encontrado? Alto, normal, bajo… ¿Has fallado alguna vez?

Si la resistencia es baja y se ha aplicado de forma regular puedes plantear el siguiente cambio o un aumento en la intensidad del cambio actual para el próximo ciclo.

Si va bien vuelve al primer paso, si fallas replantea el ciclo finalizado y repítelo

Como llevarlo a la práctica

¿Qué no va bien? ¿Qué quiero mejorar?

 Siempre hay algo que mejorar. Sintetiza en una frase. concreta:

“Procrastinar. Evito lo que tengo que hacer para cualquier tarea de menor importancia”

“Quiero dedicar tiempo a la lectura”

¿Cuál es la fricción que me impide alcanzarlo?

Si no lo has conseguido hasta ahora, o no lo has probado o hay algo que te lo impide. ¿Puedes identificar el problema?

“Siempre hay una tarea más sencilla o más agradable a realizar que la que tengo que hacer”

“No encuentro el momento en el que sentarme a leer”

¿Cuál es el cambio más pequeño que realizar para cambiar esta situación?

Tienes que dar un primer paso. Hacerlo de forma firme y fácil. Ejecuta el cambio más pequeño posible.

“Empezaré el día con identificando la tarea más exigente que haya en mi lista de asuntos pendientes y me redactaré un pequeño texto definiendo que tengo que hacer concretamente. Lo dividiré en pasos o acciones más sencillas”

“Dedicaré los 5 minutos después de comer a leer”

¿Cómo lo llevo a la práctica?

Durante la semana siguiente lleva a cabo sólo la acción que has definido para aplicar el microcambio.

Definir las acciones que componen esa tarea tan tediosa sólo quiere decir esto. Realizar este ejercicio cada mañana y ver qué pasa. Quizás te invita a empezar, te facilita su resolución o simplemente te darás cuenta de algo que te aporte más información de porqué demoras tu trabajo.

 Los 5 minutos de lectura son 5 minutos al día. Cada día. Los puedes alargar pero no sirve para compensar una sesión de lectura perdida.

¿Qué hago si fallo un día?

Simplemente vuelve a empezar. Al día siguiente vuelves a restablecer tu nuevo hábito sin remordimiento.

Si por lo que sea no puedes realizar la acción para aplicar el cambio retoma al día siguiente. Mantienes el compromiso

Si un día no puedes leer no pienses que mañana lo recuperarás. Mañana será un nuevo comienzo con 5 nuevos minutos de lectura.

Es importante persistir, mantener el compromiso.

¿Qué hago si no sale bien?

Lo más importante es no detenerse y insistir en buscar la mejora. Puedes optar por replantear el cambio o dejarlo de lado para retomarlo más adelante y elegir algo diferente a cambiar.

En el caso de replantearlo cambia de perspectiva:

“Procrastinar: En lugar de identificar y especificar la tarea que te preocupa elige un momento del día para empezarla y hazlo sin pensar”

“Encuentra otro momento en el que ubicar 5 minutos de lectura. Después de acostar a los niños o antes de irte a dormir”

¿Qué hago si sale bien? ¿Cuál es el siguiente paso?

Volver al principio. Elige una nueva acción, lo más pequeña posible para continuar desarrollando este cambio que has escogido. Por ejemplo:

“Comprometerte a realizar una de las acciones que has definido en la especificación de la tarea compleja que corre peligro de ser demorada”

“Aumentar de 5 minutos de lectura a 10”

Cuando empieces a aplicar este sistema lo más importante es la continuidad, acostumbrarte a vivir con el cambio y con la voluntad de mejora.

Confía en la intuición para escoger aquello que te apetece cambiar y define el primer paso a realizar. Puede parecer un juego y de hecho lo es :-)

Gracias a James Clear y a Leo Babauta por la inspiración

Photo by Hans-Peter Gauster on Unsplash


viernes, 20 de octubre de 2017

Por qué tienes que aprender a pensar

Por: José Miguel Bolívar

Es muy probable que tu respuesta inconsciente al leer el título de este post haya sido algo del estilo: «¿Qué? ¿Aprender a pensar? ¡Yo ya sé pensar!». Evidentemente, tienes razón: ya sabes pensar. Ahora bien, con casi total seguridad, piensas «mal», al menos en comparación con lo que significa pensar «bien» desde el punto de vista de la efectividad.

Efectividad es la combinación óptima de eficiencia y eficacia. Por su parte, la eficacia tiene que ver con la consecución de resultados, que a su vez está directamente relacionada con la toma de decisiones.

Una persona eficaz es la que ha desarrollado los hábitos necesarios para poder decidir «bien» qué hacer y qué no hacer, qué hacer ella y qué delegar, qué hacer antes y qué hacer después… Estos hábitos permiten, además, elegir en todo momento la opción correcta a la hora de hacer.

Lógicamente, este proceso de toma de decisiones conlleva un proceso previo de análisis. Para poder decidir bien sobre algo, antes es imprescindible entender bien qué significa para ti ese algo, si requiere hacer algo con ello o no, quién es la persona idónea para hacerlo… Hablo de un proceso que hay que aplicar sistemáticamente a las múltiples cosas que constantemente llegan a tus diversas bandejas de entrada y llaman tu atención.

El problema con todo lo anterior es que pensar «bien» es un proceso exigente en términos de consumo de energía mental, lo que se traduce en que genera fricción, ya que supone un esfuerzo considerable. Si además pretendemos que pensar «bien» se convierta en un hábito, entonces nos encontramos ante un reto de considerables dimensiones, porque no estamos evolutivamente preparados para ello.

Daniel Kahneman, Premio Nobel en Economía, en su imprescindible libro «Pensar rápido, pensar despacio», nos explica por qué pensar «bien» es tan difícil.

Bajo eso que llamamos «mente», hay en realidad dos sistemas de pensamiento que trabajan conjuntamente, a los que Kahneman llama respectivamente Sistema 1 y Sistema 2.

El Sistema 1 es, evolutivamente hablando, el más antiguo de los dos. Es también el que tenemos en común con otros seres vivos. Este sistema está especializado, entre otras cosas, en gestionar todos los procesos básicos del pensamiento orientados a la supervivencia. Precisamente por este motivo, se trata de un sistema altamente eficiente en el consumo de energía y recursos atencionales, capaz de trabajar en modo multitarea de forma efectiva y, además, de manera automática e inconsciente, sin necesidad de tener que prestarle atención.

El Sistema 1 trabaja frecuentemente con lo que Kahneman llama «atajos heurísticos», un mecanismo que aprovecha el conocimiento adquirido a partir de experiencias previas para tomar decisiones cuando falta información o el problema es complejo. Parte de lo que hacen los atajos heurísticos es intentar reconocer patrones y establecer analogías, lo que permite repetir decisiones y comportamientos que ya funcionaron bien en el pasado sin necesidad de tener que volver a pensar en ellos una y otra vez.

Desde el punto de vista del ahorro energético mental, los «atajos heurísticos», y el Sistema 1 en general, son difícilmente superables.

El problema con estos «atajos heurísticos» es que suelen funcionar bastante bien para la vida cotidiana, pero resultan poco útiles, cuando no directamente contraproducentes, para los profesionales del conocimiento y su efectividad.

El Sistema 1 es un sistema rápido orientado a la acción. Cuando utilizas el Sistema 1, más que pensar y prever, supones y reaccionas. Como puedes comprobar, una preferencia bastante alejada del proceso de análisis y toma de decisiones necesario para mejorar la eficacia personal y, por consiguiente, la efectividad.

Otro gran obstáculo que plantea el Sistema 1 para la mejora de la efectividad son los sesgos cognitivos, procesos intuitivos que introducen sistemáticamente errores en los procesos de toma de decisiones. Como puedes imaginar, decidir «bien» a partir de información que es parcial o totalmente errónea resulta realmente complicado.

Por su parte, el Sistema 2 es el más reciente desde un punto evolutivo y – esto es importante – es exclusivamente humano. A diferencia de lo que ocurre con el Sistema 1, el Sistema 2 no es automático ni multitarea ni tampoco ultra-eficiente en cuanto a lo que a energía mental se refiere. De hecho, es precisamente lo contrario.

El Sistema 2 es un sistema «manual», lo que se traduce en que hay que activarlo intencionalmente. Además, es un sistema monotarea, es decir, que solo podemos prestar atención de calidad a una sola cosa a la vez1. Y, por si fuera poco, es un sistema que consume una cantidad considerable de energía.

Estas limitaciones y resistencias del Sistema 2 suponen un serio obstáculo para la mejora de la efectividad personal porque «pensar» es precisamente lo que hace el Sistema 2 y, todo hay que decirlo, este sistema intenta pensar «lo justo», a fin de ahorrar energía.

En el «diálogo» permanente entre ambos sistemas, el que suele intervenir en primer lugar es siempre el Sistema 1 (por eso Walter Mischel lo llama «sistema de pensamiento caliente»). Esto significa que, a no ser que desarrollemos hábitos específicos para evitarlo, normalmente «decidimos en caliente», con todo lo que ello supone.

Enfriar el pensamiento, es decir, desarrollar el hábito de separar en el tiempo la aparición del estímulo del proceso de toma de decisiones sobre el estímulo, de tal forma que ese proceso de toma de decisiones tenga lugar de forma voluntaria y consciente – no automática e inconsciente – en un momento posterior, nos asegura que vamos a emplear el Sistema 2 y «pensar» en lugar de emplear el Sistema 1 y «reaccionar».

Cualquier planteamiento serio para mejorar la efectividad de los profesionales del conocimiento debe pasar – necesariamente – por facilitar el máximo aprovechamiento de los recursos intelectuales. Es importante además no perder de vista que nadie nace siendo una persona efectiva.

La efectividad es una competencia, lo que implica que, para desarrollarla, todas las personas necesitan abandonar el hábito de decidir según aparece el estímulo y desarrollar el hábito de pensar «bien», es decir, utilizando el Sistema 2, de forma intencional, específica y con la frecuencia necesaria.

En mi opinión, gran parte de los graves problemas de baja efectividad y falta de pensamiento crítico con que nos encontramos a día de hoy son resultado de un Sistema 1 sobreestimulado junto a un Sistema 2 desentrenado. Sin un Sistema 2 debidamente preparado, somos víctimas fáciles de un Sistema 1 que es muy eficaz para la supervivencia básica pero un absoluto inútil para el trabajo del conocimiento.

Por eso, a no ser que lleves años entrenando a tu Sistema 1 para no «decidir en caliente» y a tu Sistema 2 para decidir a partir de datos en lugar de a partir de sesgos y suposiciones, si quieres mejorar tu efectividad, tú también tienes que aprender a pensar.

1Aprovecho para comentar que las afirmaciones que hago en materia de neurociencia están apoyadas por datos científicos, aunque habitualmente no mencione ni enlace a las fuentes. Lo comento porque la falta de referencias concretas es una crítica que me llega de manera más o menos frecuente, así que voy a responder a ella una única vez y para siempre: entiendo el valor de citar en textos científicos, pero mis textos son divulgativos, así que no cito porque no le veo valor y, sobre todo, porque no me apetece hacerlo. Quién dude de mis afirmaciones, o quiera contrastar lo que digo, «que se lo curre», que es muy fácil.


jueves, 19 de octubre de 2017

Cómo crear un curso online para vender de forma automatizada y no depender de tu tiempo

Por: Franck Scipion
como crear un curso online

“Hazte emprendedor y sé libre”.

“Disfruta de tu tiempo con flexibilidad”.

“Acaba pronto de trabajar y juega con tus hijos”.

No voy a seguir porque ya debes haber leído y escuchado demasiadas frases como estas. Y lo cierto es que son una verdad a medias.

Porque ser emprendedor digital tiene dos caras. Dependiendo del camino que tomes, te puedes sentir libre como el viento o atado a un reloj que siempre correrá en tu contra.

La pesadilla del negocio esclavizador

Creo que ya empiezas a entender lo que quiero decir, sobre todo si eres freelance y te dedicas a ofrecer servicios.

Por mucho que te esfuerces, el tope de tu negocio eres tú mismo y las 8 horas que quieres trabajar al día. Si tu tarifa es de 20 euros, lo máximo que podrás ganar serán 160 euros diarios. Si las cobras a 30, 240 euros.

Pero da igual. El caso es que solo puedes aspirar a subir el precio de tu hora y a cruzar los dedos para no ponerte enfermo y quedarte sin ingresar un solo euro durante ese día.

Olvídate de vacaciones, de días libres, de lifestyle y de escalar tu proyecto online.

Si sigues dependiendo únicamente de tu tiempo, serás siempre un esclavo de tu negocio online.

Por eso necesitas vender productos. Me refiero a productos digitales y, sobre todo, a cursos online.

Piénsalo.

Ahora estás volcando todo tu conocimiento y esfuerzo durante horas en un solo cliente. ¿Y si con ese mismo trabajo pudieras ayudar a cientos de clientes?

Yo lo tuve claro casi desde el principio. Si quería un negocio online que me diese el estilo de vida que buscaba necesitaba ser capaz de vender mis conocimientos para no depender únicamente de mi tiempo.

Por qué necesitas crear un curso online

Te imagino leyendo hasta ahora y asintiendo con cada palabra. Pero aun así, te preguntas: “¿De verdad crear un curso online es una buena opción para mí?”.

Voy a darte 4 razones poderosas y creo que después tus dudas se habrán disipado para siempre…

  • Crear y vender un curso online te posiciona como experto de tu nicho. Y, si eres un referente, te aseguro que tu target confiará más en ti.
  • Con un curso online en tu cartera, escalar el negocio es infinitamente más fácil y, además, sin necesidad de hacer una gran inversión. Para mí, los trainings se convirtieron en una catapulta hacia el crecimiento.
  • La gran ventaja de vender cursos online es que, al igual que con cualquier producto digital, no necesitas preocuparte por la logística ni por los costes de mantenimiento que sí suponen los productos físicos.
  • El e-learning está viviendo una explosión. El portal elearningindustry.com calcula que durante este año, el mercado crecerá un 24% en España y Latinoamérica. Hay demanda de cursos online y tú puedes ofrecer soluciones.

Cómo crear un curso online

Dicho esto, ya es hora de ir al grano.

Voy a darte algunos consejos para crear un curso online con el que puedas vender en piloto automático.

#Define a tu audiencia

Aún a riesgo de ser pesado, voy a repetirlo una vez más: tienes que saber a quién te diriges si quieres vender algo.

Me da igual que sea un curso online o un helado de fresa.

Si no conoces a tu cliente potencial como si fuera de tu propia familia, es imposible que llegues muy lejos.

Así que el primer paso es definir perfectamente a los posibles compradores de tu curso online.

Si te pierdes con esto, echa un vistazo a este post sobre el buyer persona.

#Encuentra una necesidad

Tu público tiene problemas y busca soluciones.

Así de simple. Los clientes compran respuestas a sus problemas, a aquello que no les deja dormir o que les genera cabreos en el trabajo un día sí y otro también.

Y es verdad que ya hay mucho contenido gratuito. Pero es contenido disperso, que genera infoxicación y hace perder horas inútilmente al usuario.

Tu cliente busca una solución fácil. Y tu objetivo es encontrar su punto de dolor para resolverlo con tu curso online. Si consigues dar en el blanco, las ventas llegarán casi solas.

Pero no voy a engañarte. Esto no es fácil.

Tienes que investigar bien a tu público, preguntarle y, sobre todo, validar tu idea antes de ponerte manos a la obra.

#Trabaja los materiales

Cuando ya tengas clara la temática y hayas validado tu idea, llegará el momento de dar forma al curso.

¿Cuántos módulos tendrá? ¿Y la duración? ¿Será con o sin soporte? ¿Qué precio tendrá?

En este punto, vas a encontrarte con decenas de preguntas. Siéntate y analiza bien las decisiones que tomes.

Mi recomendación: ten en cuenta que el formato de tu curso online y el precio deben estar siempre en consonancia.

Haces esto para ayudar a tus clientes, pero también para ganar dinero, así que asegúrate de la rentabilidad.

#Revisa, pero no en exceso

Vale. Tienes que hacer un control de calidad de los materiales de tu curso, pero… no te pases.

Por favor, no seas de los que crean un curso online y lo dejan en el armario durante meses.

Acuérdate: mejor hecho que perfecto.

Tu producto siempre va a ser mejorable y, de hecho, tu responsabilidad es corregirlo para que cada vez tenga mayor calidad. Lo que quiero decir es que no permitas que el perfeccionismo te lleve a la procrastinación.

#Crea la plataforma

Aquí tienes dos opciones:

  • Montar tu curso en una plataforma de aprendizaje ya creada como, por ejemplo, Hotmart.
  • Montar tu propia escuela online, con un servicio de membresía como Memberpress.

La ventaja de la primera es que te olvidas por completo de la parte tecnológica y te evitas algunos dolores de cabeza. Sin embargo, la segunda opción te permite tener todo bajo tu control y el beneficio por las ventas es mayor.

#Prepara tu embudo automatizado

Por último, tienes que crear un embudo automatizado que atraiga leads y los transforme en clientes de tu curso online. Aquí te cuento cómo hacerlo paso a paso.

Cuando ya lo tengas, necesitarás enfocarte en una tarea fundamental en todo este proceso: la captación. La  difusión es casi tan importante como la creación del curso en sí. Tienes que conseguir que todo tu público se entere de tu lanzamiento. ¡Grítalo a los cuatro vientos! 😉

¿Todavía tienes dudas?

Me lo imaginaba…

No necesitas ser un experto para crear un curso online, pero reconozco que hay algunos aspectos que pueden ser complicados.

Ahora tienes una base. Tienes una primera idea sobre cómo crear un curso online, pero necesitas profundizar más.

Por eso, te invito al webinar que está haciendo estos días mi amiga Vilma Núñez, una gran referente de la formación online en el mercado hispanohablante. Imagino que ya la conoces de sobra…

En su webinar, Vilma te enseñará a…

  • Crear y vender un curso online.
  • Validar ese curso para que el lanzamiento sea un éxito.
  • Lanzar tu propia escuela online.

Puedes registrarte gratis aquí, pero no te lo pienses demasiado porque solo quedan dos sesiones disponibles.

¡Que lo disfrutes!

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martes, 17 de octubre de 2017

5 detalles a vigilar antes de enviar un correo importante

Por: Berto Pena

Escribimos tantos correos que ya no prestamos atención a ese gesto, vulgar, repetido, monótono. Y ese automatismo es un gesto clave para ti porque define cada día tu manera de hablar a distancia, y coordinarte en temas en los que seguro que te va mucho.

correo importante

Es cierto que hay correos y correos. Algunos, los importantes de verdad, en esos donde “te juegas la vida”, no hace falta decir nada porque seguro que los repasas hasta la saciedad. Cómo escribes, lo que pones y cómo lo pones, detalles que no puedes olvidar… esos mensajes los relees dos, tres o cinco veces si hace falta.

¿Pero qué pasa con los otros correos (igualmente importantes) que por repetidos los escribes en modo piloto automático? Ahí es donde fallamos la mayoría. Y por ahí es por donde se nos cuelan muchos problemas, malentendidos y desajustes llamados “urgencias”, “marrones” o “líos”.

Te propongo un cambio: cuidar desde ahora esos correos igualmente importantes, de cada día, que a la larga definen tu nivel para trabajar con clientes, tu jefe o tus compañeros. Porque ahí, en ese mensaje que vas a escribir dentro de media hora, está la diferencia entre un buen profesional y otro del montón.

Hay cinco detalles que a mí me gusta vigilar antes de enviar un correo importante. ¿Te parece que los veamos?

1Di primero y cuanto antes lo más importante

El Tiempo de todos es limitado. Y la Atención todavía más. Por eso te interesa evitar los rodeos y atrapar cuanto antes la Atención de la otra persona (sobre todo si son varios en copia). Además, mucha gente entendemos los prolegómenos como falta de claridad en la cabeza y poca profesionalidad. Aunque luego lo tengas que explicar o desglosar debidamente, es mejor poner cuanto antes lo más importante de lo que quieres decir. Ese será el “corazón” de tu mensaje.

2Utiliza puntos o una lista para separar

Es fácil que además del “corazón” de tu mensaje tengas que incluir varias cosas (siempre relacionadas con ese mismo tema). En vez de recurrir a párrafos que no tienen fin, es mejor separar y destacar esos puntos en forma de lista (guiones o lista de viñetas). De esa manera cada cosa que digas estará claramente identificada, tu correo quedará mejor estructurado, y la comunicación de cada cosa será mucho más redonda.

Lo hacemos bien en los correos donde nos la jugamos de verdad. Son esos otros importantes donde por las prisas o por la rutina, fallamos.

3No desarrolles frases o párrafos sino ideas

El problema de mucha gente es que no piensa antes de ponerse a teclear. Y eso tanto en los correos importantes como en el resto. Y eso, más que en un exceso de texto, se traduce en mensajes con demasiadas cosas, poco claros. Aprovecha esas listas o guiones para concentrar tus ideas como si fueran los titulares de una noticia. Identifica primero en tu cabeza la idea principal y concéntrala en pocas palabras en una línea o párrafo lo más pequeño posible.

4Incluye las tres coordenadas de oro

A la hora de coordinarte por Correo con los demás (encargar, delegar o revisar status de algo), hay tres palabras de oro (“coordenadas”) que siempre deberías incluir, y además de forma clara y muy explícita: Qué es lo que hay que hacer, Quién lo tiene que hacer, y Cuándo se tiene que hacer. Para mí el Cuándo es especialmente importante, por eso suelo resaltarlo en negrita o subrayado. Hazlo y ya verás qué diferencia.

5Haz una relectura y reduce a tope

Una rápida relectura es vital para: a) asegurarte de poner lo verdaderamente importante, y que no se te escapa nada; y b) reforzar la claridad de tu mensaje reduciendo todo el texto que puedas. No olvides que el exceso de palabras resta claridad, contundencia, y te hace perder tiempo a ti y a la otra persona que lo tiene que leer. Cuando hagas la relectura pregúntate: «Esta frase o comentario de aquí, ¿realmente es imprescindible en este correo?»

Una de las cosas con las que me comprometí cuando empecé a divulgar sobre Efectividad y Productividad Personal, fue poner el foco en las cosas pequeñas que repetimos y terminamos descuidando. Porque todo eso te marca hacia arriba o hacia abajo de un modo que ni te imaginas. La escritura de los correos (importantes) es una de esos cosas.

La entrada 5 detalles a vigilar antes de enviar un correo importante aparece primero en ThinkWasabi.


viernes, 13 de octubre de 2017

Aprende a usar el calendario con efectividad

Por: José Miguel Bolívar

El calendario es, probablemente, una de las herramientas de organización que más personas utilizan. Sin embargo, el desconocimiento de las mejores prácticas relacionadas con el uso del calendario sigue siendo muy elevado, incluso entre aficionados y profesionales de la efectividad.

El motivo que me lleva a escribir este post es intentar explicar, de manera clara, sencilla y concisa, algunos conceptos básicos relacionados con el uso efectivo del calendario, así como las mejores prácticas que recomiendan, bien de forma implícita, bien de forma explícita, las metodologías de efectividad personal más avanzadas y con mayor soporte científico: GTD® y OPTIMA3®.

Usar el calendario de forma adecuada conlleva respetar los principios básicos de la organización, lo que implica evitar mezclar fechas reales y fechas falsas, limitando su contenido a información y recordatorios asociados exclusivamente a fechas reales. Veamos a continuación que tipos de fecha existen y cuáles pueden o no pueden ir en el calendario.

Fechas objetivas

Como explico con detalle en este post, una fecha objetiva es una fecha real. Las fechas objetivas son normalmente fechas que vienen impuestas y son difíciles o imposibles de negociar, aunque también pueden ser fechas propuestas por la propia persona a otras personas. En el momento en el que esas otras personas aceptan la fecha propuesta, ésta se convierte en un compromiso mutuo.

Por otra parte, el incumplimiento de una fecha objetiva tiene por lo general consecuencias indeseables, entre las que se incluye el incumplimiento de compromisos con terceras personas.

El concepto de «fecha objetiva» es parte de la metodología OPTIMA3® y no aparece en GTD®, si bien es cierto que Allen deja claro, aunque de manera implícita, que el uso de fechas inventadas es una mala práctica productiva.

La información y los recordatorios de acciones asociados a fechas reales concretas tienen que ir en el calendario. Los recordatorios de acciones que deben completarse antes de una fecha pueden estar opcionalmente en el calendario pero tienen que estar necesariamente organizados en otro sitio.

Fechas autoimpuestas

Una autoimpuesta es una fecha ficticia que se añade, desplaza o sustituye a una fecha real. Precisamente por ser autoimpuesta, se puede renegociar en cualquier momento, ya que todas las personas son capaces de renegociar consigo mismas una fecha autoimpuesta.

Por otra parte, la consecuencia del incumplimiento de una fecha autoimpuesta es la frustración y pérdida de credibilidad que para la propia persona supone dicho incumplimiento.

Asimismo, es muy importante evitar confundir las fechas autoimpuestas con las fechas objetivo, error en el que en ocasiones caen hasta los más veteranos expertos en productividad.

Por último, el concepto de «fecha autoimpuesta» está implícito y es habitual en las metodologías que recomiendan la mala práctica de «planificar», como por ejemplo ZTD y, en general, todas las metodologías obsoletas que siguen recomendando el uso de TMIs.

Evidentemente, el uso de autoimpuestas está desaconsejado en GTD® y totalmente prohibido en OPTIMA3®.

Fechas objetivo

Una fecha objetivo (target) es también una fecha ficticia, pero con la gran diferencia de que en lugar de una fecha autoimpuesta, es solo una referencia, lo que hace que sea imposible incumplirla, por definición. Su utilidad es muy similar a la de la «información relevante para una fecha concreta», en la medida que sirve como recordatorio de una intención o de un objetivo, lo que nos puede ayudar a la hora de tomar decisiones sobre otros posibles compromisos con fecha.

Por otra parte, el incumplimiento de una fecha objetivo es imposible, ya que es únicamente una referencia a una intención, no a un compromiso. Por eso, incluso si llega la fecha y nuestro objetivo o intención no se ha cumplido, nos va a proporcionar información útil y relevante sobre lo realista de nuestras expectativas y/o la complejidad de nuestras circunstancias.

Es muy importante evitar confundir las fechas objetivo con las fechas autoimpuestas.

Hay además un tipo específico de fechas objetivo, que son las «cajas de tiempo» o «time boxes». Su característica diferencial es que, en lugar de «fechas», son «momentos objetivo», es decir, bloques de tiempo que reservamos en nuestro calendario a fin de asegurar que podemos dedicar la atención necesaria a nuestro trabajo predefinido.

Usar «cajas de tiempo» o «time boxes» es una buena práctica productiva, siempre y cuando no se decida a priori qué se va a hacer en ese tiempo. La buena práctica es elegir qué hacer cuando llega el momento, ya que es en ese instante cuando dispondremos de la información relevante más actualizada para poder elegir lo correcto.

El concepto de «fecha objetivo» no aparece explícitamente en GTD® y su uso está permitido, aunque desaconsejado, en OPTIMA3®. Por su parte, el concepto de «cajas de tiempo» o «time boxes» tampoco se menciona en GTD® y su uso está altamente recomendado en OPTIMA3®.

Resumen

La utilidad del calendario depende del cumplimiento de los principios fundamentales de la organización.

Si mezclas en tu calendario información y/o recordatorios sobre fechas reales y fechas falsas, estás obligando a tu cerebro a tener que identificar cada vez de qué tipo de fecha se trata, lo que hace que el calendario pierda su utilidad a la hora de reducir la carga cognitiva sobre tu cerebro.

Por eso, si quieres contar con una herramienta de organización que de verdad te resulte útil y te ayude a elegir con confianza qué hacer y qué no en cada momento, aprende a usar el calendario con efectividad. Es tan fácil como asegurarte de poner en él únicamente información real y relevante.


miércoles, 11 de octubre de 2017

El único indicador que realmente te hace productivo

Por: Iago Fraga
Seguro que lo has oído mil veces: “Ai… ¡pobre ejecutivo! Se pasa el día trabajando, no puede ni ver a sus hijos”. ¿Pobrecito, no? Pues no lo sé, la verdad. Frases como esta las escucho cada día y a estas alturas ya no estoy nada de acuerdo con ellas. Pero lo cierto es que la […]

martes, 10 de octubre de 2017

7 cosas que he aprendido enseñando Productividad a otros

Por: Berto Pena

Cuando hace años empecé a compartir mis hábitos productivos con otras personas, había una gran necesidad de aprender nuevas formas de hacer las cosas y organizarse. Lo ví primero por mi propia experiencia (como persona, profesional, emprendedor y gestor de equipos), y luego por el contacto con otras empresas y equipos con los que trabajaba. Hoy, tras diez años “enseñando Productividad”, esa necesidad ha crecido de un modo inimaginable.

enseñar

En esta década comprometido con la formación he estado con más de 30.000 personas, he impartido más de 260 seminarios, charlas y talleres, y compartido miles de horas con profesionales y equipos de trabajo. Y en todo ese increíble viaje he aprendido mucho de todos. En concreto hay una serie de puntos (reflexiones) que me gustaría compartir contigo…

1Cada vez hay más necesidad de estos hábitos y fórmulas

Aprender, desarrollar y afinar tus habilidades productivas es algo ya vital por una razón: mientras que el trabajo cada vez es más complicado (y se seguirá complicando más), nosotros nos empeñamos en seguir trabajando igual. La mayoría de los profesionales y equipos siguen aferrados a su forma “de siempre” de hacer las cosas. Y eso valía para una época o para determinadas circunstancias, pero no para ahora y mucho menos para lo que viene. El trabajo es algo muy muy cambiante, con montones de piezas móviles… Saber (querer) actualizar tu Sistema Operativo Personal es algo innegociable.

2La causa de los malos hábitos es que no hay hábitos

Esto es muy muy habitual: tienes un mánager y un equipo de profesionales capaces de conseguir grandes cosas… pero no trabajan coordinados ni se saben compenetran porque no hay hábitos ni personales ni colectivos. Muchos siguen creyendo que trabajar es sencillamente fijar un objetivo y “darle duro”. Suerte con eso. Invierte primero en hábitos personales, crea además una cultura de hábitos compartidos, y luego entonces podremos ponernos a perseguir resultados.

3Hay más ganas de cambiar que de empezar a hacerlo

Bien porque lo pasan mal y quieren mejorar, o bien porque quieren subir de nivel y hacer las cosas de forma diferente, muchas personas saben-y-quieren cambiar. Ahora, al día siguiente hacen lo de siempre: lo primero que hacen es abrir el Correo y volver a meterse en esa “Rueda de hamster” de la que es imposible salir cuando no haces ni un mínimo cambio. Sí, es un contrasentido pero los humanos somos así.

4Es imprescindible un plan con un calendario de cambios

Yo suelo decir: «Todo el mundo puede cambiar, pero no todo el mundo sabe hacerlo». En Productividad y Efectividad Personal debes pensar en grande pero ejecutar en pequeño. Puedes llegar a conseguir una auténtica revolución personal y profesional, como hice yo. Pero debes hacerla con tiempo, paciencia, con intención y las ideas claras, y sobre todo de forma progresiva. Sin forzar. Con un plan. Como si fuera un proyecto de trabajo que vas a ejecutar con fases, plazos y fechas.

5Casi nadie evalúa y analiza cómo hace las cosas

«¿Cómo son mis hábitos de organización? ¿Por qué empiezo el día por el Correo? ¿Por qué regalo el tiempo de mi Calendario así? ¿Dónde tiro mi tiempo?¿Qué voy a hacer mañana para mejorar eso?» Muy pocas personas practican el imprescindible hábito de mirar hacia atrás, analizar, detectar y corregir. Y así es MUY difícil mejorar si no sabes qué haces mal. Pero no, nada de revisiones ni auditorías personales. La solución siempre es: trabajar más y más duro (???????).

6Hay un gran desconocimiento de las herramientas básicas

En su ordenador y dispositivos una persona maneja principalmente 4-5 aplicaciones al día (correo, calendario, navegador, textos…). Al cabo del año pasa cientos o miles de horas con ellas, y en el fondo depende de ellas para hacer su trabajo (hacerlo bien, hacerlo antes). La mayoría de la gente sabe utilizarlas “lo justito”, pero nada de funciones medias o avanzadas. Y ahí viene el problema: ese deseconocimiento supone una ineficiencia que se traduce en micropérdidas de tiempo constantes. Al final del año hablamos de cantidades ingentes de tiempo y esfuerzo desperdiciados. Es una pasada.

7La Productividad Personal es una planta que hay que regar

Muchas personas tienen necesidad y ganas, tienen las ideas claras y un plan, y se lanzan a ello con criterio y paciencia. Pasan los días y consiguen empezar a cambiar. Logran resultados. Incluso grandes resultados. Pero, mientras contemplan lo bonita y fuerte que crece es esa planta, se olvidan que hay que regarla: revisiones, volver a detectar puntos débiles, identificar oportunidades, desarrollar un nuevo hábito, incorporar alguna fórmula de organización… No todo va de sumar cosas nuevas, pero tampoco te puedes quedar quieto y limitarte a repetir lo que ha funcionado hasta ahora.

Ojalá dentro de otros diez años tenga la oportunidad de volver a compartir estas cosas contigo, y que además te diga que el panorama ha cambiado. No tengo duda. Ese es mi objetivo, mi motivación, y por eso trabajo cada día. ¡A por ello!

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